Capítulo 50. [Final]

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Llegué a Portugal el 17 de Junio de 1961. Si, justo un día antes del cumpleaños 19 de Paul. Con lo que me habían pagado por contribuir a la pesca, logré rentarme un lugar en un barco que me llevaría directamente a Liverpool, y con suerte podría encontrar a Paul ahí. 

   Durante los otros cuatro meses que trabajé para el buque, le seguía la pista todos los días que me era posible, compraba periódicos que contaban como era la gira de la banda de Paul por toda Europa, o de algún escándalo que había sucedido en alguno de sus conciertos, y me era inevitable no preocuparme y ponerme celoso ¡Habían miles de chicas detrás de mi Paul! 

   Al abordar el barco que me llevaría de vuelta a casa, los nervios parecían que me colapsarían, había pasado tantos días planeando mi reencuentro con Paul, que ahora, a casi un año de mi partida, dudaba que tan siquiera Paul me recordara ¡Y mi mamá! ¿Qué habrá pensado mi mamá y mi tía Mimi? ¿Todos estarían bien? Las dudas retorcían mi mente una y otra vez, imposibilitandome dormir. 

   Llegamos a Liverpool poco antes de que se hiciera de noche, tomé mis cosas y no dudé ni un solo momento en correr a toda velocidad hacia la casa de Paul. Las luces de esta estaban encendidas, como el primer día que pasé aquí en Liverpool. Y el corazón me dio un vuelco a ver a Paul, sonriendo, mientras lavaba los trastes con la ventana de la cocina abierta. 

   Me quedé contemplándolo unos minutos, sentía un nudo muy grande en mi pecho y mi garganta, mi Paul había cambiado mucho, se había dejado el cabello casi igual de largo que el mío, y ahora vestía de una forma mucho más elegante que las chaquetas de cuero que usaba. 

   Y después el alma se me cayó al piso cuando una chica se acercó a él y le revolvió un poco el cabello y comenzó a lavar los trastes junto a él, mientras ambos platicaban y reían. Miré la escena, a punto de llorar, y decidí darme la vuelta y volver a desaparecer. Sin Paul la vida no tenía ni un poco de sentido; me sentí mal, después de todo lo que había luchado por volver con él, no hice lo suficiente, no logré llegar a tiempo. 

    -¡¿John?!- escuché que me gritaba Paul, apresuré el paso y bajé la cabeza, no quería que me viera -¡Espera! ¡¿John?! ¡¿Eres John?!- me gritó, giré un poco para mirarlo, y este estaba parado fuera de su casa, gritando. Este notó mi mirada, y de inmediato comenzó a correr hacia mi. Mi instinto fue quedarme parado, en medio de la calle. Al sentir la mano de Paul en mi hombro, me estremecí, y finalmente me di la vuelta. 

   Había crecido un poco más, ahora casi estaba de mi tamaño, y por más que hubiera podido cambiar su apariencia, sus ojos seguían mirándome como antes -¡Eres tú! ¡De verdad eres tú!- gritó Paul, y rápidamente se abalanzó contra mi, enrrollándome con sus brazos y hundiendo su cabeza en mi cuello. Yo también lo abracé, lo abracé tan fuerte que temí hacerle daño, pero no podía resistir la tentación de sentirlo de nuevo. 

    Este se separó y me miró, llorando, -¿Pero... cómo? ¡Me dijeron que estabas muerto!- limpié un poco sus lágrimas y volví a abrazarlo -Parece ser que no estoy muerto- susurré contra su cabello -¿Qué te pasó, John?- preguntó Paul, pasando sus manos por mi espalda -Es una larga historia, que quizá te cuente otro día- el chico se separó de mi como si no pudiera creerlo -¿Otro día? ¡Estas loco si crees que me voy a separar de ti de nuevo!- 

   -Pero... tienes a tu novia y...- Paul soltó una pequeña risa -¿Novia? ¿Quién te dijo eso?- preguntó, enarcando la ceja -Ella... ¡La chica que estaba en tu casa! ¿No es tu novia?- este negó con la cabeza, sonriendo un poco -¡¿Crees que Britt es mi novia?! ¡Es la novia de mi hermano!- me sentí idiota por un momento, pero al saber que Paul seguía soltero, no pude reprimir mi instinto de besarlo, este parecía que estaba esperando el momento, porque pasó sus manos por mi nuca y me atrajo más a él. 

   Saboree sus labios una y otra vez, había pasado tanto tiempo sin hacerlo, que al hacerlo me sentía en la gloria. Nos separamos un poco y este sonrió -Sabía que ibas a volver, todos me decían que estaba loco, pero sabía que ibas a volver- confesó Paul, acariciando un poco mi mejilla -Te prometí que nunca te abandonaría- le contesté. Este esbozó una pequeña sonrisa y volvió a abrazarme. 

   Supe en ese entonces que siempre encontraría una forma de volver con Paul, no importaba que fuera lo que sucediera a partir de ese día, si yo moría o si Paul lo hacía, había algo más poderoso uniéndonos, y nunca iban a poder separarnos. 

Fin.

Get back to Liverpool [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora