3: Tú no sabes lo que siento.

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En silencio, salimos los tres directo a la parada del autobús que nos dejaba en la esquina del instituto y el que usábamos para ir por las mañanas por si llegábamos a quedarnos dormidos o nos retrasábamos con algo.

De algún tiempo para acá se nos había hecho costumbre que Joaquín lo tomara unas paradas antes y termináramos por encontrarnos en el transporte. El mejor momento de la mañana. Sin embargo, aquel día parecía estar saliendo todo mal para mí porque no lo encontré en el asiento donde solía ubicarse, no había rastros de él y lo único que había conseguido era un nudo en el estómago por la decepción que acababa de llevarme.

—Vamos a sentarnos allí. —Señaló Julián para guiarme, quien al parecer ya había ubicado alguien con quien hablar.

Sintiendo como el mal humor comenzaba a crecer otra vez y sin ganas de que terminara venciendo, me puse auriculares con la playlist de mi música favorita mientras esperaba a que el autobús llegara al instituto.





Un poco desganada por no tener la oportunidad de ver a Joaquín antes de arrancar con la jornada, me dirigí al salón de clases donde mis compañeros comenzaban a armar grupitos para conversar. Las chicas intentaron integrarme a la conversación pero no estaba para hacer sociales todavía por lo que opté por sentarme en mi lugar y seguir escuchando música hasta que el profesor llegara.

Ignorando el movimiento que había a mi alrededor, me centré en terminar el dibujo que había dejado a medias el día anterior. Las líneas comenzaban a tomar la forma de un paisaje bastante peculiar que no tenía explicación, sólo había sido un impulso.

—Eres bastante buena.

Me sobresalté un poco al ver que un chico morocho de ojos cafés se había sentado a mi lado. Tenía una capucha puesta, como si estuviese intentando ocultarse de alguien, y en la mano llevaba un par de hojas en las que al parecer él había estado garabateando.

—Me acabas de asustar. —Dije mientras me quitaba los auriculares para guardarlos. No me agradaba que interrumpieran mi momento de aislamiento pero había algo en él que no me permitía enojarme como quería.

—No era mi intención, lo siento —El chico se quitó la capucha dejando ver una mata de rulos negros de los cuales, algunos, cayeron sobre sus ojos—. Te vi sola y como no me hablo con mucha gente de aquí creí que era una buena oportunidad para intentarlo.

— ¿Eres nuevo o algo? No creo haberte visto antes —Arrugué el entrecejo sintiéndome un poco curiosa por el desconocido.

—Sí, así es —Sonrió, mostrando una perfecta hilera de dientes blancos, lo que hizo bajara un poco la guardia—. Me llamo es Andrés.

—Paula —Respondí tendiendo la mano—. Un gusto.

—Paula —Repitió como para acordarse de mi nombre—. Eres buena dibujando Paula, no sé si alguien te lo habrá dicho.

—No del todo, sólo lo hago como distracción —Me encogí de hombros antes de dirigirle una mirada furtiva a las hojas que tenía bajo su mano—. Pero veo que no soy la única que lo hace, parece que tienes un poco de arte por allí.

—Como acabas de decir, sólo es una distracción.

Ambos nos quedamos en silencio mientras a nuestro alrededor el alboroto era cada vez mayor. Esperé a que Andrés dijera algo más aunque no parecía que ese fuera el caso así que decidí retomar donde lo había dejado.

—Por cierto, no te molesta que me siente aquí ¿o sí? —Andrés dirigió una rápida mirada a todo el aula para ver si encontraba otro sitio— Parece estar todo ocupado pero puedo...

Enamorada de mi mejor amigo. [EDMMA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora