㉝ Baile

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Hoy fue mi último día de clases. Oficialmente.

Para los demás eran unas simples vacaciones, para mí ya no lo serían. Cuando ayer regresé del show de talentos, mis padres volvieron a preguntarme si estaba segura de mudarme a Florida, y les aseguré que no cambiaría de decisión. Papá dijo que no habría marcha atrás, y que aseguraría los pasajes para el próximo fin de semana.

Si, Navidad estaba a la vuelta de la esquina.

Así que como me quedaba poco tiempo, Elena estaba aprovechado cada segundo conmigo (...recién). Esta mañana se encargó de hacerme un buen desayuno, tal como el primer día de clases, e incluso me tomó una foto por ser el último día. Salí corriendo de casa para que no continuara y se conformara con una o dos.

Como en las clases ya no hacíamos...eh, clases, aproveché en saltarme las primeras para ir a limpiar el teatro como parte de mi castigo. Se suponía que a mí me tocaba limpiar después del baile, pero luego del show sorpresa de Angélica, la directora dijo que intercambiáramos. No puse objeción a su mandato, porque me convendría estar después del baile libre y no encerrada entre residuos de comida y ponche.

Hablando de bailes... me decidí por un vestido que mi madre usó en sus tiempos de preparatoria. No tuve tiempo de pasar por miles de tiendas como lo hice en mi cumpleaños, y tampoco estuve tan interesada, así que me conformé con el que mamá sacó del fondo de su armario. Era a tiras, de color negro y con encajes. En cuanto lo vi me fascinó, y decidí que iría con él al baile, al cual, por cierto, lo llamé «El baile de despedida».

Durante el receso, me junté con las chicas en el coliseo, para asegurarnos que no entraran a destruirlo y para verificar que durante la noche no se hayan caído algunas decoraciones. El resto de la escuela, o estaban en el patio congelándose mientras oían otra charla sobre el respeto, la verdad, y la amistad, o estaban escondidos en los salones para que los profesores no los obligaran a ir al patio. Habíamos tenido suerte que luego del Salvajismo de ayer la directora no cancelara el baile, y las chicas estaban tan agradecidas que de seguro no les importaría estar con algunos moretones o heridas en la noche.

—Bueno, ¿Todas consiguieron pareja?

—No, Kim, no te sientas mal por no tener una. —dijo Jamie.

—La verdad es que sí tengo, no quería decirlo para que tú no te sientas mal. —la rubia le sacó la lengua.

—¿Quién es tu pareja? —pregunté curiosa.

—Giovanny. —respondió Mariel con una mueca de asco. —. Hicieron un trato para ir juntos, y me arrastró para que fuera pareja de Walter.

—¿¡Por qué tienen que llevar una pareja al baile!? ¡No es necesario! —exclamó Jamie.

—Puedes ir conmigo, si quieres. —le dijo Charleen. —Haremos un trío.

—Paso. —se encogió de hombros. —Iré con Andrew.

Kim escupió su bebida.

Así que Jamie si tenía pareja... solo lo mantuvo muy secreto.

—Eres una perra mentirosa. —farfulló Kim. Solté una carcajada.

—¿Cómo así? —le empujé en el hombro.

—Ah, pues... la historia es muy corta. —dijo. —Llevamos hablando desde hace tiempo, me pidió una cita, fui, luego seguimos hablando, ocurrió todo el problema de Angélica, no le conté nada para no involucrarlo, y luego que pasó todo, o sea después de colarnos a su casa, volví a salir con Andrew y me preguntó si quería ir con él.

—Y en ningún momento se te ocurrió contárnoslo...

—La verdad es que me olvidé... andábamos enfocados en otras cosas, y estamos yendo lento, no lo he acorralado en el cuarto del conserje para besarlo con pasión y locura.

Cuando Ella LlegóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora