㉔ Dulces

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El día por fin había llegado, estaba emocionadísima. En la mañana me despertaron mis padres, quienes sostuvieron un pequeño pastel en sus manos mientras cantaban el típico «feliz cumpleaños». Desayunamos juntos y estuvimos toda la mañana en familia, como si su divorcio no estuviera a punto de ser concluido. Fue una mañana como las que solía tener de pequeña.

Todo cambió en la tarde, mientras me preparaba para mi fiesta junto a Carola y Angélica.

—Me gusta tu vestido.

—Gracias.

—Me gusta tu peinado.

—Gracias.

—Me gustan tus zapatos.

—Gracias.

Alguien ingresó a mi habitación y cerró la puerta tras ella.

—¡Ay, me encanta tu maquillaje!

—Creo que voy a pasarme toda la noche como una grabadora averiada repitiendo "gracias" un millón de veces. —suspiré resignada.

—O bien los puedes ignorar.

—Lo sé...

Entonces, aquí estábamos. En mi habitación, terminando de alistarme para bajar y recibir a los invitados. Ticiana y Carola se habían encargado de pedirles a chicos de la escuela que revisaran quienes entraban para que mi casa no explotase y tampoco aprovechasen en hacer las típicas bromas por partidos. Como le había pedido al mellizo Woodgate que no viniera, no me sorprendería que su hermana tampoco lo hiciera, entonces sentía que estaba un poco vulnerable a que fuera víctima de alguna broma. Ojalá no fuera así.

—Ayúdenme con el cierre, por favor. —pedí.

Angélica se me acercó, me hizo a un lado el cabello y subió el cierre del vestido. Me encantaba la elección que había hecho; el vestido era oscuro con líneas neones, para que resaltaran con las luces durante toda la noche. Tenía un corte al frente que mostraba una parte de mi abdomen y un escote resaltante. De verdad, este era el mejor vestido que había elegido.

—No he visto a tus padres, Court. ¿Están en alguna parte de la casa?

—No —respondí rápidamente. —Se fueron.

—¿Por qué?

No las miré mientras les contaba.

En la mañana, como dije, las había pasado con ellos. Pero mamá, de repente, decidió tomar la decisión de no estar conmigo durante mi fiesta, alegando que ya tendríamos tiempo para pasarla juntas y que aprovechase la noche con mis amigas. Elena se fue a las dos de la tarde a casa de su nueva pareja. Papá quería quedarse, pero Elena le insistió en que me dejase disfrutar de mi noche, así que fue a casa de su hermano, el tío Joaquín. Vendría a medianoche. No puse ninguna objeción a sus decisiones, por más que me sentí decepcionada.

—Ah, ya veo... —murmuró Angélica —. No te preocupes, la pasaras de maravilla.

Sonrió emocionada y le devolví la sonrisa. Tenía razón. Hoy disfrutaría lo más que pudiera, porque esta noche no se repetiría.

—¿Dejaron el pastel donde les pedí? — les pregunté a Ticiana y Carola.

Camille, con ayuda de Cameron (para variar), llegaron a entregar el pastel hace unas horas. Para evitar al mellizo, les pedí a las dos chicas que lo recogieran y lo colocaran en cualquier sitio de la sala, pero ahora que comenzaban a llegar los invitados tenía que estar en el lugar adecuado para cuando me cantaran feliz cumpleaños.

—Ya está como querías. —dijo Angélica —. Lo colocamos en el mejor lugar.

—¡Tu fiesta va a ser la mejor del año! —exclamó Carola, emocionada.

Cuando Ella LlegóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora