24.

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Ivy en multimedia.

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Pasé la noche en vela por culpa de Emily, que fue la que me había tenido horas y horas hablando, aunque no era sólo su culpa, ya que yo también tenía muchas cosas que contarle. Hacía días que no nos veíamos y nos habíamos echado de menos, así que un par de horas no habían sido suficientes. Cuando desperté y vi a mi mejor amiga durmiendo a mi lado, sonreí y salí de la cama. El reloj que estaba colocado encima de la mesa de noche marcaba las once del medio día, así que ya era hora de levantarme, tampoco quería pegarme toda la tarde durmiendo aunque no me importaría seguir acostada.

No iba a mentir, pensé que el día iba a ser diferente. Al ver los rayos del Sol entrar en la ventana, iluminando el dormitorio como nunca antes, creí que por fin tendríamos un día de lo más tranquilo, por primera vez en mucho tiempo, pero mis ilusiones se fueron al traste en cuanto abrí la puerta de la habitación de Emily y entré en el salón.

— Buenos días, guapetona —Freddie estaba ahí, de pie, mirándome con un cuchillo en su mano derecha y mi primer pensamiento fue hacia Enzo. Él también vivía en esa casa y no estaba por ningún lado.

Hacía mucho tiempo que no veía a ese hombre y no sé si debía asustarme o mantener la calma. Que yo supiese, Freddie no había vuelto a buscarme desde que Riker me ayudó a escapar de esa casa que explotó. Recordé que él me dijo que para todos los demás, nosotras estábamos muertas y así fue hasta que nos encontró Shui. ¿Qué hacía Freddie aquí?

— ¿Qué haces aquí? —agradecí estar vestida por si tenía que escapar en cualquier momento, pero tampoco podía permitirme largarme sin Emily, ella seguía durmiendo sin tener ni idea de nada.

— ¿Ese es un recibimiento para tu buen amigo? ¿no me das un abrazo? —soltó una carcajada mientras agarraba una silla y se sentaba al revés, con el respaldo de la silla contra el pecho y jugueteando con el cuchillo.

— ¿Dónde está Enzo?

— Está en el piso de Riker. Puedes ir a verlos, si quieres —su sonrisa malévola me llamó la atención y me puso los pelos de punta. Algo me olía fatal, así que sin más, salí del piso mientras Freddie ni siquiera intentaba detenerme y entré en casa de Riker. La puerta estaba abierta y el corazón se me aceleró.

El silencio ensordecedor que reinaba en el piso no dejaba de ponerme más y más nerviosa. Demasiado silencio como para haber dos personas en aquel sitio y mis sospechas se confirmaron cuando puse un pie en el salón y encontré a Enzo y Riker en el suelo, ambos inconscientes. El corazón se me subió a la garganta y corrí hacia Riker, que no reaccionaba a mis llamadas ni a mis pequeños golpes en la mejilla para que espabilara. En Enzo obtuve el mismo resultado y los latidos de mi corazón se agolparon contra las costillas, parecía que se me iba a salir del pecho.

Intentaba montar en mi cabeza lo que había pasado y el por qué, pero no hallaba ningún motivo lógico para que ocurriese algo así, a excepción de Shui. ¿También Freddie estaba bajo el mando de esa mujer? ¿había alguien que no se dejase manipular por ella?

La tentación de llamar a una ambulancia era demasiado fuerte, pero sabía que no debía hacerlo, así que corrí al piso de Enzo de nuevo y me enfrenté a Freddie, que seguía en la misma posición. Ni siquiera se había preocupado de que pudiese escapar. Tal vez hubiese más personas en la calle vigilando por si acaso intentaba irme. Eso no pasaría. No dejaría a Emily allí.

— ¿Qué les has hecho? —le empujé del hombro, pero ni siquiera se inmutó del sitio. En ese momento iba justa de ideas y no se me ocurría nada que hacer.

RikerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora