FINAL.

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Pasó una semana en la que seguíamos sin saber nada de Emily ni de Enzo y aunque la preocupación fuese aumentando, no podíamos hacer nada, ahora teníamos mucha más vigilancia y era imposible salir. Los vigilantes e incluso mi padre fueron víctimas de un poderoso virus que circulaba por el ambiente. Yo también lo había contraído y aunque Ivy aseguraba que sólo era un resfriado, el malestar, los dolores, los mareos y los vómitos no me dejaban apenas vivir. Decía que no me preocupase porque todos tenían los mismos síntomas que yo, así que decidí dejar de darle más vueltas y comencé a tomar la medicación que Ivy me recetó. Ella era diferente a los demás, parecía estar al margen de los siniestros planes de Shui y Andrew. Tenía claro que no podía confiar en nadie y menos después de Jeffrey, pero ella transmitía confianza y entusiasmo. Era la única persona de la fortaleza con la que me encontraba a gusto.

La relación entre Riker y yo se había intensificado desde que nos confesamos y hablamos sobre nosotros. Nunca me había imaginado que él se enamoraría de mí o yo de él, pero ahora ninguno de los dos podríamos estar sin el otro. Me abrazaba por las noches, me besaba y me pedía que le acariciara. Había mejorado respecto a su pequeño trauma con el contacto físico, ahora era él quien me pedía que le tocase y yo no era capaz de negarme. Me decía que le gustaban mis caricias y que gracias a mí, el dolor y los malos recuerdos estaban desvaneciéndose, estaban siendo reemplazados por increíbles momentos y bonitas sensaciones. Me decía eso y yo no entendía como había estado tantos años de mi vida sin él. Me daba igual mi trabajo, mis principios y lo que pensara la gente, yo le quería a él, quería estar con él.

— Cuando salgamos de aquí, nos iremos lejos. México, Argentina, Venezuela... Europa, me da igual —la voz de Riker en el silencio de la habitación a esas horas de la madrugada me sacó de mis pensamientos y me giré para estar cara a cara y acaricié su mejilla.

— ¿Seremos fugitivos?

— Seremos felices, mi niña.

Sonreí contra sus perfectos labios y le besé. Nunca me habría imaginado ser tan feliz como era con él, él me lo daba todo, no necesitaba nada ni a nadie, solo a Riker.

Nos quedamos dormidos mientras nos acariciábamos y al día siguiente me desperté a primera hora de la mañana con fuertes mareos y dolores. Riker se despertó al escucharme tropezar con todo lo que pillaba ya que no era capaz de mantenerme en equilibro y cuando se incorporó para ayudarme, me caí redonda en el suelo, volviéndose todo completamente oscuro.

El sonido constante del encefalograma me despertó, haciéndome clavar los ojos en las paredes blanquísimas de una habitación que me resultaba familiar. No entendí que había pasado y rápidamente descubrí que me encontraba en la sala de enfermería de Ivy, que apareció en cuanto intentaba levantarme.

— Hola, Sasha. No te levantes, todavía estás algo inestable —se sentó en una butaca de enfermería con su bata blanca típica y una carpeta en sus manos—. Has sufrido un desmayo y un fuerte golpe en la cabeza, pero no te preocupes, estarás bien dentro de un par de horas.

— Llevo varias semanas con un resfriado enorme y encontrándome fatal. ¿De verdad es un catarro común? Porque parece que me voy a morir —llevé mi mano a la frente y cuando miré a Ivy, su cara me transmitió preocupación.

Algo iba mal.

— Bueno... mientras estabas inconsciente te hice un análisis de sangre para descartar enfermedades, pero... Sasha...

Empecé a tenerme lo peor. Sabía que existían enfermedades hereditarias y recordaba que había tenido familiares con algunas enfermedades difíciles de llevar o mortales... me empecé a poner nerviosa, si me decía que me iba a morir en poco tiempo, no sé como reaccionaría ni como se lo diría a Riker.

RikerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora