Lo que podía ver desde la gruesa cerca de madera, eran tres casas con una considerable distancia entre ellas. Una de dos plantas en el centro, una pequeña a su izquierda y una de mayor tamaño a la derecha al final de la calle. Todas con distintos tipos de ventanas en cristal. La de dos plantas y la del final del camino, tenían cercas de madera que las rodeaban. Todas unidas por un camino de brea y con un pequeño bosque al final de la calle que les daba cobertura.
—Al fin tenemos suerte—se dijo Jonathan.
Jonathan llevaba casi media hora observándolas sin haber detectado movimiento alguno. Convencido de que la zona estaba libre, regreso con mucho cuidado a través de un sendero hacia el auto que se encontraba detrás de un robusto árbol. Diana prestaba guardia mientras que Alexa atendía a Michael. El hombre había salido del choque más lesionado de lo que ellos pensaban.
—¿Encontraste algo?—preguntó Diana al verlo llegar.
—Hay tres casas, no he visto nada moviéndose en los alrededores—respondió él—. ¿Cómo sigue Michael?
—Está más calmado, pero dudo que el dolor le haya pasado.
Jonathan le tocó el hombro a la chica y camino hacia el maltratado auto. Michael se encontraba en la parte de atrás con la pierna izquierda estirada sobre el asiento. Una venda ensangrentada cubría el lugar en donde un pedazo del metal de la puerta le había causado un corte. Alexa había logrado detener el sangrado, pero no así el fuerte dolor que tenía el hombre en su pierna.
—¿Cómo te sientes?—preguntó Jonathan.
—Estaré bien muchacho—respondió Michael—. Alexa ha hecho un gran trabajo. Pronto estaré bien.
—No estás bien—aseguró Alexa—. Tú herida esta tratada, pero tú pierna esta seriamente maltratada. Yo diría que puede estar rota.
—Exageras muchacha, estoy bien—respondió él con un gesto de dolor en su rostro.
—Casi no puedes caminar, por favor no seas testarudo.
—Yo tú le hago caso—sugirió Jonathan sonriendo.
Teniendo que admitir que lo dicho por Alexa era cierto, el veterano soldado se resignó y se recostó en el asiento. La mirada de Michael lo decía todo, detestaba sentirse así, tan restringido, tan indefenso. No era del tipo de hombre de estar acostumbrado a estar incapacitado. Incluso en sus años en el ejército, nunca había recibido una herida que le restringiera el movimiento.
—De acuerdo, ¿Qué encontraste muchacho?—preguntó Michael para cambiar el tema.
—Hay tres casas—informó él—. Una tiene dos pisos, y las demás son de una planta. Dos de ellas tienen cercas de madera y todas tienen ventanas de cristal.
—¿La de dos pisos tiene cercas?—preguntó Alexa.
—Sí, ella y la última al final de la calle.
Pasando su mano derecha por su barba, Michael comenzaba a pensar en una elección. Trató de erguirse pero al hacerlo sintió un potente dolor que lo obligó a liberar un gemido. Alexa se le acercó de inmediato y lo ayudó a acomodarse de una forma cómoda.
—Hubiera sido preferible que alguna tuviera otro tipo de ventanas—admitió Michael—. Pero tendremos que conformarnos.
—Deberíamos quedarnos en la de dos pisos—sugirió ella—. Nos dará buen espacio y un punto de vista sobre las demás. Y podremos ver claramente a nuestros alrededores.
Michael sonrío:— Es una buena idea, una muy buena. Bien pensado Alexa.
—Solo recuerdo lo que hacíamos en la panadería—respondió ella con cierto orgullo—. Al menos así veríamos con tiempo si algo se acerca.
—Yo iré a examinarlas—sugirió Jonathan.
—No sin mi—advirtió Alexa.
—¿Con Michael herido? No lo creo, debes quedarte con el.
—Iré contigo y no es negociable.
Ambos comenzaron a tratar de defender sus puntos. Algo que hizo que Michael riera con fuerza. Al escuchar el alboroto y deseando enterarse de lo que ocurría, Diana se les unió por unos momentos.
—¿Qué ocurre?—preguntó ella.
—Nada, aquí tu hermana y Jonathan tienen su primera discusión como pareja—dijo riendo Michael.
—Deberían dejarlo para después—respondió Diana sonriente—. Hacen mucho ruido.
Ambos jóvenes se sintieron abochornados, siendo Alexa la más que se sonrojo. Jonathan se rascaba el cabello y hacía gestos con su boca. A pesar del dolor Michael se rió de lo que pasaba. Pero rápido tomó una actitud seria. Agarró su mochila y saco las armas que le quedaban repartiéndola entre ellos.
—La nueve milímetros tiene solo un cartucho, las demás tienen para dos rondas—dijo Michael guardando la mochila.
—¿Y tú no tendrás una?—preguntó Jonathan.
—La escopeta esta vacía, las use cuando nos separamos. Pero estaré bien, Diana me cuidara y yo tengo mi fiel machete. Ustedes vayan y revisen la casa de dos plantas antes que caiga la noche. Tengan mucho cuidado y solo usen las armas como último recurso. Ya no hay más municiones así que cada bala cuenta.
Afirmando con sus cabezas ambos aceptaron y luego de tomar sus armas salieron cuidadosamente en dirección de las casas. Al llegar a la cerca de madera dieron un nuevo vistazo a los alrededores. Alexa se acomodaba la gorra y apretaba su bate mientras Jonathan movía unas tablas sueltas para poder salir y así dirigirse hacia la residencia de dos pisos. Por lo calmado que lucía el lugar parecía no haber sufrido los embates de la plaga. No había vehículos destruidos, casas incendiadas, cadáveres devorados o alguna señal de destrucción como en la ciudad.
—Esto parece alentador—admitió Jonathan—. No se ve nada, el camino esta libre.
—Pues apresuremonos—sugirió Alexa.
Ambos intercambiaron miradas y con cautela se dirigieron hacia su objetivo. La casa lucía al igual que todo en ese lugar ajeno a la pesadilla. Encontraron el portón con un candado, así que tuvieron que trepar por la cerca de seis pies de altura. Jonathan fue el primero en descender y de inmediato noto que la puerta del frente de la casa estaba abierta. Alexa bajo y fue detenida por este al intentar caminar hacia la residencia.
—¿Qué te pasa?—preguntó ella.
—La puerta esta abierta—advirtió él—. Quizás haya alguno adentro, no bajes la guardia.
Jonathan apretó su barra y junto a Alexa se acercaron a la entrada. Nada daba la idea de que hubiera algún ser muerto en el interior. Hicieron silencio tratando de escuchar los gemidos de los muertos pero no detectaron ninguno. Al estudiar los alrededores, Alexa noto el cobertizo de gran tamaño a varios metros de la residencia. Al prestarle mayor atención, noto que tenía unos rastros ya muy conocidos para ella. Un rastro de sangre verdosa se dirigía hacia el interior de este. El semblante de la chica cambió a uno de total pavor. Miro de esa forma a Jonathan, quien se percató en ese momento de lo que ocurría.
—No de nuevo—dijo él tragando saliva—. Tendremos que revisarlo. Prepara tu pistola.
—¿Estás seguro de eso? ¿No deberíamos restringir su uso?
—La última vez que cruzamos camino con ellos, no era uno solo, era una manada. Si son muchos, tú bate y mi barra no serán suficientes.
Ambos se miraron y se resignaron a investigar. Sacaron sus armas de fuego colocándose las otras armas en sus cinturones. Con cuidado y temor se fueron acercando hacia el cobertizo. Cuando estuvieron frente a la puerta comenzaron a escuchar un inquietante ruido. Al enfocarse en el notaron que se parecía al de un muerto pero con una considerable diferencia. Sus gemidos eran distintos, como trabados. Ambos le removieron el seguro a sus pistolas y se miraron inquietos.
—¿Lista?—preguntó Jonathan en tono bajo.
—¿Si te digo que no, nos olvidamos de esto?—respondió ella.
Jonathan le regaló una pésima sonrisa en señal de que no había marcha atrás y pateó la puerta. Ambos entraron con sus armas listas pero lo que vieron delante de ellos los congeló por unos instantes. Gimiendo y esforzándose, un Dretch atrapado en lo que parecía ser piel trataba de liberarse. Al girar su cabeza, la criatura noto la presencia de los humanos e intentó atacarlos. Ambos chicos retrocedieron pero el ser no pudo agredirlos por más que lo intento. Los trozos de piel no se lo permitieron y Jonathan reaccionó con rapidez pateandolo en el pecho haciéndolo caer. El ser trató de agredirlos pero no podía incorporarse. Sin perder tiempo Jonathan guardo su pistola y saco su barra propinándole varios golpes en la cabeza. El cuerpo dejó de moverse al formarse en el suelo un charco de sangre verde y espesa proveniente del destrozado cráneo. Con lentitud Jonathan bajó la guardia observando a la bestia sin vida.
—Es una de esas cosas—afirmó Alexa—. ¿Qué hace aquí y qué tiene alrededor de su cuerpo?
—Demonios, parece que estaba cubierto por eso y estaba intentando salir de ella.
Jonathan movió con su barra un poco la piel dándose cuenta en ese momento de lo que era. Alexa se cubrió la boca impresionada por el espectáculo.
—Rayos, parece piel, piel humana—dijo Jonathan mirándola asustado.
—Oh que asco, volvamos con los demás—sugirió Alexa.
—No, primero revisemos la casa antes de regresar. Puede haber más de ellos.
—En verdad deseo que te equivoques.
Con mayor atención a todo a su alrededor ambos se dirigieron a la casa. Entraron y sin separarse registraron minuciosamente ambos pisos de la residencia. En ninguno de ellos encontraron rastros de seres muertos o criaturas. Esto les causó una gran sensación de alivio, lo que hizo que pudieran relajarse un poco.
—El lugar parece limpio—mencionó Alexa.
—Para estar seguros tenemos que revisar las demás casas—sugirió Jonathan—.
—Pero primero contemosle a Michael y a Diana lo que pasó. Tienen que estar prevenidos.
—De acuerdo, regresemos con ellos.
Jonathan se acercó a una de las ventanas de cristal y observo todo lo que podía. Aun no veía ningún movimiento en las cercanías. Esto a pesar de la presencia de la criatura le daba un poco de esperanza de que solo hubiera sido una en la zona.
—Al menos no hay ningún muerto que nos quiera como almuerzo—afirmó Jonathan.
—Si es una broma, esta fuera de lugar—aseguró ella.
—¿Y cuando será adecuado? Con todo esto alrededor de nosotros, dudo que haya algún momento para ver la parte cómica y eso si es que hay alguna.
—Puedes esperar cuando estemos en nuestra recamara.
—¿Nuestra recamara?—preguntó sorprendido.
—Hay varias en esta vivienda, podemos escoger una para nosotros.
—Así que viviremos juntos, no tenia idea que querías eso.
—Entiende que nuestras vidas son tan frágiles ahora, que no podemos dudar de lo que deseamos. Sea el que sea el tiempo que nos queda, debemos utilizarlo al máximo.
—Ok—respondió él con una sonrisa—. Me parece bien hermosa y además al fin podremos descansar en una cama de verdad. Rayos, ya no me acuerdo lo que se siente.
—Bueno, yo no estaba pensando en dormir todo el tiempo precisamente—dijo ella con una mirada picara—. Vamos, advirtamos a los demás.
Alexa salió sonriente y Jonathan la miró con una sonrisa también. La siguió hasta que estuvo en medio de la calle. Hay se detuvo repentinamente. Miro hacia los árboles al sentir una repentina brisa fría que por alguna razón le hizo inquietarse por unos instantes. Miró en todas direcciones, atento, inquieto, como esperando escuchar o ver algo. Se quedo en ese estado por unos momentos.
—¿Qué se aproxima?—se preguntó escuchando las ramas de los árboles moverse.
No entendía las razones para esa sensación tan repentina y preocupante. Pero al escuchar que Alexa lo llamaba dejó de prestarle atención y se dirigió hacia ella.
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El Reino de los Malditos
Science Fiction¡La pesadilla se ha desatado! Dos grupos, una horrible realidad. Una desconocida y mortal plaga se ha esparcido con rapidez en toda la zona. En poco tiempo miles perecieron víctimas de ella. Ahora sus cuerpos reaparecen hambrientos por la carne huma...