⑮ Caos

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Los pasillos eran extremadamente anchos y, dibujados en la pared, habían miles de mariposas y autos de carrera. Estaba corriendo, pero sentía que era infinito. Llegué a arrinconarme en una oscura esquina para que no me encontraran.

Escuchaba risas que cada vez se hacían más claras, estaban yendo a donde me había escondido. No logré verle las caras, todo estuvo borroso. Sentí como una mano cayó contra mi mejilla y otra que pellizcaba mis brazo. Grité miedosa, pero solo ocasionó más risas.

—Para que veas que conmigo no te metes.

La persona me tomó del cabello y comenzó a jalar hasta un cuarto el doble de oscuro que el pasillo. Pataleé y me rehusé con todas mis fuerzas, pero logró meterme dentro.

—Quien revisa lo que no debe, se entera de lo que no quiere. —fue lo último que oí, antes de ver como cerraban la puerta y me quedaba sola en el cuarto oscuro.

Comencé a gritar, desesperada, y golpeé la puerta con todas mis fuerzas, o con las que creía tener, no veía mis manos...

Solté un fuerte grito y me senté de golpe en la cama. Estaba sudando de pies a cabeza, mi cabello se había pegado al cuello y mis manos temblaban.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe y mis papás ingresaron preocupados. Elena se sentó al filo de la cama a examinarme.

—¿Estas bien? ¿Qué pasó?

Había sufrido una pesadilla, era obvio. Hace mucho tiempo que no padecía de ellas, es más, había olvidado que las tenía. Siempre fue un problema que tenia de pequeña que poco a poco fui olvidando... y volvieron de repente.

Y ahora me preguntaba, ¿Qué significaba soñar con estar encerrada?

—Una pesadilla... —murmuré —. Mierda...

—¡Eh! —exclamó papá, tomando asiento en un lugar más alejado de mi cama.

—¿Qué? La pesadilla fue peor que ese insulto.

Elena acarició mi cabello. —: Dormiré contigo, si quieres.

—Está bien.

Ambas nos acostamos en mi cama, y papá se acercó a darme un beso en la frente. Luego apagó la luz, y Elena y yo nos quedamos a oscuras.

***

Cuando me tiraron el balón, con las justas logré atraparla sin romperme una uña, y cuando traté de darle los botes respectivos, se me resbaló y perdí el control.

Mierda, si fuera jugadora profesional ya estaría en la ruina.

No pude dormir mucho luego de esa horrible y chocante pesadilla, ni siquiera con mi madre al lado. Cuando me desperté tenía unas ojeras que me hacían ver como el gen perdido del oso panda.

Tony nos había mandado a jugar a una partida de baloncesto para evaluar nuestra capacidad física en... supongo que en un partido. Traté de ocultarme detrás de Angélica para no jugar, sin embargo, fue en vano, ya que fui la primera persona que llamó Tony para que fuera a la cancha. Al parecer se dio cuenta de mis intentos de evadir su clase todas las semanas.

Delante de mí venía la melliza Woodgate, dispuesta a robarme el balón... de nuevo. Desde que inició el partido, cada vez que alguien de mi equipo me lanzaba el balón, ella era la primera que se acercaba a quitármelo. No tenían idea de cuantas veces había visto la decepción en la cara de Tony cada vez que veía como me rendía y la dejaba irse a encestar, así que, esta vez, decidí que no ocurriría.

Cuando Ella LlegóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora