㉛ Salvajismo

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Tal como dije, me uní al grupo de baile, que se reunió el sábado para ensayar la coreografía. Estaba a cargo de Ticiana, y lo conformaban Fidelia, Thais, Jamie, Mariel, Kim, Charleen y yo. La mayoría de nosotras no tenía intención de bailar frente a miles de padres, pero no nos quedaba de otra porque nunca nos pusimos de acuerdo. Lo peor de la situación era que la coreografía que Ticiana nos enseñaba era ridícula y vergonzosa, además que no entendíamos los pasos y parecíamos postes tratando de moverse.

Estuvimos practicando por tres horas hasta que nuestras energías no lo permitieron más y caímos rendidas en el suelo del gran salón. Ticiana había logrado reservar la sala de una academia de baile a último momento para ensayar, y lo único que apreciaba del lugar era su calefacción.

—¿Ya hemos terminado? —Kim farfullaba entre jadeos. —En la última ronda di todo de mí y les juro que ya no puedo pararme.

—Igual. —concordó Jamie.

—¡Bien! —aceptó Ticiana. —. Volveremos a ensayar el lunes, martes, y miércoles. El jueves tiene que ser inolvidable.

—Vamos a ser le hazmerreir, ¡y somos los futuros graduados! —se quejó Charleen.

—Nos vemos el lunes. —dijo Ticiana agarrando sus cosas.

—¿Te vas tan rápido?

—Si, Angélica me ha llamado para hacer algunas cosas. ¡lunes, no se olviden!

Salió increíblemente rápido, sin ningún rastro de estar cansada. Me pregunté qué era eso tan importante para que Angélica la llamara. Cuando aún éramos amigas, las veces que hacía eso era para salir o chismosear.

Ja, de seguro era lo segundo.

—Hey, Courtney —Jamie me dio un codazo. —. Tu novio te ha venido a buscar.

Miré a donde me señalaba y vi a Cameron en la entrada de la academia de baile, apoyado en la ventana mientras fumaba un cigarrillo. Tenía su teléfono en la otra mano, y me di cuenta que me estaba llamando cuando el mío comenzó a sonar.

—No somos novios... —mascullé, tratando de llegar a mi teléfono. Terminé perdiendo la llamada.

Charleen soltó un bufido cuando se percató de su hermano.

—¿Entonces que son? —preguntó, uniéndose a la conversación—­. No te di zona neutral para que sean amigos con derechos, Anderson.

—¡Ah! ¿no? — exclamé asustada.

—La verdad no me importa lo que hagan en su habitación, solo no se interpongan en mi cosas.

—Con tus cosas te refieres a Nathan entrando a tu habitación — curioseé.

—No. —dijo determinada. — Me refiero a otras.

—¡Charleen, no finjas con nosotras! —Jamie la rodeo por lo hombros. —Puedes decirnos que te gusta Nathan, no hay problema.

—No me gusta.

—Entonces solo lo besuqueas mientras tu hermano está ocupado con Courtney. —se entrometió Kim. —. No me engañas, los he visto en la escuela.

—¡En la escuela! —exclamé en broma—¡Ni yo, Woodgate!

—Oh —Jamie achinó los ojos, evaluándome. —. Tú te metiste al cuarto del conserje con Cameron.

Ignoré lo que dijo mi amiga y comencé a agarrar mis cosas. El mellizo no me había vuelto a llamar, pero sabía que me esperaba, y con la temperatura baja no aguantaría mucho tiempo en entrar y volveríamos a ser tema de discusión.

Cuando Ella LlegóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora