Capítulo 31: Felicidad.

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Capítulo dedicado a: AimeeBatista


Narra Alexandro.


Los ojos de Addeline me miraban con un brillo especial haciendo que mi corazón tuviera un vuelco de tanta felicidad.

Me levanté con ella aún en brazos y comencé a caminar hasta la cocina.

—¿Dónde vas Alexandro? –Preguntó confundida.–

La ignoré con una sonrisa en la cara y seguí caminando.

Roan se encontraba siguiéndonos por detrás. No paraba de ladrar porque creía que le estaba haciendo daño a su dueña

Los pies descalzos de Addeline quisieron bajarse de mi cintura. Gruñí divertido y rápidamente ella entendió que quería tenerla así.

La llevé hasta la cocina donde Dan y Angie se encontraban sentados en los taburetes del desayunador.

Mi mejor amigo se encontraba bebiendo una de las cervezas mientras que Angie estaba haciendo algo en un bol.

—¿Qué haces Angie? –Preguntó Addeline aún en mis brazos.–

Cada vez que ella hablaba su pecho vibraba dándome una hermosa sensación de cosquilleo.

—Intento hacer galletas. Pero este imbécil se está comiendo la masa. –Gruñó Angie viendo como Dan metía el dedo en la masa.–

Dan era bastante ansioso y cuando tenía hambre no le importaba lo que fuera que se lo comía.

—La masa sabe bien. –Resolvió riéndose.– Os veo muy juntos. –Alzó las cejas mirándonos.– ¿A ocurrido algo en el salón? ¡No, espera! ¡No me digas nada! ¡No volveré a sentarme en ese sofá en la vida!

—¡Deja de ser tan mal pensado Daniel! –Gritó Addeline totalmente roja.–

Mi mejor amigo hizo una mueca. Odiaba con toda su alma que le llamasen Daniel, solo a dos o tres personas nos lo permitía.

Jamás pensé que se lo permitiera a mi reina.

Dejé a Addeline sentada en un taburete y me alejé para acercarme a la nevera.

Esta hizo un puchero por haberme alejado haciendo que Dan soltase una carcajada.

—Dame otra cerveza, Alexi. –Se burló Dan de mi.–

Le saqué el dedo medio y cogí la botella de agua.

—No seas imbécil. Dame mi cerveza. –Se volvió a quejar como un niño pequeño.–

Negué divertido y le pase una lata. Este la besó como si fuera lo más hermoso.

—¿No te pones celosa de esa lata, Angie? –Preguntó Addeline con una sonrisa.–

—Creéme, esa lata no tiene ni la mitad de lo que tengo yo. –Respondió Angie bajando del taburete.–

—Me casaría con una lata de cerveza. –Confesó Dan poniendo su mano en el mentón.– Le compraría un traje de novia, y le daría mimos.

—No me lo puedo creer. –Susurró Addeline.– Alexandro, ven aquí.

Alcé una ceja confundido y ella me volvió a insistir. Dejé la botella en la encimera y me acerqué a ella.

Rodeó con sus piernas mi cadera y me pegó a ella.

—Tengo sueño. –Susurró posando su cabeza en mi pecho.–

Liberada © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora