Acorralados

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Ambas mujeres descendieron por las escaleras  lo más rápido posible

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Ambas mujeres descendieron por las escaleras  lo más rápido posible. Al llegar a las afueras ya se podían escuchar los agudos rugidos de las bestias. Vannesa miraba aterrada mientras que Andrés esperaba el regreso de Eric, quien había ido a revisar nuevamente los portones en la parte de atrás del complejo.
—¡Tenemos que subir antes que nos vean!—advirtió Joan.
—Eric no ha regresado, fue a ver los otros portones—dijo Andrés.
—Suban ustedes, yo lo esperare—sugirió Joan.
—¡No, esperemos por él!—exigió Vannesa bajo la mirada un poco sorprendida de su esposo.
Afortunadamente para ellos no tuvieron que esperar mucho, ya que Eric regresaba en ese mismo momento. Estaba alterado, casi histérico. Su arma tenía sangre y su camisa varias salpicaduras.
—¿Qué ocurre?—preguntó Joan.
—El pedazo de madera no resistirá mucho más, son demasiados ahora en esa parte y cuando escuche los rugidos corrí de regreso. No tuve tiempo de encontrar algo para reforzarlo.
—Larguémonos de aquí—le pedía Vannesa jalando a su esposo—. Ya vienen, ya vienen.
La única que parecía ajena a todo era Becky, quien le prestaba toda su atención a los seres que veía por primera vez.  Le sorprendía la forma como dos de ellos manteniéndose fuera del alcance de los muertos, levantaron a un cadáver y entre ambos sin dejarlo caer lo destrozaron y devoraron. Otros se lanzaron desafiantes al suelo y comenzaron a moverse en dirección del complejo entre los centenares de muertos. Las criaturas atacaban y eliminaban a sus rivales como si tuvieran una agenda de odio hacia ellos. 
—¿Qué esperas Becky?—preguntó Joan jalándola por el brazo—. Tenemos que largarnos.
—Los malditos son rápidos, y se mueven como arañas—afirmó ella rehusando moverse.
—Sí, y nos harán pedazos si nos atrapan, muévete. 
Joan le dio un fuerte tirón provocando que Becky saliera de su sorpresa. Pero en ese instante ambas mujeres dirigieron su atención hacia los muertos. Comenzaron a escuchar y luego ver como entre ellos, varios Dretch's se abrían paso hacia ellas. Debido a la gran cantidad de muertos en los portones que intentaron atrapar a las criaturas, las bestias no pudieron brincar con su acostumbrada agilidad y golpearon directamente una de las cercas. El impacto fue tan fuerte que la cerca se inclinó hacia el interior.
—Eso no debió pasar—advirtió Becky.
—Es hora de irnos—sugirió Eric alterado.
Joan  agarró por el brazo a Becky pero en ese momento y entre decenas de manos de cadáveres, dos Dretch's saltaron sobre la cerca cayendo delante de los humanos rugiendo y amenazantes. Las criaturas escogieron a sus presas forzando a los sobrevivientes a dividirse. Joan y Becky corrieron hacia la izquierda mientras que los demás lo hicieron hacia el interior del edificio. Los Dretch's se abalanzaron sobre ellos cada uno siguiendo a un grupo. Las chicas corrieron desesperadas hacia el segundo edificio con su perseguidor a solo pies de distancia. Mientras las seguía, el Dretch resbaló cayendo al suelo, algo que si no hubiera ocurrido le hubiera permitido alcanzar a Joan. Becky condujo a Joan al taller de mecánica y ambas intentaron cerrar la puerta. Sus esfuerzos fueron tronchados cuando la garra del ser se los impidió. Becky empezó a golpear con su bate la extremidad de la criatura, pero no tuvo éxito en sacarla de la puerta. El Dretch colocó su otro brazo y comenzó a halar la puerta logrando ganar el combate de fuerza.
—¡Retrocede!—gritó Joan halando a Becky  hacia ella.
La bestia abrió la puerta con fuerza lanzando un rugido y atacando a Becky quien lo golpeó en dos ocasiones obligándolo a retroceder. El Dretch se sacudió los golpes y reanudó su ataque con una embestida. Esto lanzó a Becky con fuerza sobre una de las mesas con piezas de metal. La mujer chocó con los metales cayendo al suelo y tocándose el brazo izquierdo. La criatura abrió sus filosas fauces y se acercó a ella, hasta que recibió un golpe en la cabeza producto de una herramienta tirada por Joan.
—¡Déjala  en paz bestia desgraciada!—le gritó Joan valientemente.
El Dretch rugió cambiando su atención hacia su atacante, pero la mujer no cedió terreno. Becky intentó levantarse pero sangre brotaba de una herida en su brazo izquierdo. La  bestia se abalanzó sobre Joan, quien lanzó un ataque con su arma. El impacto derribó a su enemigo al golpearlo en la cabeza, pero lo fuerte del ataque causó que la mujer cayera al suelo y perdiera su arma. Un poco aturdida Joan prácticamente gateo en un intento de alejarse del ser. En su desesperación la mujer pasó por debajo del motor. El Dretch estiro su garra estando a solo milímetros de clavársela en el pie a Joan.
—¡Maldito seas!—gritó Joan viendo a su enemigo acercarse.
La mujer retrocedió tratando de evadir a su atacante. En ningún momento dejó de verlo directamente a sus ojos blancos sin pupilas. La bestia se inclinó pasando por debajo del motor estirando sus garras hacia la mujer. La expresión de  Joan era de terror y luego de sorpresa cuando el pesado objeto cayó sobre el Dretch. La criatura se retorció en agonía al gran metal aplastarle el pecho. Joan se incorporó de inmediato y tomando su bate lo golpeó con fuerza en la cabeza hasta que la bestia no se movió más. Casi sin aire, miró hacia atrás descubriendo a Becky soltando la cadena que liberó el motor. Su brazo izquierdo sangraba y su mano derecha estaba cubierta de sangre.
—Demonios, estás herida—dijo Joan llegando a donde ella.
Joan se arrancó un pedazo de su blusa  y cubrió la herida lo mejor que pudo. Al hacerlo, Becky se quejo un poco pero comenzó a reír.
—¿De que te ríes?—preguntó Joan—. Casi nos mata.
—De que estamos vivas y él esta aplastado—dijo Becky adolorida—. Esa es una buena razón para reír, no lo crees. 
—Si tú lo dices, pero gracias por salvarme la vida.
—Tú me salvaste antes, pero aun así me sigues debiendo dos—respondió Becky levantando dos de sus dedos.
—Cuando pueda te pagaré.
—Que tal ahora—dijo Becky robándole un beso.
El beso duro uno segundos y una sorprendida Joan no supo como reaccionar. Joan  solo la miró por unos momentos. Se tocó los labios mirando sus dedos y sin decir nada le propinó una leve bofetada a Becky quien solo se rió. Un poco molesta Joan le dio un apretón al vendaje lo que le quitó la risa del rostro a la chica.
—La herida no es tan profunda, sobrevivirás—dijo Joan con semblante serio—. Luego hablaremos de esto, pero primero tenemos que salir de aquí, ¿Puedes caminar?
—Claro que puedo—respondió Becky—. Solo dame un segundo.
Nuevamente con una sonrisa dibujada Becky se dirigió hacia una de las mesas. Encontró en una de ellas un rollo de gruesa cinta adhesiva de tono gris. Con un poco de dificultad empezó a cubrir el vendaje con ella. Al verla Joan la asistió, aunque le pareció curioso lo que estaba haciendo.
—¿Por qué te pones cinta en la herida? —preguntó Joan.
—Vamos a corre entre muertos y tendremos que matarlos—respondió Becky apretando la cinta—. No quiero que me caiga su sangre en la herida y cubrirla con cinta me protegerá.
—Es una buena idea—admitió Joan.
—Lo se, soy una genio, ¿Tienes algo en mente para salir de aquí?
—Y eso que eres una genio—respondió Joan haciendo una mueca.
Con mucho cuidado Joan se asomo por la puerta para desarrollar algún plan de acción. Pero no estaba preparada en ese momento para lo que vería. La cerca golpeada por los Dretchs había cedido totalmente y se había llevado un pedazo del concreto. Como una inundación, los muertos entraban por el agujero al interior del complejo. Una multitud de ellos luchaba por ingresar a través de la entrada del edificio. Pero al igual que la cerca el portón cedió permitiendo el ingreso a los cadáveres. Para empeorar, la barricada permanecía en el lugar en donde Andrés la había construido. Al verse  forzados a huir del Dretch no pudieron colocarla. Entretanto, los Dretchs restantes, tanto adentro como afuera del complejo estaban enfrascados en un violento encuentro contra los muertos. Poco a poco eran dominados por la gran cantidad de cadáveres que los atacaban.
—Entraron, maldición están entrando por el portón del edificio—afirmó Joan—. ¿Cómo llegaremos con los demás?
—¿Llegar con ellos?—preguntó Becky—. Debemos irnos mientras podamos.
—No los abandonaré, debo ayudarlos—respondió Joan con una expresión seria—. Tengo que llegar a ellos.
—Acaso estas loca—dijo Becky jalándola hacia el interior del taller—. No podrás pasar entre ellos. Te comerán antes de que llegues al primer escalón.
—¿No lo entiendes verdad?, ya les falle una vez y dos murieron. No lo haré de nuevo, tengo que intentarlo o nunca me lo perdonaré.
Becky miró la determinación en los ojos marrones de Joan como si fueran un salvaje incendio. Sabía que ella hablaba en serio y que no podría convencerla de no intentarlo. La chica se coloco su mano derecha en su cabello negro cambiando su atención entre Joan y los muertos. Apretó su quijada mientras movía sus dedos antes de enfocarse nuevamente en Joan.
—Las escaleras de emergencia—sugirió una seria Becky—. Podemos llegar si la tomamos. Quedan detrás del edificio y llegan justamente al tercer piso, pero salen al lado opuesto de las escaleras principales. 
—¿Entonces me ayudarás?—preguntó Joan un tanto sorprendida.
—Sí, me parece que eres una mala influencia para mí. Pero si me comen estaré muy molesta contigo, dulce de canela.
Ambas mujeres sonrieron por unos instantes y luego sus expresiones se tornaron serias y tensas. Salieron del taller con armas en mano listas para intentarlo. La cantidad de muertos aumentaba pero todos estaban enfocados en entrar en el edificio detrás de sus presas. Corrieron a toda prisa hacia el primer edificio dirigiéndose hacia la parte de atrás de este. Tuvieron que eliminar a varios cadáveres en su trayecto pero lograron llegar a las escaleras. Eran de un metal negro, con rejas a su alrededor y forma cuadrada. Para la suerte de ambas mujeres no tenían a ningún muerto en ellas. Subieron por ellas, pero al llegar al nivel del segundo piso escucharon  un brusco golpe metálico. De inmediato Becky prestó atención en la dirección del sonido, el que la guió hacia el portón de atrás más cercano.
—Ahora si vamos a morir—dijo ella—. Estamos acorralados.
El sonido provino del portón al que Eric le había colocado el pedazo de madera. Como advirtió él y por la cantidad de muertos haciéndole fuerza, este no soporto mas permitiendo que decenas de cadáveres entraran. 
—Rápido, no tenemos mucho tiempo—advirtió Joan.
Al llegar al final de las escaleras se miraron la una a la otra. Joan abrió la puerta y entró primero con cuidado seguida por una atenta Becky. De inmediato escucharon los gritos de terror de Vannesa entre los gemidos de los muertos. Corrieron hacia el combate en donde Eric y Andrés mantenían a distancia a los cadáveres. Esto luego de lograr eliminar al Dretch que yacía en el suelo cerca de la dañada puerta del apartamento. Las mujeres se unieron al combate logrando balancear la batalla en su favor.
—¡Qué esperan!, entren en el apartamento—gritó Joan.
—¡El maldito Dretch destrozó la puerta para llegar a nosotros!—respondió Andrés lanzando violentos golpes a sus enemigos.
En ese instante, la puerta por donde Becky y Joan habían entrado se abrió bajo los empujones de decenas de muertos. Algún cadáver las había visto y al moverse él, otros lo siguieron. Esto aterró a todos y bajo esa situación casi nadie noto al ser que se acercaba a Vannesa desde atrás. Andrés eliminaba a un cadáver y al girar su rostro vio a ese podrido ente caminando hacia su esposa. Él gritó el nombre de ella y Vannesa noto al muerto. Viéndose acorralada y sin forma de ser ayudada, la mujer sacó de entre sus ropas un cuchillo de cocina de más de seis pulgadas de hoja. Levantó el arma y furiosa agredió al atacante. Los primeros ataques fueron al cuello y los ojos. Dando un furioso grito la mujer le introdujo el cuchillo a través del ojo derecho hasta atravesar el cerebro.
—¡Mierda!—exclamó Becky al ver lo ocurrido. 
Todos los presentes se quedaron sorprendidos durante un instante ante lo hecho por Vannesa. La mirada de la mujer era demencial mientras removía la navaja del cráneo. Los segundos pasaban y el número de muertos aumentaba en ambas salidas. Este suceso les hizo reaccionar de inmediato al grupo.
—Suban a mi apartamento ahora—ordenó Becky rompiéndole la quijada a un muerto.
—¡Rápido muevan sus traseros!—gritó Joan liderando al grupo—. Eric cuídanos las espaldas.
—Los tengo cubiertos, solo traten de no detenerse a charlar quieren—respondió él.  
Tuvieron que eliminar a varios muertos pero lograron tener acceso a las escaleras principales por donde podrían subir al piso de Becky. Con gran desesperación ascendieron  en fila lo más rápido posible. Eric, siendo el último en subir podía escuchar y casi sentir las mandíbulas de los muertos. Los seres podridos los siguieron empujándose entre ellos como si fueran rabiosos tiburones detectando sangre.

El Reino de los MalditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora