17.

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Shui en multimedia.

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— Necesito que me hagas un favor, preciosa —Shui entró por la puerta como si fuese la reina de aquel sitio, y de alguna manera, lo era. Detrás de ella iba un tipo que se quedó en el umbral de la puerta con los brazos cruzados y mirando la escena que se desarrollaba delante de él. Quizás estuviese ahí por si algo se iba de las manos de alguna, pero yo estaba atada, así que no entendí muy bien cómo iba a poder defenderme.

— No te voy a ayudar con nada.

— Créeme, te conviene colaborar conmigo, así que tendrás que hacer lo que yo te diga por las buenas o por las malas y te aseguro que no quieres hacer las cosas conmigo por las malas.

Su actitud pasó de tranquila, a una muy chulesca. Me plantaba cara, desafiándome, retándome a rebelarme. Sus palabras me entraban por un oído y me salían por el otro. Ya estaba acostumbrada a ese tipo de amenazas y ya no me impresionaban como antes, así que mi actitud frente a ella no cambió y tampoco lo hizo mi decisión.

— No sé qué es lo que quieres de mí, pero yo te aseguro que no vas a conseguir nada de mí. Puedo ser igual de mala que tú, o incluso más.

— ¿De verdad crees que estás en posición de amenazarme? Te recuerdo que estas atada y con muchas posibilidades de acabar muerta. Lo que quiero de ti es que me digas dónde está Riker. Sólo me sirves para eso, así que si no me ayudas... no tendré otra opción que librarme de ti, así que elige -dijo mientras se reía de mis palabras amenazantes.

Sabía que era mayor, rondaría probablemente los cincuenta años, pero no aparentaba más de treinta. La verdad es que era una mujer que se conservaba bastante bien, aunque supuse que le habrían ayudado varios trucos como la cirugía plástica y los botox.

— No sé donde está Riker —mentí.

— Por favor, ahórranos esta pérdida de tiempo a ambas. Sé perfectamente que sabes dónde está.

— No tengo ni idea de donde está, pero si lo supiese tampoco te lo diría, además, ¿para qué quieres saberlo?

— Resulta que no debí dejarlo vivo tanto tiempo. No me sueltes el rollo de que es mi hijo, que tendría que quererlo, ser una buena madre y esas mierdas, porque paso de escucharlas. Nunca le he querido, nunca le he aceptado y no sé como dejé que viviese tanto. Debí acabar con él cuando tuve la oportunidad en el almacén.

— Eres una mala zorra, pero seguro que eso ya lo sabes, aunque me alegra decirte que el odio que sientes hacia él, es recíproco. Él también quiere matarte. Para él, jamás tuvo madre y estoy segura que en cuanto te tenga delante, te meterá un tiro entre las cejas —no tenía ni idea de si Riker opinaba del todo como yo lo había dicho, pero sabía en cierta manera que no quería a Shui. Tampoco sabía si cuando se viesen, él querría matarla, pero necesitaba mostrarme segura de algo, aunque simplemente fuese mentira, eso ella no lo sabía.

— Vaya, vaya, qué policía más mala. ¿Estás de acuerdo con que se cometa un asesinato? —rió con ironía y sacó un teléfono móvil del bolsillo trasero de su pantalón vaquero negro—. ¿Sabes? Creo que en realidad no eres una buena policía, no eres profesional. Te he observado, Sasha, no estás en contra de la violencia, estás a favor de la justicia. Sea cual sea la justicia, de la forma que se lleve a cabo y eso me gusta, parece que tenemos algo en común, porque a mí también me gusta la justicia, pero yo soy más de tomarme la justicia por mi cuenta. Los policías, jueces y abogados no sirven para nada. No hacen nada, hacen como que sí, pero en realidad... mírate. Sois unos hipócritas.

No podía ser verdad que aquella tía me estuviese diciendo aquello.

— ¿Qué me estás contando? Tú pensabas que la policía era de otra forma y hacía bien su trabajo, y en realidad lo hacen, pero yo también pensaba que no podía haber madres como tú. Tú también eres una hipócrita. ¿Qué clase de madre has sido? Las madres crían, aman, educan, animan, apoyan y están al lado de sus hijos en todo momento, pero tú...

RikerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora