Decisiones

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Sus pasos no se detenían, su mirada era seria y sus brazos cruzados reflejaban su malestar

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Sus pasos no se detenían, su mirada era seria y sus brazos cruzados reflejaban su malestar. Sus ojos verdes miraban de lado a Jonathan a la vez que organizaba sus pensamientos. No le agradaba lo que escuchaba de él. 

—¿Qué hay que discutir más? ¿A que hayan más de esas cosas y nos ataquen?—dijo Jonathan. Debemos buscar un nuevo lugar, o quizás irnos de este pueblo, ya no es seguro estar aquí.

—¿Y crees que huir será mejor?—preguntó Alexa acomodándose la gorra con fuerza—. ¿Ir hacia dónde?, ¿Con qué provisiones? Y si nos vamos de este pueblo, ¿Qué transporte usaremos? Hasta donde sabemos esos malditos están por todas partes.

La mano de Michael hizo un gesto para que ambos bajarán sus voces. Ellos se miraron y comenzaron a calmarse. Por un momento habían olvidado el riesgo de hacer ruido a esas horas de la noche. Alexa salió un momento a ver a su hermana. La encontró aún dormida en el colchón, semi cubierta por una sábana. Regreso a la habitación sentándose en una de las sillas.

—Bien, continuemos—mencionó Michael—. Me decían que esa cosa los atacó de día y no era ningún muerto viviente.

—Al menos no lo parecía—respondió Alexa pasando sus dedos por la frente—. Se movía distinto, lucia distinto. Carajo, ya vistes como corto mi bate con sus uñas. Y lo peor de todo, era rápido.

—El desgraciado atravesó una ventana de cristal, cayó dos pisos y se levantó como si nada—aseguró Jonathan—.Y su sangre era espesa, de un color verdoso.

—Y apestaba mucho—recordó ella.

Michael juntó sus manos y recostó su cabeza entre los dedos. Sus ojos se movían de lado a lado sin un rumbo fijo. Ambos jóvenes se observaban tensos, esperando que este dijera algo. Los dedos de este hombre mayor chocaron entre sí al dirigir su atención hacia ellos.

—Bien, tendremos que hacer cambios entonces—advirtió él—. Lo primero es decidir si nos arriesgamos en un intento de alejarnos de aquí o nos quedamos como estamos.

—No tengo que pensarlo mucho—respondió Alexa—. Debemos quedarnos aquí.

—Tú eres la que mas debería pensarlo—advirtió Michael—. Si hay un nuevo riesgo, tendremos que hacer muchos cambios.

—¿Por qué lo dices?—preguntó ella.

—Si hay un riesgo nuevo, necesitaremos toda la ayuda posible. Todos tendrán que aportar en la defensa y vigilancia.

—Eso podemos hacerlo—aseguró Jonathan.

—No con solo tres personas.

Alexa cambio su mirada entre Michael y Jonathan. Michael sabía que había tocado el talón de Aquiles en ella. Su amor por su hermana menor y su deseo de protegerla sea como sea.

Un momento, quieres decir que Diana tendría que ayudar—menciono seria Alexa—.

—No solo si se decide que nos quedemos, si nos vamos sería mayor, no tenemos otra opción, es la única manera de poder lidiar con lo que ocurre.

El Reino de los MalditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora