Capítulo 33.

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A la mañana siguiente desperté por el sonido del canto de los marinos borrachos. Por un momento me había olvidado de que estaba dentro del barco, y maldije interiormente por no poder tener una casa grande con un poco más de privacidad. Acaricié un poco el cabello de Paul, y noté que este me había babeado un poco durante la noche, o quizá no era baba. A estas alturas ya no sabía de que estaba cubierto. 

   Miré el reloj que estaba a un lado de la cama, y maldije internamente. Eran las dos de la tarde, y la cita de George y Ringo comenzaba a las 2:30 -Paullie- le dije, moviéndolo un poco -No, John, déjame dormir- suplicó, cubriéndose con la manta hasta la cabeza -Tenemos que ir a la cita de George ¿Recuerdas?- le insistí. Este negó frenéticamente -No quiero ir- protestó. Solté un suspiro y comencé a pasear mi mano por su cuerpo, hasta llegar a su entrepierna. 

   -¡Bien! ¡Ya voy!- contestó este, al sentir mi contacto. Solté una pequeña risa y le di un beso en la frente, mientras comenzaba a buscar mis calzoncillos. -Anda, tenemos que bañarnos, estoy cubierto de semen- insistí, inspeccionado mi cuerpo. Paul pareció avergonzarse un poco. Lo tomé de la mano y lo atraje hacia mi cuerpo, dándole un apasionante beso. -Vamos a bañarnos juntos- propuse -John, no podemos tener más sexo, se nos hará tarde- me interrumpió Paul -¿Quién dijo que tendríamos sexo?- pregunté inocentemente, Paul enarcó una ceja y se cruzó de brazos -Bien, bien, anda, será rápido- insistí. Lo tomé de las mejillas y volví a besarlo -Bien, rápido- accedió Paul. Rápidamente abrí la puerta del baño y me introduje junto con él a la regadera. 

    Al terminar nuestra sesión de amor, ya era demasiado tarde como para ir hasta Penny Lane en busca de George y Ringo, la cita ya había empezado. Paul y yo nos vestimos rápidamente y salimos casi corriendo del barco -¡Lennon! ¡Que buenos gritos los de anoche!- se burlaron todos mis amigos al verme salir. Rápidamente Paul se coloró -Dijiste que no iban a escuchar- susurró, intentando esconder su rostro. Me encogí de hombros y tomé a Paul de la mano, para alejarnos un poco de las risotadas que daban los marinos. 

   -Ya, lo siento ahora dime donde está la heladería favorita de George- le pedí a Paul, que seguía esforzándose por ocultar su sonrojamiento -Esta a dos calles de aquí, es por allá- Paul y yo comenzamos a caminar en dirección hacia la heladería, con mucho cuidado de que no nos fuéramos a encontrar a la tierna pareja. -¡Ahí están!- gritó Paul, señalando hacia la heladería, donde se encontraban George y Ringo, hablando, o bueno, Ringo estaba hablando, porque George estaba concentrado comiendo helado. 

   -¡Maldita sea!- musité, al ver la escena. Paul y yo nos acercamos un poco más hacia donde estaban, y nos agachamos con mucho cuidado de no ser vistos, algunas personas que pasaban por ahí nos miraban extrañados, o nos ignoraban, pero ahora eso no importaba. Agudicé mi oído un poco y escuché que era lo que estaba diciendo Ringo -...Y después de eso me di cuenta de que amaba peinar chicas y que mi sueño era tener un salón de belleza, algunas personas pensaban que estaba loco, o que era gay, pero de verdad que es una pasión... ¿Me estás escuchando?- 

    George levantó su vista, y para mi horror estaba cubierto de helado hasta las mejillas -Esto ya fracasó- pensé, dándome un golpe en la cara -Eres tan gracioso, George- contestó entre risas Ringo, extendiéndole una servilleta al dientes de vampiro -Creo que no está tan mal- susurró Paul -¡Yo digo que todo está mal! Eso no es una cita, ese idiota solo está comiendo como cerdo- 

    -Oh, se me olvidaba que tu concepto de cita perfecta era que un desconocido te llevara a tu casa en bicicleta- contestó Paul irónicamente -¡Esa fue una gran cita!- me defendí -Si, claro...- susurró Paul, girando los ojos -¡Mira! ¡Lo hace reír!- Paul señaló a George y a Ringo, que se estaban partiendo de la risa por alguna cosa que ya no escuché por discutir con Paul. 

    -Espero que no te moleste que te haya comprado esto- escuché que decía George, mientras comenzaba a buscar algo dentro de su chaqueta, dejando ver así una rosa -¡Y le dio una flor! ¡George es tan romántico...!- susurró Paul, como una clara indirecta hacia mi -¡Oye! ¿Viniste a ayudarme o a criticar mis métodos de conquista?- pregunté impaciente. Paul soltó un bufido y volví a dirigir mi mirada hacia George y Ringo, que ya se habían agarrado la mano discretamente. 

   -Creo que no hay mucho que hacer aquí, Paul- concluí, al ver la escena más estúpidamente cursi que jamás hubiera presenciado -Tienes razón, George sabe conquistar personas- volvió a insinuar Paul -¡Te llevé a París! ¿Es que eso no es demasiado romántico para ti?- pregunté un poco harto de oír las quejas de Paul -¡Y dejaste que todos los marinos del puerto me escucharan gritar!- se defendió Paul. Algunas personas que iban pasando por la calle nos miraban un poco extrañados, y al notar que estábamos llamando la atención decidí ponerle fin a la pelea -¡Bien! Te daré tu cita romántica, ahora vámonos antes de que George y Ringo nos vean- Paul sonrió victoriosamente y me tomó de la mano -Gracias- me susurró. Es enserio ¿Quién necesitaba a una chica si tenías un Paul?

Get back to Liverpool [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora