Capítulo 32: Especial Angie.

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Narra Angie

Estar con Dan era como estar en un circo: aparte de reír y pasarla mal en ocasiones, estar con él era lo que más quería.

Era como si fuera una niña pequeña insistiendo en quedarme en el circo con los animales.

Todas las niñas de este mundo querrían estar en un circo, no lo nieguen.

Me levanté de la cama tapando a Dan que borracho se había quedado sin abrigo ninguno.

Bajé a la cocina donde me encontré a Addeline removiendo una taza sin mirar a ningún sitio en concreto.

—¿Qué te pasa? –Me acerqué a ella y pude notar como se tensó.–

—Buenos días, también. –Intentó bromear.–

Sabía que algo no iba bien. Lo sabía.

—¿Te has peleado con Alexandro? –Pregunté insconcientemente.–

Ella negó con la cabeza frenéticamente. Dejó la taza a un lado totalmente llena de té y me miró.

—No entiendo porque Katherine lo busca tanto. –Confesó en voz baja.–

—Es fácil de entender, Addeline. Alexandro está bastante bueno. –Dije con desdén.– No hay mas que mirarlo una vez y que te den ganas de acosarlo por vida.

Logré que soltara una carcajada.

Era mi mejor amiga y lo menos que se merecía era que fuera feliz.

Cuando Leonor murió fue un gran golpe para mí. Era mi prima, realmente mi otra mitad.

Cierto es que ella se había ido con Chris y ni si quiera nos llamaba para saber cómo estábamos.

Pero eso no quitaba el cuanto la echaba de menos y lo que me había dolido su partida.

—Estas pensando en Leonor. ¿Verdad? –Los ojos de Addeline me escanearon.– Es inevitable no pensar en ella, Angie. Yo también la echo de menos. –Reconoció.–

Los ojos sin quererlo se me aguaron. Addeline notó eso y saltó para abrazarme.

—Hay veces que me siento muy mal. –Reconocí por primera vez en voz alta.– Pienso que podría haber hecho algo para salvarla. –Un sollozo salió de mi boca sin poderlo evitarlo.– Pienso que su muerte fue mi culpa.

Reconocerlo en voz alta era mucho más duro que pensarlo.

Un nudo en mi corazón se estrujó como si le quisieran quitar el agua a un trapo, dejándome sin respiración ninguna.

Mi cuerpo convulsionó y caí al suelo con Addeline aún agarrándome. Ella cayó conmigo y me hizo posar mi cabeza en su hombro.

—En todo caso la culpa sería mía, Angie. –Dijo ella con dificultad.– Os metí en esta vida y os puse en peligro, a las dos. –Hizo una breve pausa para respirar con fuerza.–

Cerró los ojos con fuerza para intentar no llorar, pero una lágrima salieron sin previo aviso de sus ojos.

—Si no os hubiera conocido en ese parque, si no hubiera aceptado vuestra propuesta no habríais sufrido. –Dijo ella al fin, con la voz rasposa.–

Liberada © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora