Capítulo 30

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Luego de jugar a la botella nos dirigimos a la disco del pueblo

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Luego de jugar a la botella nos dirigimos a la disco del pueblo. La misma en la que habíamos tomado Tequila hasta embriagarnos.
Yo fui todo el camino en silencio tocando mis labios y sonriendo como tonta. Como extrañaba esos labios, los labios de Benjamín. Supe al besarlo que el todavía me amaba.

Llegamos al lugar, que estaba repleto de personas bailando y en estado de ebriedad.
Pedimos unos tragos y nos pusimos a bailar. Bailamos hasta el cansancio. Luego de muchos tragos y muchos bailes la noche estaba a punto de terminar. La pasamos bien. Debo admitir que todos estábamos un poco ebrios.
Estaba bailando con Pablo y me giró bruscamente.

—¿Estas bien? Te ves fatal.

—Ya deberíamos irnos.

Me dí cuenta que trataba de mantenerme junto a él.

—No voltees, quédate conmigo.

Era obvio que el no quería que vea algo. Así que me volteé.
Benja estaba besando a Lola en medio de la pista. Mi corazón se agitó un poco y mis ojos se humedecieron. Mi hermano, Pablo y los demás me miraban angustiados, esperando mi reacción.

—Deberíamos irnos—dije, apretando mis párpados para que las lágrimas se queden ahí y sonriendo débilmente. Ellos asintieron con la cabeza. Carla tomó mi mano y me sacó del lugar, por el rabillo del ojo pude ver a Pablo dirigirse hacia donde su hermano estaba para avisarle de nuestra partida.

—Ya vámonos idiota—gritó.

El camino de regreso costeaba la playa. Todos íbamos en silencio, excepto Lola, que estaba completamente borracha y no dejaba de gritar y llamar la atención, tomada del brazo de mi alma gemela. Mi hermano y Carla iban tomados de la mano. Pablo y Vicky, caminaban uno al lado del otro. Yo iba sola adelante, con Gustavo intentando seguir mis pasos.

Cuando estoy molesta camino más rápido.

El aire me había sentado bien y me sentía mejor, parecía que el alcohol había desaparecido de mi cuerpo.
Estaba equivocada.

De repente tuve una idea. Sentí el loco impulso de nadar. Estaba amaneciendo y el mar estaba en calma y solitario. El paisaje era algo hermoso.
Comencé a dirigirme hacia la playa.

—¿Qué haces Mel? ¿Te encuentras bien?—dijo Gustavo. Pero no hice caso.
Comencé a aumentar el ritmo de mis pasos y comencé a sacarme la ropa.

Lo haría. Nadaría desnuda nuevamente. Lo necesitaba.
Probablemente el alcohol me dio el coraje de hacerlo. Pero no importaba.

Escuchaba a lo lejos las voces de mis amigos llamándome. Pero una vez que el agua mojó mis pies no pude detenerme.
Ellos se acercaron a la orilla.

—¡Deberían hacerlo, es maravilloso! —grité, y me zambulli.

Ninguno se animaba a hacerlo.
Pero para mi sorpresa el primero fué Benjamín. Comenzó a sacarse la ropa y no pude evitar mirar. Su cuerpo era delicioso a la vista.
Los demás nos observaban como si estuviéramos locos.
Tal vez lo estábamos.
El se acercó a mi.

—¿Qué haces Mel? Vas a enfermarte.

—¿Te importa?

Luego se giró y dirigió su mirada a los demás, que todavía se encontraban en la orilla, dudando. La verdad es que el agua estaba muy fría. Empezaba a arrepentirme, esto era una locura. Probablemente Benja tenga razón y termine enfermandome. Pero no iba a aceptar su petición tan fácil. Así que comencé a nadar, alejándome de el y metiéndome más adentro del mar.

—Ustedes vayan, nosotros los alcanzamos luego. Necesito un minuto con Mel a solas—gritó.

Los demás accedieron y comenzaron a marcharse. Lola dudó unos segundos y, finalmente accedió completamente molesta.

El se acercó a mi.
Ya no podía ver a los demás.

—No necesitas cuidarme, no eres mi padre, ni mi hermano. No tienes que fingir que te importa—espeté.

Cuando el abrió la boca para responderme, sentí una enorme ola detrás de mi.
Fué un golpe brusco. Giré  bajo el agua unos segundos. Tragué un poco de agua y sentía mi nariz arder a causa del agua salada.
De repente Benja tomó mis manos y me sacó a la superficie.

—Estas loca Mel, claro que me importas, siempre serás mi mejor amiga, a pesar de todo lo que ha pasado—dijo, con tristeza y me acercó a el para abrazarme fuerte.

Sentir su cuerpo desnudo junto al mio en el agua fue maravilloso. El me daba el calor que me hacía falta. El era la luz en la oscuridad. El era, el amor de mi vida.
Lo abracé fuerte. No quería que el tiempo pase. Quería que el reloj se detenga en ese momento en el que el me tenía en sus brazos. Lo amaba, lo necesitaba.
Pude sentir como mis lágrimas caían por mi rostro, para depositarse en su hombro y mezclarse con las gotas de agua en su cuerpo.

—Quiero ir a casa—dije y el asintió.

Espero que les guste la historia. Ya queda poco para el final. Así que disfruten :)
Muchas gracias por leer ❤
Entiendo que no soy la mejor escribiendo. Pero pongo lo mejor de mi.
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MI VERANO CON ELLOS © [Terminada, En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora