18: Una charla pendiente.

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Me negaba a creer lo que acababa de escuchar. Mi ritmo cardíaco se había disparado y no había posibilidad de que pudiera dormir en toda la noche. Tenía sus palabras dando vueltas por mi cabeza, repitiéndose una y otra vez, mientras intentaba encontrarle un sentido a lo que había dicho. ¿Por qué no se lo había guardado para él?

La euforia me había invadido por unos minutos ante la situación había desaparecido al darme cuenta que no sería tan fácil como se había sentido. No estaba dispuesta a arriesgarme sabiendo que Anahí seguía siendo su novia y por nada en el mundo quería herir a Andrés que había ganado un trocito de mi corazón y había sido tan bueno conmigo. Además, ¿Qué me aseguraba que no estaba jugando conmigo? ¿Y por qué ahora? ¿Con qué necesidad veía a generar dudas cuando creía que tenía todo resulto?

Necesitaba aire. No podía pensar en aquella habitación sintiéndome completamente encerrada. Con salir al patio de mi casa me bastaba pero no quería que me vieran bajar por las escaleras y tener que dar explicaciones. Sólo piensa un segundo Paula. Me tomé un minuto para vestirme con la muda de ropa cómoda que siempre tenía allí para las noches en las que Isabella traía a sus amigas a casa.

Terminé por salir de la habitación en búsqueda de un vaso de agua como excusa cuando en realidad estaba evaluando el terreno.

Las luces de la sala estaban apagadas y los dos chicos parecían concentrados en la pantalla del televisor con una de esas películas de acción que tanto amaban bien. Ninguno pareció darse cuenta de que acababa de pasar, lo que eran buenas noticias para mí. Aproveché para servirme el agua y salí al aire libre lista para disfrutar de un poco del cielo nocturno, dejando que en mi interior se librara la batalla entre mi cerebro y mi corazón.

Necesitaba escuchar el argumento de cada parte.

Me sentía dividida y no le estaba encontrando una solución rápida. Si Andrés no estuviese de por medio seguramente me hubiese lanzado a los brazos de Joaquín sin dudarlo. El problema es que también lo quería y por esa razón las cosas no eran tan sencillas. Sin embargo no es a él a quien amas. Saber que Joaquín sentía lo mismo hacía crecer mis esperanzas y, al mismo tiempo, me daba miedo porque no quería perderlo como mejor amigo tampoco.

Si tan sólo pudiera estar muy lejos. Sentí como la primera lágrima se deslizó por mi mejilla, solitaria, dándole paso al resto que me permití liberar un poco de mi angustia. Sería tan fácil ser una persona anónima, donde no tuviese que elegir que hacer o con quien sería feliz. O volver el tiempo atrás, cuando este caos emocional no se había desatado y vivía feliz bailando con mi mejor amigo.

Me había sentado en uno de los sillones que mi madre tenía en el patio trasero con las piernas levantadas y el rostro apoyado contra las rodillas. Había comenzado a sentir un poco de frío a medida que comenzaba a tranquilizarme. Las lágrimas casi no caían, solo me quedaban algún que otro sollozo que seguía sin poder contener.

—Vas a congelarte por estar aquí afuera.

El susurro de Joaquín había sonado cerca de mi oreja mientras el chico colocaba una manta sobre mis hombros. No me moví en ningún momento, ni siquiera cuando sentí el roce de los almohadones cuando se sentí a mi lado.

— ¿Qué haces aquí? —Pregunté aun con la frente apoyada en mis rodillas. Sabía que estábamos a oscuras pero no quería mirarlo, no sabía que reacción podía llegar a tener si lo hacía.

—Creo que tenemos una charla pendiente —Su mano se posó sobre la mía para intentar llamar mi atención.

Sin moverme demasiado, levanté la cabeza lo suficiente como para que viera que lo estaba escuchando. Al menos así no vería mi estado. Estaba segura que tenía los ojos rojos de haber estado llorando y las mejillas sonrojadas por el mismo motivo. No era plan que se diera cuenta que si lo había escuchado antes.

Enamorada de mi mejor amigo. [EDMMA #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora