Capítulo 35: Visita

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Narra Alexandro

Los ojos de mi novia estaban totalmente empañados de lágrimas. Me acerqué a ella y esta rápidamente me abrazó con fuerza.

—¿Qué paso mi amor? ¿Qué le ocurrió a mi reina? –Susurré en su oído.–

Ella se alejó de mi y dejó en mis manos una caja. La miré confundido y me alejé de ella para poder ver lo que tenía en la caja.

Abrí la caja pensando en que me encontraría algo más que una simple foto y una nota.

Una foto de dos niños pequeños con una mujer. La mujer sonreía a la cámara mientras que los dos recién nacidos de encontraban arropados en una sábana blanca.

Uno de los bebés era más grande que otro.

—Esa era mi madre, Alexandro. –Susurró Addeline con la voz ronca.–

La mujer de parecía mucho a Addeline. Tenía los ojos del mismo color. La nariz respingona y su color de piel bastante parecido al de mi novia.

—¿Quién dejó esto? –Pregunté confundido.–

—Mira la nota. –Ordenó Addeline refugiándose en los brazos de mi mejor amigo.–

Cogí la nota y busqué algún indicio de donde podía ser. Pero solo había una frase.

«Todos estos años no pude verte ni una vez... Hace poco te vi y no has cambiado nada.

Tendrás noticias mías, Addeline.

Muy pronto. De mientras, averigua sobre esa foto. Te llevarás una sorpresa.

Ten cuidado.

Miré confundido a Addeline. Esta seguía en los brazos de Dan. Angie se encontraba a mi lado leyendo la nota.

—Miraremos las grabaciones de la cámara de seguridad. –Sugerí.–

—Hay algo que no me estáis contando. –Afirmó Addeline.– ¿Qué esta ocurriendo?

Me negaba a decirle lo que estaba haciendo su hermano. Ella se sentiría traicionada y entraría en depresión.

Ella amaba a su hermano. No solo porque la había salvado de las garras de Henry, si no porque estuvo con ella cuando ninguno de nosotros estuvo con ella.

—¡Estoy cansada de que no contéis conmigo! ¡Yo también estoy en peligro! ¡Merezco que me digáis las cosas como son! –Gritó Addeline sorprendiéndonos a todos.–

—Addeline no sabemos nada. –Dijo Dan ya que vio que yo estaba totalmente mudó.– Solo sabemos lo que sabes tú, nosotros estamos igual. Tenemos miedo y estamos confundidos.

—¡Me parece muy ruin que me estés mintiendo en mi cara! –Chilló Addeline alejándose de mi mejor amigo.– Confiaba en ti, Dan. Eras mi mejor amigo. Pero si tienes los huevos de mentirme ya no tendrás el lujo de que confíe en ti.

—Estamos haciendo lo mejor para ti, Addeline. –Murmuré para intentar calmarla.–

—¿¡Mentirme es mejor para mí!? ¡¡Vivo en la ignorancias con vosotros!! ¿Quién es Raúl Gómez? ¿Qué cojones hace una foto en la puerta donde sale mi madre con dos niños que no había visto en mi vida? ¡Respóndeme!

—Raúl es un traficante con el que estoy aliado. –Mentí.– De la foto de tu madre no sabemos nada. Me encantaría decirte que se quien dejó la foto esa ahí y que buscan con ello. ¡Pero no puedo bebé! ¡No tengo ni puta idea! Y tengo miedo, miedo de que te pueda pasar algo. No lo soportaría. –Dije explotando.–

Desde que conocí a Addeline cambié. No solo me hice mucho más sensible, si no que también me costaba mas averiguar las cosas.

Mi padre era de estas personas que si tenía una mala noticia te la decía sin miramientos. Te la decía importándole una mierda si sufrías o no.

Me niego a ver cómo Addeline se hace daño a si misma. Ella es así. No le cuenta día problemas a los demás, los llora en una habitación y hasta que no se sacia no sale.

Pero la amo así, y no la dejaré caer.

No otra vez.

Addeline se fue de la entrada sin decir nada más. A los segundos después se pudo escuchar el golpe de aue había azotado la puerta.

Me acaricié la sien. Dan y Angie me miraban con lástima.

Hasta yo mismo me miró con lástima.

—Bro, no te atormentes. –Me aconsejó Dan dándome unos golpecitos en los hombros.– Pronto todo esto va a acabar, y todos podremos ser felices.

—Hay tantas preguntas que no se por cual empezar. Necesito averiguar todo lo que está pasando. –Murmuré cansado.–

—Por Addeline no te procupes, se pasará. –Habló Angie.– Está enfadada porque piensa que nos ocultaís cosas. Pero ella os ama y tarde o temprano vendrá a pediros perdón a los dos. –Sonrió esta abrazándome.–

La puerta de entrada que seguía abierta se cerró. Miré confundido y me encontré con Max y Matheew.

—¿Qué hacéis aquí? –Preguntó Angie sorprendida.–

—Venimos a haceros una visita. –Sonrió Max acercándose a ella y abrazándola.–

—Las manos donde pueda verlas, si no quieres que te disloque la cabeza. –Gruñó Dan.–

Max sonrió y se llevó a Angie lejos de nosotros.

—Venimos a hablar con vosotros. Tenemos noticias nuevas. –Susurró Matheew para que Angie no escuchara.–

—¿Pretendes que deje a ese imbécil con mi futura esposa? –Preguntó Dan enfadado.–

—Si prefieres que no se enteré de todo, si. –Sonrió Matheew.–

—Ire a hablar con ella. –Dije acercándome a Angie.–

Esta estaba en los brazos de Max. Hablaban de cuánto tiempo no se veían.

No me robarás a mi mejor amiga.

—Angie, ¿podemos hablar? –Pregunté llamando su atención.–

Esta asintió y se alejó de Max. Este se fue con Matheew y Dan que estaban en la entrada.

—¿Podrías  ir con Addeline a ver cómo está? –Le pedí.–

Esta asintió y después de darme un beso en la mejilla subió las escaleras corriendo.

Fui al despacho donde ya estaban los tres esperándome.

Me senté en mi silla acomodándome.

—Habla. –Pedí.–

—Los que atacaron el centro comercial en California no eran yihadistas. –Fue claro Matheew.– Todos creemos que fueron contratados para daros un susto o para coger algo o alguien.

—Yo si que cogí cosas. –Susurró Dan.–

Sonreí insconcientemente. Mi mejor amigo es totalmente único.

—Ya vimos en las cámaras de seguridad en todas las tiendas en las que te has metido. –Se carcajeó Max.–

—No cambien de tema. –Regañó Matheew.– Los del centro comercial no son yihadistas. Eran Italianos.



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