Capítulo 42.

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Jesús.

Desgraciadamente, cuando llegué a Mairena me di cuenta de que ya no me parecía tan bonita si no me acompañaba María.
Al llegar- hace dos días- subí directamente a mi habitación de la infancia y, tampoco me gustaba si no estaba ella, como la última vez.
Mamá no me preguntó nada, se limitó a abrazarme mientras yo sollozaba en sus brazos como un niño pequeño.
¿Qué más puedo hacer? He sido yo el que la ha jodido.

Un golpe en la puerta me hace salir de mis pensamientos, donde me paso las horas sumergido.

— Cariño — me llama mamá, con tono dulce. Pasa dentro y me sonríe — Es Dani —dice, elevando el teléfono de casa frente a mí.

Antes de marcharme de Sevilla apague mi móvil. No queria-ni quiero- hablar con nadie.

—Mamá no me...— comienzo, pero me interrumpe.
— Es tu hermano. Y está preocupado por ti, lleva llamando todo el día.

Suspiro y alargo el brazo para que me pase el teléfono. Después ella se marcha a preparar la cena.

— Hola — musitó.
—¡Hermano! Dios, menos mal que te dignas a hablar conmigo...
—Dani no tengo ganas de hablar con nadie solo...—siento como pierdo la voz y una lágrima resbala por mi mejilla.
— Lo entiendo, pero soy yo, joder bro siempre hemos sido los dos no puedes apartarte también de mí...
—Lo siento. Necesito alejarme.

Se hace un breve silencio.

—¿No...has hablado con ella? —interroga — ¿O intentado? — añade segundos después.
—No — suspiro— lo intenté los dos primeros días antes de decidir venirme a casa, pero...nada. Y no quiero que me odie más Dani, nadie sabe lo que la quiero y lo que necesito que vuelva conmigo. Pero no la merezco — hago una pausa— Tengo que hacer lo mejor para ella y eso significa alejarme, dadle espacio y que avance...sin mí— no me responde.
—Sé que es pronto y no soy nadie para meterme, pero deberías luchar por ella Jesús. Que vea que la quieres de verdad y que todo eso forma parte del pasado — me aconseja Dani.

Se escucha la puerta del coche y seguidamente la voz de mi cuñada.

—María no quiere hablar con nadie.

Siento una presión en el pecho al oír su nombre. Por lo que capto, deduzco que están en el coche enfrente del portal de mi chica.
Bueno, ya no es mi chica.

—Espera...— le dice mi gemelo — Jesús, te llamo en un rato.

Asiento aunque sé que no puede verme. Se toma mi silencio como un sí y cuelga. Yo no puedo hacer más que acurrucarme en la cama, ¿Cómo estará?
Espero que lo lleve lo mejor que pueda. No quiero hacerle más daño.

María.

— ¿Ya se ha ido? — interrogo, asomandome al pasillo. David asiente.
—Estaba fatal. Alicia no tiene la culpa de nada.
— Lo sé, pero no puedo... No aún — susurro, tapándome la cara al sentir las lágrimas salir de nuevo.

Escucho los pasos de mi hermano y segundos después como me abraza. Me escondo en sus brazos, intentando encontrar un refugio.

—No me quiere— murmuro — Nunca lo ha hecho.
—María, quizás si hablas con...— comienza, pero le interrumpió.
—No — me niego — Jesús no me quiere, ha pasado de mí, ni siquiera a venido a buscarme aun corriendo el riesgo de no querer verle.

David no vuelve a decir nada más. Sabe que tengo razón. Joder, claro que la tengo y no veas como me duele. Que no haya sido capaz de venir a por mí me hace darme cuenta de que nunca me quiso, de que me trague sus palabras bonitas como una tonta.
Me enamoré de él como una tonta.
Suena mi móvil en la habitación y mi hermano me hace un gesto para que conteste. Por suerte se trata de Miriam.

Si aún te quieres quedar {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora