Capítulo 48.

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Cuando llegué a Estados Unidos, lo hice por muy poco. Había habido una tormenta eléctrica en el océano, y alcancé a llegar por mera suerte. Por un momento temí que el barco se hundiera. -¡Miren a quién tenemos aquí! ¡Lennon Jr!- me saludó Pierre, un marino francés tres años menor que yo -¡Señor francés! ¡¿Hace cuanto no te veía?!- lo saludé con un abrazo, y con tan solo olerlo me percaté de que estaba completamente ebrio.

    -¿Qué te trae por aquí, John?- me preguntó, sentándose en un barril -Un Irlandés me debe dinero, y supe que vive aquí, en Estados Unidos, así que vine a buscarlo- le expliqué, sacando un cigarro -Nunca te ha importado que alguien te deba dinero, Lennon, y mucho menos atravesarías el océano para cobrar- 

   -Lo sé, no lo haría, pero tengo que juntar un buen dinero para irme con mi pareja a Hamburgo, por eso vine, además de que me contrataron para llevar mercancía a Liverpool- me encogí de hombros y le di un jalón a mi cigarro -¿Entonces por fin encontraste a una mujer que te conquistó? ¡¿Quién lo diría?!- se burló Pierre, dándome un pequeño golpe en el pecho. -Bueno, no es una mujer como tal... actúa como una, pero es un chico- confesé. Parecía que a Pierre se le caería la mandíbula de la sorpresa -¡¿Un chico?! ¡Wow! ¡Esa es mucha información que procesar, Lennon!- 

    Pierre llevó sus manos a su cabeza y rascó un poco -Bueno ¿Qué puedo decir? Eso no lo veía venir- este soltó una pequeña carcajada -¡Pues felicidades, John!- Pierre sacó una cerveza de su chaqueta y me la dio, y yo acepté sin protestar -Espera aquí, quiero que me acompañes a dejar una carta para él, llevo más de medio mes en el mar, creo que debe de estar preocupado- mi amigo asintió y siguió bebiendo de su cerveza, mientras que yo bajé corriendo hasta mi camarote y comencé a escribirle a Paul. 

    Una vez que tuve la carta lista subí a la cubierta, donde Pierre parecía haberse quedado dormido. -¡Oye, niño francés!- le grité, haciendo que este despertara sobresaltado -Vamos, hay que entregar esto- señalé la carta, y Pierre se puso de pie, muy a su pesar. Comenzamos a caminar por las calles de Nueva York, en busca de un buzón para poder depositar la carta. Pasamos por algunas calles de mala muerte hasta que encontré un buzón. -¡Mira eso, Lennon!- me dijo Pierre, dándome un codazo en las costillas. 

   Giré la vista hacia donde señalaba este, y para mi sorpresa se trataba de un burdel -¡Hay que entrar!- me dijo -No, paso, no me gustan- contesté -¡¿Qué a John Lennon no le gustan los burdeles?! ¡Sabes que no es cierto, Lennon! ¿Ya se te olvidó nuestra estadía en el burdel escoces?- me preguntó Pierre. Él y yo nos habíamos encontrado en Escocia cuando tenía diecisiete años, y habíamos pasado tres días escondidos en la habitación de una chica de burdel, teniendo orgías con ella y algunas de sus compañeras. -Si me gustan, pero no pretendo traicionar a Paul- 

   -¡Solo escucha lo que dices, Lennon! ¡Eres un marino! ¡Deberías de estar en búsqueda de alcohol, una pelea y una buena chica, no mandando cartitas de amor!- me retó Pierre, y por más tentadora que sonara la idea de acostarme con una chica, sobre todo por todos los días de abstinencia que llevaba, tuve que contestar -No, no voy a entrar- mi amigo se encogió de hombros y bebió otro trago de su cerveza -Tú no, pero yo si, te veré luego, Lennon- y se metió al burdel. 

   Solté un suspiro y comencé a caminar de vuelta al puerto, preguntándome que era lo que estaría haciendo Paul, y lo mucho que me gustaría tenerlo en mi cama en este instante. Logré divisar mi barco a lo lejos, en cuanto sentí como unas manos me envolvían por mi espalda y me llevaban a un callejón aledaño. Intenté gritar, pero rápidamente me amordazaron. Comencé a patalear para intentar soltarme, pero todo parecía ser en vano. 

     -Lennon- me llamó alguien de entre las sombras, a la par que sea quien fue el que me tenía sujeto, me soltaba y me dejaba hablar -¿Quién eres?- pregunté, intentando ver algo entre las sombras, pero sin gafas no tenía mucho que hacer -Tu jefe, al que debes de rendirle cuentas- explicó un hombre, saliendo de entre los botes de basura. Tenía rasgos demasiado latinos, además del acento. -No tengo jefes, no sé de que me hable- contesté -¿Qué acaso no eres tú John Lennon?- preguntó el hombre -Soy yo, pero yo solo soy un marino mercante, no sé de que va todo esto- 

Get back to Liverpool [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora