Narra Addeline
Dan se acercó a Angie furioso. Era normal que se enfadara. La agarró de los hombros y comenzaron a reírse los dos juntos como si no le hubiera hecho la broma de su vida.
Alexandro se mantenía serio. Su mirada no se quitaba de mi y eso le ponía bastante nerviosa.
—Estuvo bastante buena la broma. –Exclamó Dan riéndose.– Que sea la última vez que hacéis este tipo de chorradas. –Dijo poniéndose de repente serio.–
—A mi no me a hecho ni puta gracia.–Siseó Alexandro.– ¿Qué cojones estabais pensando las dos?
—Eso mismo te pregunto yo a ti. –Solté sin pensarlo dos veces.– ¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué nos habéis estado mintiendo todo este tiempo?
—Eso ahora no importa. –Gruñó Alexandro dándose la media vuelta para salir de la habitación.–
Le agarré el brazo para retenerlo. Me negaba a que como siempre se fuera sin darme una mísera explicación. Este no me miró, siguió mirando a la puerta.
Me estaba mintiendo y no tenía el valor de decírmelo a la cara.
—Estoy cansada de tus juegos Alexandro. Solo me mientes y me mientes. ¿¡No te cansas!? –Grité harta.– No soy ninguna niña pequeña que necesita que la cuiden como si fuera un bebé.
—¡Solo te estoy protegiendo, Addeline! ¿Volveremos a pelear una y otra vez por lo mismo? –Preguntó suplicante.–
Busqué por la habitación algo con lo que entretenerme. No quería mirar a Alexandro. Era mi debilidad pero me podía la rabia al saber que me había mentido todo este tiempo.
Bufó enojado al no llamar mi atención. Se quitó de mi agarre de malas maneras y me obligó a mirarle.
—¡Respóndeme Addeline! Dices que no eres ninguna niña pequeña, pero cuando haces este tipo de cosas demuestras todo lo contrario. –Ladró.–
Se que buscaba el enfadarme para que no tuviera que darme una explicación de porque me ha estado mintiendo todo este tiempo. Alexandro era así.
Cuando no quería contar algo la cagaba para que no estuviera en la obligación de decir la verdad.
—¿¡Qué está ocurriendo!? ¿¡Qué me estáis escondiendo!? –Grité desesperada.–
Necesitaba respuestas, y sabía que ninguno de ellos me iba a dar lo que tanto necesitaba.
—Addeline tranquilízate. –Rogó Dan abrazando a Angie.–
—¡Me parece increíble! Tu tampoco te libras, Daniel. No solo me has mentido a mi que supuestamente soy tu mejor amiga, si no que también le has ocultado cosas a tu futura esposa. ¿¡No os da vergüenza!? –Chillé.–
Matheew y Max se acercaron a mi para intentar tranquilizarme. Rápidamente los aparté y me puse en medio de la habitación.
—¿Y vosotros? ¡Malditos mentirosos! ¡¡Os acercasteis a nosotras por órdenes de estos gilipollas!! –Los recrimine.–
—Eso no es así Addeline.. –Intentó hablar Matheew.–
—¡Por eso estos dos simios me dejaron ir con vosotros! –Grité mientras dos lágrimas bajaban por mis mejillas.– ¡Me habéis mentido todo este maldito tiempo!
Quisieron acercarse a mi pero no los deje. Pocas veces era las que estallaba pero había llegado a mi límite. Seguía viviendo una vida llena de mentiras y eso me dolía.
Me dolía bastante porque había confiado en ellos sin ni si quiera conocerlos.
—Adde tranquila, las cosas se pueden hablar con tranquilidad. –Suplicó Angie mientras se acercaba a mi.–
—Con mi padre vivía una gran mentira, pero vosotros estáis haciendo lo mismo. Me mentís sin que os importe otra cosa. ¡No me pides que me calme cuando todos piensan que soy una muñeca de porcelana y me romperé! –Estallé en lágrimas.– No os cansáis de hacerme daño. Joder.
—¡Lo hacíamos por ti Addeline! ¿¡Qué no entiendes!? –Gritó enojado Alexandro.–
—¡Lo hacíamos por ti! ¡Lo hacíamos por ti! –Me burlé.– Siempre tienes las mismas mierdas de palabras. Pero nunca piensas en que me gustaría que fueras sincero por una vez en tu vida.
—Alexandro no es una persona mentirosa Addeline. Solo que todos nos preocupamos por ti, pensamos lo que es mejor para ti. Y contarte todo sería romperte aún más. –Explicó Dan.–
—¿¡Qué no entienden vosotros dos!? –Dije con dificultad por las lágrimas.– No me importa romperme una y miles de veces más si con eso ayudó a alguien.
—¡Tu hermano sacó a Freya de la cárcel para atacarte! –Gritó Alexandro.–
Pude jurar que ese grito se escuchó por toda la casa.
Mi corazón se paró mientras miraba perpleja a Alexandro. Es cierto que Mike se había ido sin darme ninguna explicación pero me negaba a que me hubiera puesto en peligro una vez mas.Angie se quedó con la boca abierta mientras se pegaba mas al cuerpo de Dan.
Esto no era posible.
Comencé a respirar con más fuerza. Me faltaba el aire y las lágrimas no ayudaban en nada.
—¡Eso no es cierto! –Grité como pude.– ¿¡Ahora también me queréis poner en contra de mi hermano!? ¡¡Él no me cambiaría por esa escoria!!
—¿Has visto Addeline? ¿Para que cojones quieres que te digamos la verdad si no nos crees? –Siseó con burla Alexandro.–
—Bro, no te pases con ella. –Pidió Dan.– Tiene todo el derecho al enfadarse por no habérselo contado.
—¡Lo se Dan! Pero estoy hasta los huevos de que siempre pase lo mismo con ella. –Frunció el ceño.– Cuando le contamos la verdad no nos cree, pero en cambio le dicen en la calle que soy un puto sicópata y si lo cree. ¡Creía que confiabas más en mi Addeline! ¡Maldita sea!
—¡M... Me has estado mintiendo todo este tiempo! ¿Cómo quieres que confíe en ti? C...Cuando descubro una mentira detrás vienen miles más. –Tartamudeé por la falta de aire.–
—¡Todo es para que no sufras! ¡¡Pero no!! La niña tiene que saber todo a toda hora porque o si no no es feliz. –Chilló con los puños cerrados.–
—Bro se acaba de enterar de que su hermano la cambió. Te estás pasando con ella.–Intentó tranquilizarlo Dan.–
—Yo pienso que es normal que Addeline se ponga así. ¡¡Como le vais a ocultar algo tan grave como eso!! ¡¡Es su familia!!
Ellos siguieron discutiendo y discutiendo. Cada vez me faltaba más el aire y me arrodille al suelo en busca de mas aire. Apoyé mis manos en mi pecho. Un pitido continuó tapaba las voces llamándome.
No podía mas.
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Liberada © [EDITANDO]
AcciónTercera temporada de Atrapada Los ojos se me cerraban del cansancio que mi cuerpo tenía. La preocupación se había vuelto costumbre para mi. Pero la culpabilidad jamás abandonó mi cabeza. La cárcel no era tan mala como decían. Si te hacías respetar...