21.

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Adele en multimedia.

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La cabaña estaba tal y como la recordaba. Hacía meses que no pisaba ese lugar y sinceramente, tampoco me había planteado volver a pisar aquel suelo, pero allí estaba, ayudando a Riker a caminar hasta el interior de la casa. Me daba miedo tocarle, los únicos lugares en los que no tenía heridas era en los brazos, pero para ayudarle a andar era necesario agarrarle de la espalda y no me permitía transmitirle más daño del que ya debía sentir, así que me las ingenié para guiarle desde el coche hasta dentro del espacio y después a la sala donde ocupaba su extraño puesto de médico. Una vez allí, me di cuenta, al mirar su cuerpo, que toda la sangre casi seca no iba a borrarse con una simple toallita o gasa, tenía literalmente, toda la espalda y todo el torso cubiertos de sangre. Tanta sangre que el olor metálico se había instalado en todos mis sentidos. No podía descifrar los motivos que llevaron a su madre a ocasionarle esa clase de dolor. Sabía que ella le odiaba, incluso sabía que ese sentimiento era mutuo, pero, ¿qué necesidad había para realizar aquello? Posteriormente, me di cuenta de que uno de los motivos podría ser el rechazo que él sentía cada vez que alguien tocaba su piel, debía ser eso, pero algo me faltaba, algo se me escapaba, no podía ser solo por una manía de Riker.

— Necesitas darte una ducha, tienes que limpiarte toda esa sangre —fui a pasar su brazo por mis hombros, de nuevo, pero él se incorporó automáticamente, haciendo caso omiso a su dolor.

— Puedo yo solo.

No puse ninguna objeción, si él quería y podía ir por su propio pie, no sería yo quien se lo impidiera.

Además de Riker, en mi cabeza también aparecía Jeffrey, recordándome que tenía que volver con él y que no podía tardar demasiado tiempo si no quería que tomase represalias. ¿Cómo había podido llegar a esos extremos? Me hizo creer que podía confiar en él, me hizo creer que no era como los demás, me hizo creer muchas cosas que resultaron falsas. Ya no podía permitirme verle de la misma forma con la que lo veía hacía apenas cuarenta y ocho horas, ahora, toda su imagen se había deformado en mi cabeza, haciéndolo ver como un monstruo, como el asesino en serie que en realidad es. Ya no mostraba compasión, piedad o arrepentimiento. En esos momentos sabía que si no había podido evitar darme una bofetada de ese calibre, tampoco podría evitar matarme si se me ocurría hacer algo que él no estuviese de acuerdo. Por eso tenía miedo. Me había dejado correr hacia Riker... con una condición, una amenaza. O vuelvo con él, o le mata. En otra ocasión, no me molestaría en temerle porque estaba segura de que si Riker se encontrase en sus plenas facultades, no podría casi ni tocarle, pero en el estado en el que se encontraba ahora... no estaba segura de eso y no quería arriesgarme, no quería arriesgar su vida por mi egoísmo, por querer estar con él.

Su voz me sacó de mis pensamientos y me alertó. Me llamaba desde el baño, así que subí pero no traspasé la puerta, ya que se suponía que estaba duchándose.

— ¿Ocurre algo? ¿me has llamado? —dije desde el otro lado de la puerta mientras escuchaba el agua caer con fuerza.

— No quería molestarte... pero necesito tu ayuda.

— ¿Estás seguro? tú... —¿me estaba pidiendo que entrase? Se estaba dando un baño, ¿podía siquiera entrar como si nada?

— Tranquila, no estoy desnudo, Sasha.
Su aclaración me tranquilizó. No podía sentirme cómoda si entraba y lo encontraba completamente desnudo, en esa situación, ¿qué se supone que era a lo que tendría que prestar atención? ¿a la ayuda que él me pedía o a que tendría a Riker desnudo delante de mí? Me sentí más relajada cuando me aseguró que estaba vestido... o eso quise pensar, ¿es que acaso tendría que reconocer que me sentí algo decepcionada? Sacudí la cabeza para quitarme esa estúpida idea de la cabeza y entré en el baño, encontrándome a Riker bajo el chorro de la ducha, con el pantalón puesto y empapado. La sangre de su pecho casi había desaparecido, dejando ver en toda su plenitud la cantidad de heridas que le adornaba desde la clavícula hasta sus oblicuos.

RikerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora