Capítulo 26

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Benja no apareció en todo el día

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Benja no apareció en todo el día. Pablo estuvo encerrado en la habitación y nuestros padres seguían en sus cosas, no tenían ni idea de lo que estaba pasando. Sebas estuvo todo el día con ellos.
Yo quería, mejor dicho, necesitaba estar sola. Así que cuando el sol tocaba el horizonte me fui a la playa. No había mucha gente, ya que cuando empezaba a anochecer se marchaban.

Cerré los ojos mientras podía sentir el sabor del mar casi en mi boca. El viento volando mis cabellos, el ruido de las olas, el sonido de los pájaros. La arena fresca en mis pies. Sentía una paz absoluta.
Me sentía tranquila por primera vez en muchos días.
Es increíble como todo puede cambiar en tan poco tiempo. Como las acciones y palabras de otros afectan nuestras vidas. Como nos hacemos daño a nosotros mismos y a otros.
¡Que egoístas somos!
Se supone que el amor es algo bonito, pero a veces se vuelve algo insoportable de tolerar y duele como el demonio.

Una lluvia de recuerdos me invadieron. Cuando conocí a los mellis por primera vez, las promesas que nos haciamos de pequeños, como junto a mi hermano nos habíamos criado los cuatro. Los vi volverse hombres y ellos me vieron transformarme en mujer. Nuestra amistad era más fuerte que el tiempo, que los problemas, peleas y distanciamientos, pero no era más fuerte que esto.
De repente me sentía completamente sola y al mirar alrededor me di cuenta que literalmente, lo estaba.
Teníamos que cerrar este capítulo y comenzar de nuevo, nuestra amistad es más fuerte que todo esto. Perdonaría a Victoria, perdonaría a Pablo. Pero una pregunta sonaba en mi cabeza sin dejarme tranquila

¿Podría Benja perdonarme?¿tendríamos una oportunidad algún día?
Por ahora me limitaría a arreglar las cosas. Pero mi siguente paso sería conquistarlo, nuevamente. Para siempre.

Emprendí mi camino a la casa con una sonrisa en el rostro. Estaba dispuesta a arreglar las cosas, con todos y para todos.
Al llegar me sorprendí al escuchar risas y voces provenientes de la casa.
Imaginé que todos estaban reunidos en la mesa para cenar.
Y no me equivoqué. Todos estaban allí, nuestros padres, mi hermano, Pablo y Benja.
Pero algo estaba mal, alguien más estaba en la mesa, sentada al lado de Benjamín, tomando su mano.

Mi corazón se rompió al verlo. Creí que todos escucharian como se rompía a pedazos, pero nadie lo notó. Benja fijó su mirada en mi por un instante y luego se giró hacia su invitada y le sonrió.

Era claro lo que estaba haciendo, estaba continuando con su vida, pero era obvio que yo no formaba parte de sus planes.
Tenía ganas de llorar, gritar y patalear, pero sólo me limité a unirme a mi familia en la mesa, con mi corazón hecho un bollo, tirado a la basura.

—Hija, llegaste justo a tiempo—dijo mi madre al servir la comida en la mesa. Asenti y sonrei débilmente. Pablo y mi hermano me miraban apenados.

—Soy Lola—dijo la chica sentada junto al amor de mi vida, extendiendo su mano.

—Soy... Mel, un gusto conocerte—mentí, con la mejor de mis fingidas sonrisas.

—Benja me ha hablado mucho de ti—dijo, y vi como Benja se acomodaba en su asiento incómodo.

—¿Hace mucho se conocen?—interrogué, sintiendo la miraba de mi hermano y los mellizos clavadas en mi.

—Nos conocimos en el encuentro de bandas locales. En realidad fué algo muy gracioso, Benja estaba corriendo entre la gente, parecía que un fantasma lo había espantado, y yo que soy torpe y despistada no lo vi venir, y me chocó, haciendo que caiga al suelo y golpee mi trasero en la arena. Se disculpó, me preguntó si estaba bien y se fué. Anoche el apareció en el bar que yo trabajo y nos volvimos a chocar. Y hoy pasamos el día juntos en la playa—dijo y sus mejillas se tornaron rosadas.

Quería morir ahí mismo.
Ella era agradable y preciosa. Pero estaba con mi Benja. No podía tolerarlo.

—Ahh—respondí sin mostrar el más mínimo interés.

—Mel esta tarde vimos a Gustavo en la playa—dijo mi madre.

—El también está de vacaciones aquí—espeté, mientras jugaba con mi comida. No tenía apetito.

—Ese chico esta loco por ti hija, se puso tan nervioso cuando nos vió.

Y de repente la perra que tengo dentro volvió.

—Saldré con el mañana, es un chico agradable.

Se hizo un silencio incómodo. Sentía los ojos de Benjamín clavados en mi. Pero no lo miré ni una vez.
Si el quería jugar, jugariamos.
Sabía que estaba destrozada y no le importó traer a una chica a casa.
Pasé de la tristeza a la furia en un segundo y en este momento quería la guerra.

—Nuestros chicos están creciendo—exclamó el señor Valente y me hizo sonrojar.

Le tengo mucho respeto a este hombre. Es como el tío dulce y agradable que nunca tuve. Me incómoda escucharlo hablar de mi vida amorosa.

—Podrías invitar a Gustavo y a las chicas a cenar mañana, haremos una gran parrillada—anunció mi madre y girandose hacia Lola exclamó

—Tu también puedes venir linda.
Lola asintió y sonrió a mi madre.
Mierda. Ella no.

—De acuerdo, les diré y si me disculpan, ya he terminado. Iré a leer un libro.

Me levanté de la mesa y me fui a mi cuarto.

Al llegar a mi habitación me sorprendí al ver las cosas de mi hermano en el lugar de Benjamín.

Con que así serán las cosas.

MI VERANO CON ELLOS © [Terminada, En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora