Capítulo 28: Reflexión

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MARATÓN(3/3)

Capítulo dedicado a:Contreras097

Narra Alexandro

Roan se encontraba conmigo en la habitación que había estado ocupando Addeline.

El perro la extrañaba al igual que yo.

Mi iPhone plateado se encontraba en mi mano izquierda. La pantalla se encontraba encendida con la foto que Addeline tenía de perfil.

Al verla me volví loco y salí echando humos de la reunión donde seguía reunido.

Mi plan era rastrear el móvil de Addeline o de Angie para saber dónde estaban, pero al no poderlo hacerlo con exactitud tuve que llamar a todos mis agentes para buscarla por todo el centro comercial.

Posiblemente tuviera una grandísima multa por objetos que sin querer o queriendo habían roto mis agentes, pero realmente me daba igual.

Mi corazón estaba roto y no lo podía arreglar con dinero.

Unos golpes en la puerta me hicieron aterrizar de mi mundo y la persona al otro lado pasó.

—Llevas más de dos horas metido aquí. ¿Estas bien?

Katherine se acercó a la cama matrimonial y se sentó a mi lado.

Roan le gruñó pero esta no le hizo mucho caso.

El perro era igual de gruñón que la dueña.

Lo acaricié y este se relajó. Se acomodó entre mis abdominales ya que estaba acostado y cerró los ojos.

Roan y sus pocas cosas era lo que me quedaban de ella.

—Estoy bien, Katherine. –Dije al fin.–

No es que me costara hablar, solo que no quería hablar con ella.
De una o de otra forma Katherine tuvo mucho peso en la decisión que había tomado Addeline de alejarse de todos nosotros.

Katherine observó mi móvil todavía encendido. Intentó cogerlo pero se lo quité de las manos. Me miró confundida.

—¿Por qué querías mi móvil, Katherine? –Pregunté totalmente serio.–

Nadie, absolutamente nadie habia cogido mi teléfono. Era lo más sagrado por así decirlo que tenía.

En él quedaban las pocas fotos que pude hacerle a Addeline.

—Solo miraba la foto. –Se justificó ella.–

—¿Por qué no vuelves a California? Ya nadie te retiene aquí, Katherine.

Me daba igual si se iba o se quedaba. Pero ella vino con la razón de cuidar a Addeline. Ahora se había ido, ¿a quién tenía que cuidar ahora?

—Tengo otros motivos para quedarme, Alexandro. –Confesó mientras miraba como Roan dormía.– Se que no me queréis aquí, que solo molesto. Vine aquí con la esperanza de que me quisierais tanto como queréis a Addeline. Pero me equivocaba.

—Con Addeline hemos pasado muchas cosas... –Empecé y esta me interrumpió.–

—Addeline a sido querida toda su vida. –Dijo con la mirada perdida.– Su padre aún que no sea de sangre la ama a no poder más. Estaba desesperado por verla bien. Siempre a sido una chica muy alegre pero desde que te conoció dejó de serlo. Eso es lo que le preocupa a Rand.

—Ella tuvo que soportar un secuestro, no todo el mundo lo soporta. –Murmuré.–

—Pero ella siempre a superado todo, Alexandro. Ella no es la misma de siempre. Ella a cambiado y no sabemos el porqué. Su padre está muy preocupado y yo no sé que decirle. –Me miró con miedo en sus ojos.–

—¿Sigues hablando con él? Creo recordar de que dijo que no quería volver a saber de Addeline. –Recordé.

—Estaba muy enfadado cuando le dijo eso. Él sintió como si lo estuvieran cambiando por ti. No te odia, Alexandro. Tiene miedo de que le quites lo único que a tenido en la vida aparte de la madre de Addeline. –Dijo Katherine levantándose.–

—¿Cómo sabes tanto sobre todo este tema? –Dije mientras miraba como Roan se acomodaba más en mis abdominales.–

—Rand una noche estaba muy estresado porque Addeline no le estaba haciendo caso. Escuché unos llantos y creí que era Addeline, pero me equivoqué. Me encontré al padre en un rincón mientras lloraba y le pedía perdón a la nada. –Soltó cabizbaja.– Se sentía mal porque el piensa que está fallando a Wendy a no mantener a su hija a salvo. Se sinceró conmigo mientras lloraba a moco suelto. Nunca en la vida fui buena consolando a la gente así que yo solo escuché.

—¿Por eso te mandó aquí? –Pregunté incrédulo sin poder creermelo.–

—No solo por eso, pero en parte sí. –Confesó.– ¿Sabes? Me dolió cuando no me reconociste. Pensaba que esa noche había sido especial tanto como para ti como para mi.

Cierto es que Katherine y yo nos conocíamos de antes. Por lo que llegaba a recordar nos acostamos una noche juntos y después la ignoré. Como siempre hacia con las mujeres.

Sonreí triunfante mientras esta me miraba confusa.

—No me acordaba, ya cuando comencé a hablar contigo y me lo recordaste recordé esa noche. –Confesé en voz baja.–

—¿No volverías a tener una noche así, conmigo? –Preguntó con una voz esperanzada.–

—Si dices de acostarme contigo podría hacerlo porque llevo toda mi vida acostándome con mujeres. Pero desde que conocí a Addeline.. –Me interrumpió.–

—¿Qué tiene ella que no tenga yo? –Susurró con los ojos cerrados.–

—Tu manera de ser y la de ella son muy diferentes. No hablo de la Addeline que está justo ahora, hablo de la antigua. Antes siempre tenía un motivo para sonreír. Era una persona fuerte y desde luego no se dejaba pisotear por nadie. –Confesé.– Jamás me pidió amor, nunca en la vida me a dicho de estar juntos y quizá eso es lo que mas me enamoró de ella.

Katherine asintió y se levantó de la cama otra vez ya que se había vuelto a sentar y se acercó a la puerta.

—¿Podrías venir un momento conmigo? –Preguntó en voz baja.–

Asentí y quité a Roan de mis abdominales y rápidamente este gruñó. Me levanté de la cama y me acerqué a ella.

Agarró mi mano y me sacó al pasillo.

De repente de pegó a la pared y me inmovilizó.
Por la sorpresa no me dio tiempo a moverme.

—Addeline tiene mucha suerte de tenerte, Alexandro.

Dicho esto me besó.

Confundido escuché unos pasos acelerados y me esperé lo peor.

Al ver a Dan me tranquilice, pero al ver su cara de horror me puse nervioso.

—Siento interrumpir. –Dijo este incómodo.– Pero alguien está abajo y desea vernos. A todos. –Recalcó.–

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