Capítulo 2.

1.4K 220 101
                                    

Tardé poco más de un mes en llegar a Liverpool, a pesar de haber vivido toda mi vida en un bote no sabía conducirlo ni mucho menos orientarme en base a las estrellas, pero poco a poco comencé a entender que era lo que debía de hacer. Llegué a Liverpool la mañana del martes 18 de junio de 1961, amarré mi bote al muelle de Liverpool donde me dejaron ingresar sin problemas al mostrar mi acta de nacimiento en donde se verificaba mi nacionalidad. Lo primero que quería hacer era vender un poco de la mercancía que había adquirido para poder comprarle un bonito regalo a mi madre y a mi tía Mimi, a las que recuerdo vagamente.

    Algunas personas pasaban frente a mi barco y me dirigían una mirada de desprecio, algunos otros solo me ignoraban y yo simplemente me dedicaba a mirarlos con el mismo odio, si seguía de esta forma no podría vender absolutamente nada. Me recosté sobre la cubierta mientras masticaba un pedazo de paja, miré el cielo y las nubes que danzaban sobre el hasta que una voz me sacó de mis pensamientos -¡McCartney! ¡Mira esto!- gritó un chico con toda la pinta de Teddy Boy, este era un poco más pequeño que yo, tenía el cabello castaño oscuro y unos colmillos que hasta Drácula envidiaría.

    A lo lejos vi como un chico delgado con toda la pinta de ser una completa diva se acercaba con una sonrisa traviesa en el rostro -¿Qué tenemos aquí?- preguntó el chico diva al descendiente de Drácula. Me incorporé y los miré fijamente, estaban analizando todos los discos que había traído. Miré atentamente a ambos, el que parecía ser el menor estaba analizando un disco de Little Richard, mientras que el pelinegro miraba uno de Elvis con total detenimiento, como si la portada fuese lo más importante del mundo, pareció que me quedé mirando al pelinegro demasiado tiempo porque levantó la vista un poco asustado; cruzamos miradas. En mis 15 años como marinero nunca había visto unos ojos tan verdes y tan dulces, estaban caídos, como si estuviera triste, el color te absorbía. Era alto, delgado, con una pequeña nariz y unos labios rosados y carnosos, él a diferencia de su amigo estaba perfectamente peinado, vestía pulcramente y me miraba fijamente. Quedamos así unos segundos, mirándonos uno al otro hasta que decidí romper el silencio -¿Vas a comprar algo?- Mierda, eso sonó más brusco de lo que quería que sonara, pero no pueden culparme, nunca he tratado a alguien con dulzura.

    -Yo le compraré algo, es su cumpleaños- explicó el chico vampiro –Nadie te habló a ti- le contesté a su amigo, haciendo que este me fulminara con la mirada –Para ser nuevo aquí eres un completo idiota- me contestó, haciéndome hervir la sangre –No sabes con quien te estas metiendo, niño- algunos marinos que estaban a los alrededores formaron un medio circulo alrededor de nosotros para mirarnos mejor –George, basta- le pidió el chico lindo a ese tal George que de inmediato pareció relajarse –Es mejor que le hagas caso a tu novio, George- me burlé de él, parecía que este me iba a contestar el insulto pero el pelinegro lo jaló del brazo y lo arrastró con él –Déjame golpearlo, Paul- le pidió George. Paul. Paul McCartney. Ese es su nombre. Sonreí internamente al darme cuenta de que ya sabía el nombre de aquel chico tan peculiar.

    -¡Oye! ¡McCartney!- le grité antes de que se alejaran aún más, este se giró y me miró directamente a los ojos, causándome un escalofrío que recorrió de arriba abajo todo mi cuerpo, llámenme loco pero este chico tenía algo que me conectaba a él y yo podía sentirlo –Toma esto- sujeté el disco de Elvis que Paul había mirado con tanto detenimiento y se lo entregué, haciendo que este abriera los ojos como platos –No tengo dinero- explicó Paul –No te preocupes por eso, podrás pagármelo luego- le guiñe un ojo –Feliz cumpleaños- volví a decirle, causándole sorpresa a más de un marino y sorprendiéndome a mí también ¡¿Por qué carajo le acabo de dar un regalo a un completo desconocido!? Pero de inmediato mis pensamientos fueron borrados de mi mente al ver como Paul sonreía de oreja a oreja -¡Muchas gracias!-

    De acuerdo, quizá estoy loco, o quizá tanto tiempo en el océano me afectó, pero sentía como algo me conectaba con Paul, como si algo en el universo conspirara para que conociera a ese chico, lo que solo me hizo recordar una de las dudas que más había planteado en mi vida ¿Qué hubiera pasado si me hubiera quedado en Liverpool?

Get back to Liverpool [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora