Narra Addeline
Las puertas del salón fueron cerradas de un golpe. Más de veinte hombres se agruparon en las dos puertas que había.
Otros veinte se pusieron en cada ventana que había en la habitación.
Mantenían sus armas al frente esperando un movimiento raro para disparar sin pensarlo dos veces.
Mi hermano se encontraba a un lado de los sofás donde estábamos sentados y amarrados vigilándonos.
Apagaron las luces dejándonos a todos a oscuras.
—No os podéis creer lo valiosos que sois para el gobierno... –Susurró Freya en mi oído.–
Al escucharla me asusté y pegué un pequeño salto.
—No entiendo lo que quieres decir con eso. –Murmuré incapaz de saber dónde estaba.–
Varios pasos se escucharon. Empecé a mirar a todos lados por si encontraba a alguien conocido que nos sacará de aquí. Desgraciadamente no había nadie.
—No busques a los imbéciles de Max y Matheew. Ellos no vendrán a salvarlos como se supone que creéis. –Infornó Freya por algún lugar de la habitación.–
— ¿También tengo que dejar de creer que eres una zorra? –Gruñó Angie.–
Freya sonrió. Pude ver su sonrisa en tanta oscuridad. Rápidamente una arcada se posó en mi garganta amenazando con vomitar.
Suspire para relajarme.
—No se a lo que intentas jugar con todo esto, Freya. –Habló Alexandro por primera vez después de mucho.– Pero reteniendo a todos aquí no vas a conseguir nada.
—Eso es lo que tu te crees, idiota. –Freya se movió por la habitación. Podía escuchar sus pasos.– Yo nunca hago las cosas si no recibo algo a cambio.
—¿Qué recibes si nos matas? ¡Te daré el triple! –Negoció Alexandro.–
—Matare a la persona que tanto he querido matar. Y eso recompensa todo el trabajo que he tenido que hacer para cogeros como quería.
Nos quedamos todos en silencio esperando a que Freya nos siguiera explicando pero en cambio, esta se quedó callada.
Solo buscaba matar a una persona. ¿Pero para que le había comido la cabeza a mi hermano? No había ninguna explicación.
Mike seguía a un lado mirando a la nada. Seguro estaría pensando en como a traicionado a su única familia que estaba bien de la cabeza.
A lo lejos se escuchó como un cristal se rompía.
Una energía de alivio se apoderó de mi cuerpo. Habían venido a salvarnos.
—Han entrado Freya. –Anunció uno de los que estaba en la ventana.–
—Callense y no toquen nada. No pueden saber dónde estamos. –Ordenó.–
Era mi oportunidad para salvarlos. Puede que cuando lo hiciera me maten, pero no me importa.
La vida de mis amigos es más importante.
—¡AQUÍ MALDITA SEA! ¡EN EL SALÓN! –Grité con todas mis fuerzas.–
Todos tenían un celo en sus labios menos yo. Pondría la mano en el fuego si no hicieran lo mismo en esta situación.
Freya se acercó a mí con la rabia sobresaliendo de sus ojos. Me reí en su cara mientras que está me golpeaba con la mano abierta.
—Morirás y me reiré en tu cara, zorra. –Escupí con asco.–
Varios pasos inundaron la mansión. No solo era una persona, eran por lo menos diez. Sonreí internamente al escuchar la puerta que nos separaba de la entrada.
—¡¡Manos arriba!! ¡FBI! –Gritó el hombre que entraba por la puerta.–
Había por lo menos más de veinte agentes detrás suya. Los secuaces de Freya comenzaron a disparar y estos rápidamente se cubrieron con la pared.
Angie lloraba de la alegría de ser salvada. Al verla en ese estado sonreí cómplice.
—¡Coge a la niña! ¡Nos vamos de aquí, Mike! –Chilló Freya mientras me cogía de malas maneras del brazo.–
Hice una mueca del dolor que eso me causó. A esta no le importó y siguió arrastrándome por todo el salón.
Cuando Mike nos alcanzó, me cogió como si fuera un saco de patatas y siguió a Freya como un perro.
—¡Por las escaleras! –Gritó Mike.–
Al escuchar como ayudaba a la persona que intentó matarme varias veces me llené de rabia.
No podía entender el porqué me había hecho esto. ¿Qué era mas importante que su propia hermana?
Como pude moví mis pies y lo golpeé en el pecho. Este se paró durante unos segundos pero después siguió andando como si nada.
—¡Te odio Mike Wells! –Grité con frustración.–
El siguió sin hacerme caso.
Entramos en el gimnasio que Alexandro tenía en su propia casa para poder hacer deporte cuando le diera la gana.
Freya cerró la puerta detrás de que Mike entrara conmigo encima.
—No deberíais estar aquí. –Dijo una vez sorprendiéndonos a todos.–
—¿Quién eres? –Preguntó Freya.–
Yo no veía nada al estar en el hombro de Mike. Pero sabía que había una parte del gimnasio que no se veía sin las luces que estaba cortada.
—Tienes algo que me importa, y pagarás con creces todo lo que has hecho. –Volvió a decir la voz.–
Freya se carcajeó mientras se agachaba a coger el arma que guardaba en pantalón.
—Ven aquí y vuelve a decirlo.
Después todo pasó muy rápido.
Freya apuntó a un punto donde no podía ver, Mike sacó una pistola de su pantalón y apuntó a Freya.
—Muerete maldita zorra. –Gruñó él entre dientes.– ¿Pensabas que no le iba a dar cuenta de lo que querías hacer? ¡Jamas cambiaría a Addeline por ti! No podría destruir a mi luz de la oscuridad.
—¡Teníamos un trato! –Chilló Freya.–
—Ya se quien es mi madre. Después de tanto lo sé y no es gracia a ti. ¡La querías matar! ¡Maldita sea! ¡Me querías dejar solo!
—¡Me tenías a mi! –La voz de Freya retumbó por toda la habitación.
—Tu juego acaba aquí, Freya. Ya no harás más daño a la gente que quiero. Primero fue Mike, después Rand y por último Addeline. Te mereces la peor de las muertes. –Volvió a hablar la voz.–
Un disparo resonó por toda la habitación. El cuerpo sin vida de Freya cayó al suelo llenándolo se. sangre.
Mike me bajó de sus brazos y pude ver a la mujer que había matado a mi peor pesadilla.
—Después de tanto tiempo te vuelvo a ver ángel mío. –Soltó mi madre.–
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Liberada © [EDITANDO]
AçãoTercera temporada de Atrapada Los ojos se me cerraban del cansancio que mi cuerpo tenía. La preocupación se había vuelto costumbre para mi. Pero la culpabilidad jamás abandonó mi cabeza. La cárcel no era tan mala como decían. Si te hacías respetar...