Capítulo 36.

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-¿A dónde fuiste?- preguntó Paul en cuanto puse un pie dentro del camarote de nuevo -Ah... fui a tomar aire, ya sabes, aquí huele a sudor y a sexo- contesté rápidamente, Paul se sonrojó un poco, pero eso no impidió que enarcara una ceja -Espero que no estés saliendo con alguien que no sea yo- me amenazó, haciéndome reír -Nunca saldría con nadie más, Paullie- aseguré, dándole un beso en los labios. Para cuando nos separamos este ya no parecía enojado -Más te vale, si te llego a ver con alguien más te cortaré las bolas- 

    -Ouch, eso suena cruel- bromee un poco, mirando como Paul comenzaba a vestirse con ese traje gris que le quedaba estúpidamente bien -Y eso solo sería el principio, te terminaría rompiendo el pene de una patada- completó Paul burlonamente -Me gustaría más que lo rompieras con tu trasero- bromee -¡Oh, vete al infierno!- exclamó Paul, arrojándome su camisa al rostro -Te amo- dije inconscientemente, entre risas. Paul se sonrojó hasta las orejas y desvió la mirada; de pronto el ambiente se sentía mucho más pesado. 

    -Vámonos ya- pidió Paul pasados unos segundos. Me sentí profundamente herido por no haber obtenido una respuesta por parte de Paul, pero aún así me obligué a sonreír y fingir que no pasaba nada. El camino hacia el restaurant fue terriblemente incómodo, Paul parecía incómodo con mi presencia, y yo no podía evitar sentirme molesto ¡¿Y así fue como lo defendí sobre su padre?! Me sentía terrible ¿Y si Paul no me amaba como yo lo hacía? Las ideas crecían y se retorcían en mi mente, creando escenarios terribles en donde Paul terminaba por cansarse de mi y se iba, como todo lo bueno que me había pasado en la vida. 

   Iba tan sumergido en mis pensamientos que no noté cuando ya habíamos llegado al restaurant que George se había encargado de escoger para su segunda cita con Ringo, desde que noté la fachada supe que lo que había vendido durante el día se iría en el restaurant, y es que parecía ser de lo más caro. Paul se acercó al mesero y pidió nuestra reservación. Este rápidamente nos llevó hasta la mesa donde ya se encontraban George y Ringo, hablando animádamente. 

    -Perdón por la tardanza, surgieron unos imprevistos- me disculpé con los chicos en cuanto nos sentamos en la mesa, miré de reojo a Paul, que parecía ligeramente apenado -¡No hay problema! George me estaba contando que ustedes están saliendo- explicó Ringo con una sonrisa -Si, bueno, es algo más complejo- contestó Paul, dándole un sorbo a una copa que contenía agua, visiblemente incómodo. Ringo y George intercambiaron miradas nerviosas, quizá notando la tensión -Ah... también me dijo que eres marino y músico, John ¿Qué tal es la vida en el mar?- preguntó Ringo con una sonrisa nerviosa. 

   A pesar de estar molesto con Paul, no podía permitir que Ringo pensara que eramos unos tipos desagradables, así que comencé a contarle un poco de mi vida a ese par, mientras que Paul se dedicaba a escuchar y a intercambiar miradas con George, que decidí ignorar antes de comenzar a desatar mis celos. Resultó ser que Ringo era un sujeto demasiado amable, durante toda la noche me escuchó hablar sobre todos los puertos que había conocido, como si fuera un niño pequeño. 

   -El océano suena fascinante- concluyó Ringo, una vez que salimos de la cena -Si, el océano y la música son como el amor de mi vida- lancé la indirecta a Paul, que me fulminó con la mirada -Bueno, yo llevaré a Ritchie a su casa- se aventuró rápidamente George, tomando a Ringo del hombro -Espero verte de nuevo, John- se despidió Ringo de mi con un apretón de manos, que me pareció demasiado formal -Lo mismo digo, Ringo- este se despidió de Paul de la misma forma y se encaminó junto con George hacia otra calle. 

   Paul parecía mucho más molesto que cuando habíamos salido del barco. Me fulminó con la mirada y comenzó a caminar a paso apresurado por la calle, hasta que llegamos al puerto -¡Oye!- grité cansado de su actitud, pero este me ignoró olímpicamente -¡Paul McCartney trae tu trasero aquí!- le ordené, pero este solo soltó un bufido y aceleró aún más el paso hasta llegar al barco. Algunos marinos que estaban ebrios lanzaban algunas burlas por la actitud de Paul, haciendo que me enfureciera aún más. 

   -¡James!- volví a gritar, Paul subió al barco y rápidamente se encaminó hacia el camarote, y en ese instante recordé que él tenía las llaves. Corrí hasta llegar a la puerta del camarote, justo a tiempo de que Paul la cerrara en mi cara -¿Qué fue todo eso, Paul?- pregunté furioso, cerrando la puerta de un azotón -¿Qué fue todo eso? Más bien ¿Qué fue tu plática con Ringo? ¡No me pusiste atención en toda la maldita noche!- gritó por fin, arrojando su saco a un rincón del camarote. 

   -¡Oh! ¡Ahora estás celoso de Ringo! ¡¿Quién era el que no dejaba de mirar a George?!- reclamé, haciendo que este girara los ojos -¡Es mi mejor amigo, John! ¿Podrías entenderlo?- apeló Paul -¡Y yo intento conseguir un baterista para la banda! ¿Cuál es tu problema?- grité, aflojando mi corbata -¡Le estabas haciendo ojitos! ¡Y enfrente de mi!- 

   -¡No seas ridículo, Paul! ¡No le estaba haciendo nada!- 

   -¡Claro que si! ¿Sabes qué? No quiero quedarme contigo hoy- este tomó su saco y comenzó a caminar hacia la puerta -¡Bien! ¡Vete! ¡Huye de todo, como de no responderme el "Te amo"!- grité, rojo del coraje -¡No seas ridículo, Lennon!- contestó Paul, rápidamente lo tomé de las muñecas y lo acorralé contra la puerta -¡No me llames ridículo si tú eres el que no puede admitir sus sentimientos y después me hace una escenita de celos!- 

   -¡No estoy celoso!- 

   -¿Ah, no? ¡¿Y qué es todo esto?! ¡Ni siquiera haz podido responderme un te amo ¿Qué crees que te da derecho a hacerme escenas de celos?!- 

   -¡Suéltame, John!- Paul comenzó a forcejear conmigo. 

   -¡No lo haré hasta que me contestes!- 

    -¡Me estás lastimando, John! ¡Suéltame!- 

    -¡Contéstame, maldita sea!- logré ver como a Paul comenzaban a salirle pequeñas lágrimas de los ojos, y dejo de forcejear conmigo -Tengo miedo, John- susurró Paul, abrazándose a mi pecho -¿Miedo de que?- pregunté, pasando mis brazos por su espalda -De enamorarme, no quiero que me hagas sentir especial y de pronto darme cuenta de que te fuiste, y no quiero perderte- contestó Paul. Me quedé en silencio unos segundos, intentando asimilar la declaración del chico, y lo único que atiné a hacer fue a besarlo. 

Get back to Liverpool [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora