La Confrontación

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Los primeros rayos del sol iluminaban la frondosa vegetación

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Los primeros rayos del sol iluminaban la frondosa vegetación. Las aves comenzaban a buscar su alimento y varias de ellas descansaban en un cable observando sus alrededores. Delante de ellas se encontraba una enorme edificación de dos pisos de un tono gris claro. Partes de grúas, palas mecánicas y otras piezas de maquinaria pesada adornaban lo que parecía ser un abandonado almacén de esos vehículos. En ese momento las aves dirigieron su atención hacia un gemido penoso. Su cabello rubio y su ropa ensangrentada reflejaban que fue una vez una joven mujer. Con lentitud movió su desgarradó rostro y su único ojo verde se enfocó en el lugar. Sin previo aviso, un violento golpe derribó al cadáver  y una joven de cabellos negros comenzó a golpearla con su bate.
—¡Muere maldita!—gritó Diana furiosa al terminar de destrozarle el cráneo al ser.
—Baja la voz Cupcake—advirtió Alexa mirando los alrededores con bate en mano—. Puede haber más de ellos. 
Las hermanas realizaron un leve rastro de los alrededores sin encontrar ningún otro muerto. Alexa hizo una señal con sus dedos hacia unos arbustos cercanos y de entre ellos, un lastimado Michael era ayudado por Jonathan a caminar. Todos tenían rasguños, pequeñas heridas o les dolía algo. Pero fue Michael con su pierna ya lastimada el que salió peor de la aparatosa caída. Con cautela entraron en el edificio buscando un momento para descansar ya que llevaban caminando toda la noche.
—Parece despejado—afirmó Alexa.
—Descansemos un momento—sugirió Michael con un gesto de dolor en su rostro.
Las hermanas se sentaron en el suelo y Jonathan recostó a Michael contra una pared que tenía un pequeño casillero metálico. Al caminar un poco Jonathan encontró unos tubos de acero redondos en el suelo. Ya que había perdido su barra en el accidente, tomó uno de ellos de buen tamaño.
—Veamos que más  hay aquí—se dijo Jonathan.
En el interior del edificio piezas de equipo pesado se esparcían por todas partes creando casi un pequeño laberinto. También había un tipo de maquinaria rectangular y cerca de ella un tanque rojo de cerca de cuatro pies de largo, que tenía la palabra GASOLINE escrita en el. Al acercarse al envase, Jonathan noto una gruesa cadena que subía hasta la segunda planta a través de un hueco cuadrado de más de diez pies de ancho. Cambio su atención hacia el final del piso, viendo al lado derecho y a varios metros de una escalera de metal una rampa  de cemento que ascendía  al segundo piso. 
—Le daré un vistazo a piso superior—mencionó Jonathan—. Regreso pronto.
—Iré contigo—afirmó Alexa.
—Amor, primero revisa la pierna de Michael.
Alexa miró a Michael quien apretaba sus dientes del dolor  y acepto revisarlo primero. Jonathan llego a la escalera metálica y apretando con fuerza el tubo subió hasta la segunda planta. Al subir encontró algo parecido al primer piso. También descubrió un maltratado montacargas de color amarillo. Al acercarse examinó el cilindro de gas de color gris en la parte de atrás y noto en ese momento que el vehículo aun tenía las llaves puestas. Hizo varios intentos hasta que por fin el vehículo encendió. Rápidamente lo apago para evitar que el sonido del motor llamará la atención de algún visitante no deseado. Continúo su exploración notando en una pared al final del piso varios casilleros de metal que estaban a solo pies del agujero. Se acerco e intento abrir uno de ellos sin tener éxito.
—¿Qué encontraste?—preguntó Diana quien lo miraba desde el hueco.
—Solo hay un montacargas que enciende y piezas de máquinas—respondió él—. Revisare un poco más y bajaré.
Luego de levantar su pulgar Diana regresó con Michael y Alexa. Esta última había tomado un pedazo de tubo del suelo junto a una pieza de tela que encontró en el pequeño casillero y lo estaba atando a la pierna de Michael para mantenerla estirada. La lesión se había empeorado al punto que le era muy doloroso al hombre caminar por sus propios medios.
—No soy médico, pero definitivamente esta rota—afirmó Alexa.
—¡Qué maravilla!—exclamó Michael tocándose la pierna.
—Tuvimos suerte de escapar con vida de esa caída—admitió Diana tocándose una leve herida en la frente.
Alexa tomó un pedazo de tela  que le había sobrado y le limpio la herida a su hermana quien solo le sonrío. Sonriéndole de regreso Alexa le alboroto un poco el cabello y guardo la tela en su bolsillo.
—Diana, ve con cuidado y cierra la puerta—pidió Michael—.  Intentemos evitar que nos vean.
La chica obedeció de inmediato y se dirigió hacia la puerta. Dio varios vistazos a sus alrededores sin ver nada que le preocupara. Pero cuando comenzó a cerrar la puerta noto que las aves que estaban en el cable salían despavoridas. La chica se congelo al ver en esa dirección como una enorme figura atravesaba los árboles cercanos. Cerró la puerta y salió corriendo hacia los demás. 
—¡Nos encontró, nos encontró!—dijo ella aterrada.
—¿Qué dices?—preguntó Alexa.
La chica no tuvo que dar otra explicación ya que un potente rugido les contesto cualquier duda que tuvieran. En las afueras, el Cazador examinaba el lugar con detenimiento. Su caminar era lento y era visible que estaba lastimado. Cortes y laceraciones severas en su cuerpo demostraban que la caída por el precipicio le había causado severos daños. Sumamente inquieto colocaba su grueso brazo izquierdo sobre su cabeza tratando de evitar los rayos del sol. Al ver el edificio, cambió su dirección hacia el. Llegó al lado de una de las paredes y con sus potentes brazos la golpeó hasta que creó una abertura.
—Oh Dios—dijo Diana al ver como la bestia se abría paso. 
Llenas de temor las chicas ayudaron a Michael a esconderse detrás de los restos de una mohosa pala mecánica. El Cazador entró removiendo con facilidad un motor que le impedía el paso. El ser se quedó detenido con sus garras al frente observando todo el lugar, olfateándolo, escuchándolo, en busca de cualquier señal de movimiento. Lanzó unos potentes rugidos como si advirtiera de su llegada. 
—Tenemos que irnos de aquí o nos encontrara—dijo Alexa en tono bajo.
—No conmigo en este estado—advirtió Michael—. No puedo correr.
—Entre ambas podemos sacarte—aseguró Diana bajando el rostro.
—No podrán moverse rápido conmigo—afirmó él—. No,  no permitiré que mueran por ayudarme. Yo lo distraeré, y ustedes huyan.
—No te abandonaremos—insistió Alexa—. No puedes  pedirnos eso.
El rugido de la bestia los silencio a esta dirigirse en su dirección. Desesperadas, las hermanas arrestaron a Michael intentando cambiar de escondite. Utilizaron las enormes partes de los vehículos para evitar ser detectada. Pero la acción solo les funcionó por poco tiempo. Al pasar cerca de los restos de un motor Diana golpeo un pedazo de metal y éste rodó por el suelo llamando la atención de la criatura. El ser se enfocó en esa dirección pero un fuerte sonido ocasionó que se detuviera a solo pies de distancia de ellos. Con torpeza cambió su rumbo y se dirigió hacia la procedencia de los sonidos.
—¿Qué son esos ruidos?—preguntó Diana—. Parece como si golpearan un metal.
—¡Dios, es Jonathan!—respondió Alexa asustada.
Efectivamente, el responsable era Jonathan quien había descendido por la rampa y golpeaba con su tubo el costado de una pieza de tractor para llamar la atención del monstruo. Pero su idea fue buena hasta que la bestia lo descubrió. El Cazador rugió con fuerza y se lanzó hacia el. A pesar de que no podía moverse con su habitual rapidez logró acercarse al hombre en poco tiempo. Sin pensarlo mucho Jonathan subió por la rampa lo más rápido que pudo.  Su perseguidor logró subir por ella  pero por su tamaño se le hizo difícil acceder al segundo piso.
—Maldito infeliz—gritó Jonathan sacando su arma de fuego y propinarle varios impactos en el cuerpo al ser.
Esto solo ocasiono que la bestia se enfureciera y destrozara el filo de la entrada.  Jonathan continúo retrocediendo pero siguió disparándole. El Cazador colocó su brazo derecho enfrente de su rostro y comenzó a dirigirse hacia el.  Los disparos se incrustaban en su carne pero el ser continuaba su marcha. Uno de los tentáculos se estiro logrando agarra la pierna de Jonathan y al levantarlo causó que perdiera el tubo. Otro de ellos sujetó su mano al este intentar dispararle de nuevo. Por la fuerza del agarre el hombre soltó el arma y ella cayó al suelo siendo aplastada por una de las patas de la bestia. El Cazador le soltó la mano y colocó a su presa al nivel de su rostro. Acercó su cabeza a solo pulgadas del joven expandiendo sus filosas fauces.
—Qué feo eres, hijo de puta—dijo Jonathan desafiante.
El enorme ser rugió, pero al escuchar unas detonaciones y sentir unas punzadas en su espalda arrojó a Jonathan y giró su cuerpo. El hombre fue lanzado con fuerza por los aires y terminó estrellándose contra los casilleros de metal cercanos al agujero en el suelo. En ese momento la bestia vio a la mujer con gorra roja que le disparaba. Al recibir otro disparo el Cazador se lanzó hacia Alexa quien vació el arma sobre el. La chica tiró la pistola y descendió por la rampa dirigiéndose en dirección del hueco hecho por la bestia. Intentando evadirlo, Alexa se movió entre algunas partes de maquinaria. Pero casi llegando al hueco tuvo que tirarse al suelo al Cazador levanta una de ellas y lanzársela. Logro esquivar el objeto pero la caída la aturdió impidiéndole incorporarse con rapidez. La criatura se acercó a ella con sus viscosas fauces expandidas y sus tentáculos moviéndose como látigos. 
—¡Oye maldito infeliz, déjala en paz!—gritó Michael apareciendo de repente.
El hombre apuntó con su arma y sin dudarlo abrió fuego. Los proyectiles impactaron la cara del Cazador reventándole otro de sus ojos en esta ocasión uno derecho. El ser retrocedió por el dolor. Alexa aprovechó para incorporarse y corrió hacia Michael. El monstruo se descontrolo lanzando su garra izquierda en todas direcciones y con la derecha se cubría el rostro. Los tentáculos en su espalda se movían de lado a lado como serpientes enfurecidas y sin control.
—¿Por que no se muere el maldito?—preguntó Alexa histérica.
—Ve con tu hermana y huyan—le ordenó Michael.
—No nos iremos sin ti—aseguró Alexa.
—Por favor muchacha, piensa en tu hermana.
—Yo tampoco te abandonaré—contestó Diana acercándose con su bate en mano.
Delante de ellos un descontrolado Cazador se acercó a solo pies del tanque de gasolina. Al notarlo Michael apuntó de nuevo. Apretó el gatillo y el proyectil salió en dirección del contenedor. La bala seguía una línea directa hacia su blanco pero el Cazador estiro su brazo en ese momento recibiendo el disparo en el.  El ser reaccionó a la nueva herida enfocándose en ellos. Rugiendo y desafiante, la bestia infernal se inclinó clavando sus garras en el suelo listo para atacarlos. Al no poder mantenerse más de pie Michael cayó de rodillas.  El dolor era tan intenso que incluso le evitaba disparar de nuevo.
—¡Huyan ahora!—gritó  Michael invadido por el dolor.
Las hermanas trataron de ayudarlo incapaces de abandonarlo. La bestia rugió lista para acabar de una vez y por todas con sus presas. Pero su rugido fue interrumpido por un repentino sonido. El ser miro sorprendido en todas direcciones buscando la procedencia del ruido. Giró su cabeza hacia arriba directamente hacia el hueco en el techo. De repente, un montacargas amarillo cayó a través de el. El vehículo descendió en picada sobre la bestia clavando una de las puyas en el muslo izquierdo de la criatura y cayendo sobre su espalda atrapandolo con su peso. Saliendo de la cabina de la máquina, un lastimado Jonathan se lanzó al suelo y se arrastró para alejarse del ser.
—¡Jonathan!—gritó Alexa corriendo a ayudarlo. 
—Espero que te duela más a ti que a mi desgraciado—dijo él al ser ayudado a levantarse.
Ambos miraron a la bestia que intentaba incorporarse. Sus intentó ocasionaron que una de sus garras rasgara el tanque de gasolina derramando el contenido sobre y por debajo de el.  Al ver eso Alexa y Jonathan se alejaron pero este último se detuvo de repente.
—¿Qué haces?—preguntó ella.
—Terminando con ese desgraciado—respondió Jonathan sacando el encendedor que aun tenía en el bolsillo. 
La chica entendió su plan, saco la pieza de tela con la cual le limpio la herida a Diana y se la entregó. Este tomo un pedazo de metal del suelo, amarró el tejido para crear una antorcha y la encendió.
—¡Corran!—gritó Jonathan al mirar al Cazador que luchaba por liberarse. 
Alexa corrió hacia su hermana y juntas levantaron a Michael dirigiéndose hacia el hueco en la pared. Jonathan miró  al ser y lanzando la tela salió corriendo. La llama cayo en el lugar preciso. Como un demonio el fuego cubrió a la bestia la cual lanzó alaridos de dolor. Sus tentáculos se movían fuera de control y el intentaba con mayor frenesí escapar. Desde las afueras a una corta distancia, todos observaban la escena. Sentaron al Michael en el suelo y este le pasó el arma a Diana.
—Gracias por prestármela pequeña, pero temo que solo le queda una o dos balas—admitió él.
Diana la tomó y lo abrazó con fuerza. Luego dirigió su mirada hacia las llamas que dominaban toda la escena y una emocionada Alexa besaba apasionadamente a Jonathan. Pero la alegría de ella y de todos se termino al ver la parte trasera del montacargas salir un poco de entre las flamas. Empujando el vehículo y clavando sus garras en el suelo el Cazador emergia. Aun con su cuerpo parcialmente cubierto en llamas la bestia se arrastró hasta llegar al lado de la máquina en su intento de salir del infierno. Alexa y Jonathan se acercaron a Michael e intentaron levantarlo para huir. Diana en cambio dio varios pasos al frente. Miró al ser percatándose del objeto gris en el montacargas. Por la forma que la bestia se había inclinado este quedaba cerca de su rostro. La chica levantó el arma y apuntó tomándose su tiempo.
—¿Qué haces Cupcake?—preguntó gritando Alexa.
—¡Caza esto infeliz!—gritó Diana apretando el gatillo.
La bala pareció viajar en cámara lenta. El proyectil atravesó el centro del tanque de gas provocando una explosión que destruyó la cabeza y parte del torso de la criatura. Los tentáculos dejaron de moverse y el cuerpo giró hacia la izquierda cayendo lentamente de nuevo en la llamas.
—¡Lo sabia, eres natural!—exclamó Michael riendo.
Una emocionada Alexa abrazo a su hermana con todas sus fuerzas. Jonathan se sentó al lado de Michael mirando el cuerpo sin vida del ser que los había aterrado durante tanto tiempo. Las llamas cubrieron el cuerpo del Cazador, como si estuvieran recobrando a un demonio de los infiernos.
—Al fin ha terminado—dijo Jonathan tocándose el costado—. Carajo, creo que me rompí algunas costillas.
—Y para empeorar aun quedan miles de muertos y Dios sabe cuantos de esas otras cosas que trepan paredes—respondió Michael.
—Lo sé, este lugar sigue siendo el reino de los malditos—respondió Jonathan.
Luego de un corto descanso y risas de alegría, el grupo se alejó del lugar  internándose en el bosque. Ahora su prioridad era encontrar en esa isla dominada por la muerte y destrucción, un lugar en donde poder continuar sobreviviendo. Solo deseaban encontrar un pedazo de paraíso entre ese infierno. Si lo logran o no, solo el tiempo lo dirá.










El Reino de los MalditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora