5.

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Capítulo dedicado a todas vosotras por los ánimos recibidos. Ya sabéis quiénes sois ❤.

Objetivo para subir el siguiente capítulo: Me da igual.

Sasha en multimedia.
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El ensordecedor, potente y familiar sonido me despertó de golpe justo cuando me había empezado a quedar dormida después de toda la noche sin pegar ojo. Un disparo. Había sido un disparo.

Miré el viejo reloj que colgaba de la pared enfrente de mí. 07:39 a.m.

Emily.

No podía ser. No podían haber matado a Emily también. ¿Por qué querrían matarnos en diferentes días? Me faltó tiempo para ir corriendo hasta la puerta y aporrearla con todas las fuerzas posibles hasta que se abrió de golpe y apareció Enzo con un gesto en la cara que no supe realmente si era de confusión, alerta u orgullo. Le mataría si le había hecho algo a Emily.

— ¿Por qué te gusta tanto aporrear las puertas?

Pero yo no respondí a aquella pregunta absurda. Me lancé contra él, pero me sujetó por los hombros.

— ¿Qué ha sido eso? ¿dónde está Emily? ¿la habéis matado? ¡más te vale que no le hayáis tocado ni un solo pelo, cabrón! —la histeria se había apoderado de mi cuerpo y no era capaz de controlar lo que salía por mi boca.

Me empujó con la suficiente fuerza como para hacer que me alejase varios metros de él y lo enfrenté con mi mirada. Estaba retándolo. Me daban igual las consecuencias.

— Emily está bien, aunque no pasaría nada por una jodida negra menos... —su cara de asco al hablar de mi amiga y las personas de color como ella me llenó el alma de repugnancia y rabia hacia él, pero me quedé con lo más importante de lo que había dicho. Ella estaba bien.

— Quiero verla, quiero hablar con ella.

Mi orden le pareció tan patética que no dudó en soltar una risotada. Seguro que pensaba que era una niñata estúpida que se creía que tenía algún derecho de pedir algo.

— Deja de comportarte como una policía. Aquí no lo eres, no eres nada. Sólo una posible víctima, entérate. Nos da igual tu placa policial, tus obligaciones, derechos... así que mantente calladita, ¿de acuerdo? —sus duras palabras cayeron sobre mí como un jarrón de agua fría.

Me planteé que quizás tuviera razón. Igual tenía que tirar la toalla. Pero no. No me permití rendirme.

A cambio de sus palabras, le devolví una sonrisa.

— Quizás tengáis que tenerme miedo vosotros a mí.

Alzó una ceja y tras chasquear la lengua, se fue y volvió a cerrar la puerta a sus espaldas, la diferencia fue que cuando escuché las llaves, también oí la voz de Pavel llamándolo.

Enzo, te necesito un momento aquí. Es un segundo —sonaba nervioso. ¿Qué había ocurrido? no lo pensé mucho, me daba igual. Lo que me interesaba era aprovechar oportunidades y cuando fui consciente de que Enzo le prestó atención a Pavel y se reunió con él sin cerrar todavía mi puerta con llave, no lo dudé.

La puerta de madera emitió un ligero chirrido por la antigüedad de la misma y al asomarme al exterior, los vi a ambos dándome la espalda. Estúpidos.

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