María.
- ¡No! ¡No! ¡Suéltame! – grito desesperada, incorporándome en del sofá.
- Eh, cariño – me llama Jesús, abrazándome desde atrás – Es una pesadilla, estoy contigo.
Me giro para quedar cara a cara con él. Limpia las lágrimas que discurren por mis mejillas y deja un beso en mi frente. Le abrazo fuertemente, sintiendo así que todo ha pasado. Que todo está ahora bien.
- ¿Qué soñabas, María? – cuestiona, devolviéndome el abrazo. Suspiro.
Es ahora o nunca. Le miro a los ojos y me doy cuenta de que necesito contárselo, necesito desahogarme con él porque me va a entender.
- Fue hace tres años... - comienzo, limpiando mi cara con el dorso de la mano – volvía de casa de una compañera de clase, había organizado una fiesta. Eran las 3 más o menos de la madrugada, y no quería molestar a mi hermano ni a mis padres así que volví sola.
En este punto de mi relato, mi llanto es descontrolado.
- Ya está mi niña – susurra Jesús, acariciando mi pelo – no tienes que seguir si no quie...
- Sí quiero - le interrumpo – el caso es que me quedaba poco para llegar a mi casa, tampoco quise que nadie de la fiesta me acompañase. De repente, escuché pasos detrás de mí y cuando me giré vi a alguien.
Veo como la cara de Jesús se está descomponiendo, pero lo intenta disimular.
- No pude verle bien. Sus pasos se aceleraron así que yo eche a correr, escuchaba cómo esa persona corría más rápido y yo aumenté mi ritmo, presa del pánico. En un descuido, tropecé. Pero no caí al suelo porque esa persona me agarró por la cintura. Camino hacia un callejón y... - rompo a llorar, más fuerte aún – yo intentaba soltarme... pero era más fuerte que yo. Era un chico pero no podía verle la cara, me quitó la ropa y...
- Está bien. Para. Es suficiente.
Elevo la mirada y veo que Jesús también está llorando, menos que yo e intentando hacerse el fuerte. Nos abrazamos fuertemente. Él me consuela y no para de dejar besos en mi pelo.
- Nunca llegue a verle la cara – continúo, una vez nos hemos vestido y estoy preparando algo rápido para desayunar – un coche nos alumbró pero él ya había conseguido su propósito y se marchó corriendo – me encojo de hombros – desde entonces tengo pesadillas.
- ¿Sólo lo sé yo? – pregunta Jesús, mirándome con dulzura. Asiento.
- No podía contarle esto a nadie. Pero desde que te conocí... todo ha sido diferente. Me has dado confianza en mí misma, que perdí aquel día. Confianza en los chicos. Y lo más importante... me has hecho ver que el amor existe, no solo en las novelas.
Le sonrío tímidamente y él se acerca a besarme.
Después de comer, volvemos a Sevilla. Y siento que me he quitado un peso de encima. Que ahora, de verdad podré vivir mi vida y podré querer a Jesús en todos los aspectos.
Me deja en la puerta de casa y nos despedimos, quedando al día siguiente para desayunar con su hermano y Alicia.
Jesús.
Desde que María me contó su historia, no he tenido mucho tiempo de procesarlo. No me lo he permitido. Porque me iba a volver loco y no quería hacerlo delante de ella. Aparco y antes de bajar del coche le doy un puñetazo al volante. Conforme empezaba a contarme... sentía a cada palabra un puñal en mi espalda. No podía ser.
Entro en el piso llorando, sintiéndome impotente.
- Eh, Jesús, ¿qué pasa? – interroga Dani, viniendo a la puerta.
- Yo... - lloro – soy un cabrón, un capullo y... dios.
Me lanzo a los brazos de mi gemelo. Buscando un consuelo que sé que sólo él podrá darme.
- Cuéntame – pide, una vez nos sentamos en el sofá - ¿ha ido algo mal con María?
- Con ella no – confieso – pero va a ir mal... - sollozo – Dani es ella.
- ¿Qué dices?
- El error Dani. Eso que lleva persiguiéndome tres años. Eso que hice inconscientemente y de lo que me arrepiento cada día.
- No jodas, Jesús – se pone pálido mi hermano, mientras yo no dejo de llorar – No me digas que María es quién...
- Sí, a quien violé aquella noche – rompo a llorar desconsoladamente.
***
¡¡¡Y se desvela el gran secreto de ambos!!!
Si tenéis alguna duda o simplemente algún comentario, dejádmelo que me encantaría saber lo que opináis de la novela.
Espero que disfrutéis del capítulo y hasta el siguiente.
¡Besos!