Capítulo 46.

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Regresé a mi casa y me encerré en mi habitación por tres días. O bueno, eso decían que era el tiempo que llevaba, pero para mi parecía ser una eternidad. Habían llamado de mi trabajo para informarme que estaba despedido, y todo el dinero que había ahorrado para irme a Hamburgo con John lo había gastado en botellas de alcohol. 

    -¿Paul?- escuché que me llamaba mi hermano al otro lado de la puerta -Vete, enano- contesté, envolviéndome en mis cobijas como si fuera un niño pequeño -Vino a verte alguien- insistió Mike -Dile a George y a Ringo que no quiero verlos- solté un suspiro y me aferré de nuevo al collar que John me había dado. Era una de las pocas cosas que conservaba de él. 

    Escuché como Mike bajaba las escaleras y se perdía lejos de mi, e intenté cerrar los ojos de nuevo, aunque ya eran las dos de la tarde yo solo quería dormir. Quizá pudiera morirme de una vez por todas. Volvieron a tocar mi puerta. -¡Te dije que te vayas, Mike!- grité furioso, salí de la cama, dispuesto a darle un buen golpe a mi hermano y abrí, y para mi sorpresa se trataba de la madre de John, que no parecía más feliz que yo. 

     -Hola, Paul ¿Puedo pasar?- me preguntó, esbozando una pequeña sonrisa que se me figuraba demasiado a la de Johnny. -Claro, entre- acepté, esta entró a mi habitación y cerré la puerta para darnos un poco de privacidad para que Mike no nos escuchara. -Perdone el desastre, no he escombrado mucho...- me disculpé con su mamá, que se sentó en mi cama -Porque estás deprimido por John- me completó su madre. 

    Tan solo escuchar el nombre de John me dolía, me dolía creer que de verdad nunca regresaría -Si, un poco- me senté a su lado y esta me miró a los ojos. Se parecía a mi madre. -Paul, quiero hablar contigo acerca de eso...- está soltó un suspiro -Sé que amabas a mi hijo, y que todo esto es muy duro para ti, pero no puedes pasar la vida entera encerrado en tu habitación acariciando una vieja foto...-

    -... Cuando se fue con su padre, hice lo mismo que tu, me deprimí por meses y todos los días iba al puerto con la esperanza de ver reaparecer a mi hijo, pero tuve que esperar quince años para poder verlo de nuevo- esta soltó un suspiro y tomó mi mano -No solo perdí a John en ese entonces, también me perdí a mi. Pasé quince años en espera de mi hijo, y nunca me di cuenta que estaba desperdiciando oportunidades- la miré sin entender nada -Eres joven, muy joven, y aunque ahora duele que John no esté, ambos debemos de seguir adelante-

    -Yo no quiero hacerlo, señora, todo lo que había planeado para mi futuro lo hice con John a mi lado- esta sonrió un poco y negó con la cabeza -Lo sé, sé que ambos habían planeado toda una vida juntos, pero John se ha ido, y tu no puedes quedarte estancado aquí. Algún día te darás cuenta de que te haz hecho viejo y perdido oportunidades valiosas, solo por esperar a alguien que nunca va a volver- 

    -¡¿Como puede decir eso?! ¡John era su hijo!- reclamé, alejándome un poco de la mujer -El hijo que perdí dos veces, Paul, creo que no he sido la mejor madre para John, y nunca lo seré, pero soy feliz sabiendo que le di lo mejor de mi mientras estuvo conmigo, y tu deberías de sentirte igual y seguir adelante, guardar a John como un recuerdo que no duela y continuar tu vida- 

    -¡John no habría querido que lo olvidara!-

    -John no habría querido que te deprimieras por él- me interrumpió -John quería verte ser el mejor, triunfar en la vida y ver como cumplías tus sueños, y nunca lo harás si vives la vida encerrado en estas cuatro paredes- sabía que era cierto, que todo lo que me decía tenía sentido, pero me negaba a aceptarlo -Váyase, por favor- pedí con un hilo de voz. La mamá de John asintió y se puso de pie. 

    -Los hombres de mar le pertenecen al mar- susurró su madre -¿Qué?- pregunté -Eso era lo que mi esposo siempre me decía, decía que un hombre al que su corazón estaba en el mar debía de morir en él- hizo una pequeña pausa -John era un hombre de mar, Paul, y ahora está donde pertenece, aunque tu y yo preferiríamos que no fuera cierto- y salió de mi habitación. La madre de John tenía razón, no podía quedarme en mi habitación para toda la vida, tenía que salir y hacer todo lo que John habíamos planeado juntos; pero aún así la madre de John se había equivocado en algo: John no era hombre de mar. 

Get back to Liverpool [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora