Capítulo 29

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a noche estaba hermosa. Salvo por la presencia de Lola, me sentía muy a gusto, con todas las personas que más quiero reunidas en una mesa. Además me hacía muy feliz saber que Pablo y Vicky estaban bien, ellos se querían y se merecían ser felices juntos.
Aún así una parte de mi corazón estaba roto, sentía que mi oportunidad con Benja se había esfumado, éramos dos desconocidos ahora. No sólo había perdido al amor de mi vida, sino que también perdí a mi mejor amigo. Aquello estaba matándome.

La cena estuvo deliciosa. Pero cuando se hizo la medianoche nuestros padres se fueron a dormir.

—¿Qué haremos ahora? La noche esta pañales—dijo Pablo y no pude evitar reír.

—Deberíamos ir a una disco.

—Deberíamos ir a la playa.

Dijimos mi hermano Sebas y yo al mismo tiempo.

—Podríamos hacer las dos cosas—dijo Carla. Asentimos.

Primero nos dirigimos hacia la playa. La noche estaba iluminada por la luna llena, que se reflejaba en la playa, creando un paisaje maravilloso. El agua estaba tranquila y había poco viento. Hacia calor.

—Esta noche podríamos nadar desnudos—Murmuré y pocos pudieron oírme.

—Estas loca—dijo Vicky que se encontraba a mi lado y había podido escucharme.

—Mel quiere que nademos desnudos.

—Podríamos hacerlo al volver de la disco—anuncié.

Todos se miraron riendo y negando con la cabeza.

—Lo haremos—dijo Benja clavando sus ojos en mi. Asentí.

Oh mi corazón.

—Pero ahora podríamos jugar a otra cosa—dijo Pablo tomando una botella vacía que yacía en la arena.

Oh no de nuevo. Rodé los ojos.

—¡Si!—dijeron todos al unísono, excepto Benja y yo.

No me entusiasmaba la idea y creo que a él tampoco.

Nos sentamos en círculo con la botella en medio de nosotros.

Deja vu.

La maldita botella comenzó a girar, seguramente impulsada por el mismo demonio.
Estábamos las chicas de un lado y los chicos del otro.
Primero señaló a Carla y a mi hermano.

Eso sería fácil.

Se besaron tanto tiempo que no tardamos en reírnos y burlarnos.

Luego fué el turno de Pablo y Vicky.
Cuando los vi acercarse y vi como se miraban. Sentí un calor agradable en el corazón. Hacían una pareja increíble juntos.
Se besaron en forma tímida y sonrojados. Fué lindo verlos.
La maldita botella volvió a girar y fué el turno de Lola y Gustavo. Largué una carcajada y todos me miraron.

Se besaron suavemente y cuando terminaron ambos se sonrojaron y se miraron a los ojos.

Ups.

Como si fuera cosa del destino, la única pareja que no se había besado eramos Benja y yo. Pero la maldita botella impulsada por el diablo nos señaló.
Se hizo un silencio incómodo y todos nos miramos. La única que no entendió nuestras miradas fué Lola. A la que pude ver tocar sus labios sonrojada luego de que mi amigo Gustavo la besara.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza cuando Benja se acercó a mi. No me miraba a los ojos y eso me dolió.

—Benja, mírame—susurré.

La tristeza en sus ojos, rompió mi corazón.
El no reaccionaba, así que me acerqué a el y le tomé el rostro entre las manos.
Y lo besé, lo besé suavemente, el colocó sus manos en mi cintura y pegó mi cuerpo al suyo. En ese momento el mundo se detuvo.
No había nadie más alrededor para mi. Solo estábamos el y yo.
Sentía mis ojos humedecerse mientras nuestros labios se fundían en uno. Estuvimos varios minutos besándonos. Hasta que Lola habló.

—Creo que ya ha pasado mucho tiempo—dijo molesta.

Benja y yo nos miramos y sonreímos.
Sabía que no lo había perdido. Lucharía por el.

MI VERANO CON ELLOS © [Terminada, En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora