Capitulo 13

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La Señora Ferrer puso sobre el escritorio nuestras tarjetas. El nudo en mi estómago se hizo evidente, podía escuchar mi corazón latir lleno de desilusión.

—No queremos perder más tiempo —seguía con un semblante irritado —, éstas tarjetas... —pausó —,a ustedes fueron a los que elegimos para que trabajen con nosotros.

Primero suspiros surgieron, enseguida sonrisas e intercambio de miradas.

—Necesitamos que comiencen a trabajar —interrumpió nuestro grato momento con sus palabras —. En lo que nosotros estamos corriendo a la demás gente, ustedes ya deben estar poniendo manos a la obra.

Sus palabras salían como veneno, lo cual me hizo recordar a Georgina, la visualice en esta señora malgeniuda. Regresé de mi recuerdo y me vi en la realidad. Ahora éramos esclavos de ellos, de su mal genio y esclavos de su tiempo.

—¡Perfecto! —exclamó Ashley —. No perdamos más tiempo.

—Esa es la actitud —repuso el Señor Ferrer divertido.

Su esposa lo ignoró.

—Ahora ya pueden irse, mis hijos los llevaran a recorrer el lugar y les platicaran un poco del proyecto que necesitamos.

Ashley golpeó mi rodilla con la suya. Rodé mis ojos, para después fijarlos en los hermanos, casualmente los dos estaban en la misma posición, con los brazos cruzados; en esa posición hacían notar sus ejercitados brazos.

Cada uno nos levantamos y salimos de la oficina.

—Entonces... comencemos —soltó Carlo.

—Si bien —escupió contenta Ash.

Fede la miró con recelo. Seguimos caminando; siguiendo a los hermanos, al fondo se escuchaba aún los nombres de los que estaba llamando la señora Ferrer.

****

El lugar era moderno y hermoso, con toques industriales pero únicos.

—¿Utilizarán nuestras tarjetas de presentación? —de pronto cuestionó Kaya, mientras avanzamos entre pasillos.

—Ya no son suyas, cariño —respondió Carlo a manera de burla. Lo cual me enfadó mucho más.

—Esta bien, por nosotros quédenselas —solté, dejándome llevar por el enojo, simulando que no me afectaba.

Carlo se acercó ofendido. —¿Cómo dices?
Levante la barbilla a modo de orgullo. Fede saltó, interponiéndose entre Carlo y yo.

—¡Tranquilo hermano! —Dan lo jaló de la playera, trayéndolo lo más alejado —. Seguro están bromeando —le golpeó la espalda para alivianarlo.

Siguieron caminando, no sin antes echar una mirada furibunda.

—¡¿Tienes tendencias suicidas o que? ¿Quieres que nos echen?! —se quejó Fede.

Ash ahogó una risa. —¡Eso fue genial!

—¡Por supuesto que no! — murmuró furioso Fede.

—Avancemos mejor —dije conteniendo una risa.

Fede negó con la cabeza y seguimos avanzando, ya estábamos en otro edificio, este tenía muchas más ventanas, lucía más estético y moderno.

—Este es el edificio de Bienes y Raíces —explicó Dan —. Aquí es mi lugar de trabajo —expresó engrandecido, mirando todo a su alrededor. Imitamos su movimiento, miramos cada lustrosa pared.

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