Luego de vendarme la mano, charlar, y comer un poco, Jonathan me acompañó a casa. Creí que solo había pasado como máximo dos horas, pero estaba equivocada, fueron tres horas y media. Temía por lo que me dirían cuando llegara a casa, ni siquiera les había avisado a mis padres, olvidé por completo chequear el teléfono.
Mi compañero quiso acompañarme específicamente hasta la puerta de mi casa, y aunque me negué, el chico era muy caballeroso, o simplemente muy insistente.
No llegué a introducir la llave en la perilla porque alguien la abrió automáticamente. Recé por unos segundos a que fuera papá, pero fue Elena quien lo hizo. Se le veía furiosa, y preocupada.
Se puso más furiosa en cuanto me examinó y vio la venda en mi mano.
—¿Que te pasó?
Después de todo, agradecí que Jonathan me acompañara. Él evitaba que mamá se pusiera a gritar en medio de la puerta.
—¿Por qué has llegado tarde? —papá se sumó al interrogatorio, solo asomando su cabeza por la ventana. — ¿Hola?
—Buenas noches, señor —saludó Jonathan.
—¿Quién es tu amigo, Sophie? —preguntó mamá, usando ese tono típico de advertencia.
—Primero... —empecé—. Sé que debí avisar. Él es Jonathan, el exnovio de mi amiga Angélica, y fui a su casa porque tuve un pequeño accidente con... algo que les contaré después. —necesitaba tiempo para crear una mentira creíble —. No le presté atención a mi teléfono y se me fue por completo la noción del tiempo. Jonathan está aquí para confirmar la historia.
Sonreí. Una sonrisa podría apaciguar el temperamento de mamá, tal vez.
—Confirmo todo, también la traje de vuelta. —dijo Jonathan dándome un pequeño empujón como si fuera un trofeíto bien cuidado.
—¿Tú le vendaste la mano? —preguntó papá.
—Si —asintió orgulloso. —. Tengo experiencia porque juego futbol.
—Raúl también juega futbol. —analizó papá.
Por primera vez, en mucho tiempo, Elena y yo nos coordinamos y miramos a papá con reproche. Ella sabía que había terminado con Raúl, pero había olvidado decírselo a papá. ¿Ups?
—Terminé con Raúl.
—¡Oh! —exclamó, y luego miró a Jonathan. —Entonces, ustedes...
—¡No! —exclamamos ambos, alarmados. Ya habíamos pasado por esto en la mañana, frente a cientos de estudiantes, y con mis padres sería peor. Mejor dejar las cosas en claro de una vez.
—Courtney, mejor entra... hace frío. —mamá me tomó por los hombros y me hizo pasar el umbral de la puerta. —. Gracias, Jonathan.
—No hay de qué, nos vemos —se despidió. —. Nos vemos mañana.
—Hasta mañana. —dije de vuelta.
Mamá cerró la puerta y me llevó hasta la sala.
—No creas que sales impune de esta... —comenzó a murmurar.
—Ya tengo un castigo vigente... ¡que dura dos meses!
—¡Pues ahora tres!
—¡Elena, en tres meses son vacaciones, no puedo estar encerrada!
—Si, Elena, quítale el castigo a Courtney. —dijo papá llegando a la sala. —. Ha llegado con las rodillas raspadas, post trauma para cruzar la calle, la mano vendada, ¿qué hiciste, Court? ¿A quién le pegaste?
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Cuando Ella Llegó
Teen FictionLos estudiantes de la preparatoria Abney High son completamente normales. Sin los estereotipos que caracterizan cada historia; como el mujeriego, la zorra, la sagrada profecía de la nerd y los grupos en la cafetería. Sin embargo, en este nuevo año...