Capitulo 34

135 4 0
                                    

Entre risas y el sonido alto de la música, ella bailaba, yo simplemente estaba ahí tomando un sorbo de mi agria bebida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Entre risas y el sonido alto de la música, ella bailaba, yo simplemente estaba ahí tomando un sorbo de mi agria bebida. Traer puesta una playera negra con la batiseñal era ridículo, pero mucho más ridículo era estar en el mismo juego del que por mucho tiempo había querido huir, lo irónico era que a la chica que se lo había hecho, era ahora quién estaba del otro lado de la moneda, experimentando ser la otra.

Las bebidas ya estaban sobre mi cabeza, pero no tanto como ella lo había estado durante mucho tiempo. Chess hizo posible tantas cosas en mi, tantas como yo hice con ella —tanto buenas, como malas— pero a ella no le importó, a mí tampoco. Seguimos hasta que ella no pudo más y se marchó, dejándome arrepentido de cada día de mi existencia.

Ahora la tenía justo frente a mi, más intrépida, más segura de sí misma. Sí pretendía dejarla esta noche a ella ya no le afectaría. Sin duda superó lo nuestro, mejor de lo que esperaba, mucho mejor que yo.

Dio unos pequeños pasos divertidos hacia mí. —Ven a bailar —utilizaba el mismo entusiasmo con el que yo animaba a Julia.

Julia.

Un pesar me cargo de desilusión, estaba consiente de lo que ocurría, pero me consolaba diciéndome que entre Julia solo éramos amigos con derecho, yo jamás la presioné con eso de que fuera mi novia oficialmente, ni ella insistió. Entonces no podía estar ocurriendo lo mismo que antes, Julia estaba a salvo.

—Promete que solo un rato, tengo que ir a la cama temprano —Chess tiraba de mis manos. Sus ojos eran una locura.

—Por supuesto que iremos a la cama temprano —expuso de manera divertida y lujuriosa. Solo pude mandarle una sonrisa de complicidad y avanzar hacia la pista con ella.

                                                                        ****

Una vez en el auto nos dispusimos a volver, era casi las dos de la mañana y nosotros teníamos vida para más. Mientras atravesaba por la carretera, el largo cuerpo de Chess alcanzaba a llegar hasta donde yo estaba concentrado conduciendo; sus labios succionaban partes de mi cuello, su mano tiraba de algunos cabellos de la parte trasera de mi cabeza, quería que el camino de regreso a casa no fuera tan largo.

Tratamos de tranquilizarnos al entrar, a papá le ponía de mal humor que llegáramos haciendo escándalo a tan altas horas de la noche. Volvía a sentirme como un adolescente, preocupado de que no lo pillen. Chess siguió colgada en mi cuello hasta la parte alta, y yo me sostenía lo más que podía para lo perder el equilibrio.

En cuanto avanzamos por el pasillo, entre las risitas de Chess pude escuchar el sonido de la televisión encendida. Me pareció tan extraño, ya que hacía mucho tiempo que nadie encendía el televisor de aquella sala al fondo. Aparte solo un poco a Chess para liberarme y poder caminar.

Amores imprescindibles #PStaxPVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora