Esa noche íbamos a salir, los chicos vendrían con nosotras, pero nos darían nuestro espacio. Hacia tiempo no salíamos juntas.
Esa noche las chicas cenaron en casa, mis padres organizaron una especie de parrillada familiar y las invitaron.
Cenamos en una mesa afuera de la casa, con la luz de la luna sobre nosotros. Era una noche hermosa, una noche mágica.
La cena fue agradable, conversamos por horas y reímos.
No tardamos en subir a mi habitación y ponernos guapas, esta noche ellas dormirían aquí, por lo que Benja dormiría con los chicos. Todo iba de maravilla, tenerlas aquí me hacía feliz.Pablo me dió mi espacio, el sabía que quería estar con ellas y además creo que en el fondo, el sabía que algo no andaba bien.
Carla se puso un vestido, y Victoria una falda y una blusa escotada, yo solo me puse mis Jeans favoritos, una remera de tiras y sandalias. Nos veíamos guapísimas. Y por primera vez desde que estábamos aquí mi rostro no Lucía fatal.
Los chicos también se veían muy guapos, como era de esperarse.
Carla y mi hermano se lanzaron un par de miradas, con sonrisas de por medio y reí al verlos, estaba claro que este verano sería la oportunidad perfecta para ellos de concluir ciertos asuntos. Se gustaban desde hacía tiempo y todos lo sabíamos.Cuando nos dirigimos hacia el auto, Pablo me frenó y tomo mi mano mientras los demás avanzaban.
—Te echo de menos preciosa—murmuró en mi oído haciéndome estremecer. Luego me besó, me beso de forma delicada, como si con aquello me dijera que había tiempo para nosotros, que el esperaría, que me daría mi espacio.Le devolví el beso y con mi mano libre acaricié su mejilla.
—Te adoro—dije sonriendo y nos subimos al auto.
Encontramos una discoteca en el centro del pueblo, el lugar era enorme. Dos pisos, con diferentes pistas de bailes y barras. Esto es justo lo que necesitaba, ¡Bailar!
La parte de mi, alocada y divertida despertó y no tardé en llevarme a todos mis amigos a la pista. Ellos tardaron en reaccionar por lo que por unos instantes me encontraba sola bailando en medio de ellos. Me miraban riendo y negando con la cabeza como si yo fuese una especie de bicho raro.
Yo... Estaba feliz.
Mi hermano empezó a mover sus caderas y todos reímos. Al rato nos encontrábamos todos bailando. Intercambiamos parejas, chicas con chicas, chicos con chicos, chicos y chicas.
Parecía que todo volvía a la normalidad en aquella noche en la que todos recordamos que principalmente éramos amigos y nuestra edad era la correcta para divertirnos y disfrutar de momentos como éste.
Mi hermano Sebas tuvo la magnífica idea de tomar rondas de tequila.
Nótese el sarcasmo.
Al cabo de un rato estábamos ebrios, bailando, tambaleando, sudados y perdiendo el control de nuestros cuerpos. Victoria fué la primera en caer, tropezó con el pie de un chico que bailaba a nuestro lado y cayó al piso. Todos rompimos a carcajadas, Pablo la ayudó a levantarse.
La forma en la que la miró no me gustó, había visto esa mirada antes, en mi cuarto, cuando el estaba encima mio. De algún modo ella también lo notó y se sonrojó.
Miré hacia otro lado, seguramente el alcohol en mi cuerpo estaba jugándome una mala pasada.
Mientras miraba a mi alrededor me encontré con los ojos de Benja clavados en mi, tratando de descifrar mi expresión, preocupado. Le sonreí y me devolvió el gesto.
Como dolía mi corazón al recordar sus palabras.
De pronto un movimiento brusco y unas manos sudadas tomaron mi rostro. Y Pablo empezó a besarme, delante de mis amigas, delante de mi hermano, y de su hermano.
Lo alejé un poco, no me gustaba lo que veía en sus ojos. Podía jurar que estaba excitado, ahí, en medio de una pista de baile, con nuestros amigos viendo.
—Pablo detente ¿Qué te ocurre?
—Te quiero princesa, quiero besarte, quiero hacerte mía—dijo intentando mantener el equilibrio. Estaba completamente borracho.
Oh, ya comenzaba a fastidiarme su actitud.
—Deberíamos irnos ya—supliqué.
Nuestros hermanos y las chicas nos miraban preocupados. Benja parecía estar conteniendo las ganas de matar a su hermano. Y Sebas no se veía feliz. Pablo estaba arruinando el momento, tenía que llevarlo a casa.
Cuando vieron la tristeza en mis ojos estuvieron de acuerdo en que lo mejor era irnos. Pablo y Victoria se veían realmente mal.
Es por cosas como estas que el tequila es para adultos.
La noche no había terminado para el resto de nosotros. Así que luego de acostar a Pablo y a Victoria cada uno en sus habitaciones nos dirigimos a la piscina. Hacia calor y la noche era maravillosa. La luna iluminaba todo el lugar. Mi hermano, Carla, Benja y yo nos sentamos en el borde de la piscina con los pies dentro.
—¿Creen que el se encuentra bien?—pregunté y todos se percataron de la decepción en mi voz. Se hizo un silencio incómodo.
—Claro que si. No es la primera vez que esto pasa Mel. Es normal, a nuestra edad, solo necesitaba descansar y mañana estará bien—dijo mi hermano intentando tranquilizarme. Asenti y sonreí débilmente.
—No te preocupes Mel, estará bien—afirmó Benja y tomó mi mano. La tomé con fuerza. Lo necesitaba.
Sebas salpicó a Carla y eso fué suficiente para que ambos se tiren a la piscina a jugar como dos niños, que se gustan, claro.
Benja y yo permanecimos en silencio por unos minutos. Comenzó a hacer círculos con sus dedos en mis manos,mi cuerpo se estremecia a su tacto. Mi corazón latía con fuerza. Cerré los ojos unos segundos recordándome a mi misma que era lo correcto. Y lo único que pude hacer fue recostarme en su hombro, y mientras miraba la luna, por el rabillo del ojo pude ver a mi hermano besar a mi amiga Carla dentro de la piscina.
Bien por ellos.
Pablo
Me desperté en la cama y podía sentir como todo me daba vueltas. Sabía que estaba borracho, aún así parecía no entrar en razón. Necesitaba a Mel, necesitaba sus labios, su tacto, su cuerpo. Quería hacerla mía, darle placer, hacerla estremecer, hacerla mujer.
Imaginé que todos dormían y me dirigí a su cuarto,necesitaba besarla, tocarla. Me sorprendí al entrar a la habitación y ver a Victoria recostada en su lugar, con su pijama y se veía jodidamente sexy.Me acerqué a la ventana que daba hacia el patio y vi a Mel y a mi hermano tomados de la mano, mientras ella descansaba en su hombro y el la acariciaba, ella se veía feliz... Junto a él.
Sentía como la furia crecía en mi interior y un ruido en la cama me hizo sobresaltar.
—¿Pablo? ¿Eres tu?—dijo Vicky somnolienta.
Me senté en la cama y ella abrió los ojos sorprendida y pude notar como se sonrojaba, podía ver su agitación gracias al movimiento de su pecho, y a través de ese pijama,que hacía que sus pechos sean perfectos a la vista.
En ese momento supe que estaba perdido.
Me recosté junto a ella y nuestras bocas se devoraron con desesperación, con urgencia, estábamos excitados y nuestros cuerpos reaccionaban al tacto del otro. Perdimos el control y lo inevitable sucedió.
Si les gusta la historia no olviden votar y/o comentar.
Gracias por leer ❤
ESTÁS LEYENDO
MI VERANO CON ELLOS © [Terminada, En Edición]
Historia CortaMel, de 17 años. Es extrovertida, aventurera y muy alegre. Toda su vida ha estado enamorada de sus dos amigos de la infancia, los mellizos Benjamín y Pablo. Son casi familia, pero las cosas cambiarán este verano, cuando ella descubra que no es la ún...