María.
Después de cenar con Alicia y los gemelos, Jesús y yo nos vamos a la cama. Es un gran alivio poder contar con él. Le hace tanto bien a mi vida. Ha conseguido que confíe en él, que deje atrás mis miedos.
Atrás del todo... no. Siguen ahí. Las pesadillas siguen ahí.
Pero gracias a Jesús están remitiendo, está logrando que esa noche desaparezca de mi vida.
- ¿Tienes frío? – me pregunta el gemelo mayor, tumbándose a mi lado en la cama.
- No. Pero abrázame – le pido.
No duda en hacerlo. Y aunque tengo muchas cosas en la cabeza, una charla pendiente con David y apuntes que estudiar, consigo quedarme dormida minutos después, con las relajantes caricias de Jesús en mi pelo.
***
La mañana en la universidad pasa tranquila. Por suerte Alicia me ha dejado unos cuantos folios para poder tomar apuntes y después pasarlos a mi archivador. Ahora me encuentro en la puerta principal del campus, esperando a los gemelos, junto a la pelirroja.
Estoy nerviosa. Porque, quiera o no, ahora tendré que ir a casa para cambiarme e ir al trabajo. Con suerte, le pediré a Jesús que me acompañe y así no tendré que enfrentarme a David.
Llegan los chicos acompañados de Eric y Carlos, sus mejores amigos. Proponen de ir a tomar algo rápido todos juntos, ya que casi todos trabajamos después.
Ya en la mesa del pequeño bar, le susurro a mi chico en la oreja que me acompañe a casa. Como ya sabía responde que sí.
Y como si me espiara, llega un mensaje de mi hermano a mi iphone.
"¿Vas a venir a casa? Tenemos que hablar, por favor "
Decido no responderle, total, vaya o no, no voy a hablar con él. No ahora. Quizá esta noche, porque no voy a huir siempre. Sé que tampoco es tan grave lo que ha hecho, pero me siento terriblemente herida viniendo de David.
Jesús me lleva a casa y sube conmigo como había prometido. Cuando abro la puerta, respiro hondo antes de pasar, debo ser firme. Camino a paso rápido hacia mi habitación. Sé que David está aquí, le escucho en la cocina.
Cojo la ropa del trabajo y la guardo en la mochila de la universidad. Escucho a Jesús hablar con mi hermano en el salón. Salgo y nuestras miradas se encuentran.
- Hola – saluda, acercándose a mí. Alzo una mano para que se detenga.
- Llego tarde. Nos vemos esta noche.
Dicho eso salgo del piso seguida de Jesús. Se ofrece a llevarme en coche. Cuando llegamos, antes de bajarme me giro para mirarle. Me acaricia la mejilla, con cariño.
- Te quiero – dice, antes de besarme.
Y le devuelvo el beso con ganas. Intentando así darle las gracias, por todo.
Alicia.
Me lavo los dientes, asqueada. ¿De dónde vienen estas nauseas y vómitos constantes?
Llevo así desde que volvimos de Mairena. Estoy intentando que Dani no se entere. Seguramente no sea nada y él se preocupa y exagera todo demasiado. Por suerte, se encuentra trabajando así que no ha presenciado mi escena.
Vuelvo al salón y me siento de nuevo en el sofá con mis apuntes de la universidad. Pero no consigo concentrarme, porque están pasando muchas cosas por mi cabeza.
¿Existe la posibilidad de que esté embarazada?
Niego rápidamente con la cabeza, quitándome esos pensamientos. Es imposible, tomo la píldora....aunque creo que las ultimas veces, la olvidé.
Comienzo a hiperventilar. No puede venir un bebé. Es imposible.
¿Cómo se lo tomaría Daniel si fuera así? De repente, me imagino a un pequeño niño moreno y de grandes ojos marrones corriendo por el salón, jugando con su tío Jesús.
Y si estoy embarazada... ¿qué haría yo?¿Lo tendría?
"Deja de sacar conclusiones precipitadas, Alicia" me digo.
Intento ralentizar mi respiración, convenciéndome mentalmente de que es imposible que haya un bebé dentro de mi barriga. Y también me convenzo de que, si fuese cierto, todo iría bien.
Dani me quiere.