Capítulo 37: Un pequeño susto

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Narra Addeline

Angie comenzó a rebuscar por toda la habitación sin decirme nada.

Empezó a tirar la ropa al suelo dejándolo todo hecho una porquería. Quise quejarme, pero esta me mandó a callar rápidamente.

Movió la mesita de noche hasta la puerta y la dejo ahí.

—Ayúdame a mover el armario. –Me pidió con una sonrisa en su cara.–

Mi mejor amiga era muy vengativa. Si le hacías algo ella te hacía algo peor. Era más o menos igual que yo en ese sentido.

Solo que en mi opinión se merecían una gran regañina, no matarlos del susto.

Igualmente le ayude a mover el gran armario. Este al principio se resistió. Cuando comenzamos a tirar todo lo que tenía el armario dejo de pensar tanto.

Estábamos haciendo bastante ruido al mi parecer. Pero aún así nadie nos molestó.

—A la de tres comienza a gritar como si te estuvieran matando. –Susurró bajito.–

Yo negué con la cabeza. Esta se acercó a una silla y la tiró al suelo rompiéndola. Cogió una de las patas que había salido volando y me miró.

—Addeline se lo merecen. Nosotros le brindamos nuestra confianza. Y no solo a los dos simios que tenemos como novios, si no también a Chris, Max y Matheew.

Angie tenía toda la razón. No tenían ningún derecho en apartarnos de la realidad y mentirnos en nuestra cara.

Pero por otro lado me imaginaba si todo lo que estoy apunto de hacer me lo hiciera Alexandro. Me enfadaría y no solo eso, me desesperaria al no poder hacer nada.

—No es para hoy Addeline. –Volvió a hablar Angie.– Pronto se darán cuenta y saldrán de la casa. Eso sería muchísimo peor.

Asentí. Si llegaban a salir de la casa no volverían hasta que nos encontrasen. Y los haríamos sentir mas mal de lo que teníamos planeado.

—Esta bien. Creo que es la hora de ponerme modo actriz. –Dije con burla.–

—Golpearé el armario mientras que tú gritas. –Informó poniéndose al lado del armario que estaba enfrente de la puerta..–

Asentí y está golpeó por primera vez el armario. Me miró con cara interrogante al no escuchar mi grito, pero al instante un chillido salió de mi.

—Mas realista, Adde. –Susurró.–

—¡Por favor no! –Grité aparentando estar desesperada.– ¡Te daremos lo que quieras!

Un golpe seco se escuchó en la habitación. Angie había vuelto a pegar al armario.

Alexandro después tendría que comprar muebles nuevos.

—¡No tenemos la culpa de eso! ¡¡Estábamos en California!! –Grité con la cara confundida al escuchar mis propias palabras.–

Algo tenía que inventarme para que no me pillaran. Angie me miró con una sonrisa en su cara mientras sacaba el móvil.

No me importa niñata. Morirás como murió tu amiga. –Se escuchó desde el móvil de Angie.–

Liberada © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora