Capítulo 12: ¡Feliz navidad!

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¿Hay algo mejor que la navidad? Claro que no

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¿Hay algo mejor que la navidad? Claro que no. Bueno, quizás habrá un par de cosas mejor, pero las ignoraremos ahora que es navidad.

¿Qué me gusta de la navidad? Muchas cosas.

Empecemos por las vacaciones, sí, las dulces vacaciones. ¿Quién no ama levantarse hasta tarde y no hacer nada interesante? Yo. Después empieza a ser cansado, pero el principio es muy bueno.

Papá no trabaja ese día, ni el siguiente.

Otra razón por la que amo esta fecha es la comida. Ver la mesa con montones de platos diferentes es el verdadero paraíso. Matilda se emociona en la cocina. Papá dice que es como si cada platillo fuera una obra de arte. Ella quería ser cocinera, pero en su pueblo no había escuelas. Papá le ofreció pagarle la carrera de gastronomía cuando llegó a cuidarme, pero ella se negó. Nunca supe totalmente porqué. A veces pienso que fue mi culpa, pero intento no pensar mucho en eso.

Esa navidad vino Rodrigo a visitarnos, le tocó descanso en el hospital.

Lo primero que hicimos fue cenar como si no hubiera mañana. Pavo, tamales, postres y un montón de dulces.

Ahí estábamos alrededor de la mesa los cuatro escuchando música navideña a todo volumen. Mi pequeña familia era lo único que necesitaba para ser feliz.

Charlamos sobre todo lo del año. Rodrigo nos contó sobre su hermana, estaba embarazada. Me dijo que su bebé sería como mi primo, la verdad que se sintió raro eso. Primero porque eso de ser prima era algo nuevo para mí. Segunda porque jamás había visto a la hermana de Rodrigo. No viven aquí. Él llevaba años sin ver a su familia y tampoco conocía la razón.

Matilda, en cambio, tenía mucha familia pero prefería quedarse en casa con nosotros a festejar.

Yo les cuento a todos sobre Angélica. Hago un recuento de las cartas, van más de quince. Siempre contesta a cada una de ellas, excepto una vez, en esa ocasión tuve que escribirle de vuelta y todo volvió a la normalidad. Me pregunté si aquella carta la había perdido papá, ya saben, con lo olvidadizo que era.

El reloj marcó las doce.
Sé que es común que los niños se vayan a dormir y mañana despierten con montones de regalos en el árbol, pero en mi casa son distintas las casas. Papá es amigo de Santa Claus, lo era desde la preparatoria. Esa era la razón por la que no tenía que esperar una noche entera para correr al árbol.

Matilda me acompañó al cuarto, ellos se quedaron custodiando que Rodolfo pudiera hacer su aterrizaje correctamente. No sé cuánto tiempo pasó, estuvimos recostadas viendo el techo un largo rato. Entonces cuando mis ojos empezaron a cerrarse por el cansancio y el aburrimiento, abrieron las puerta. Era la señal. Salté deprisa de ella como si tuviera resortes en las piernas y corrí al pino.

Aquella vista me dejó maravillada.
No pregunté nada, no me importó si ya podía abrirlos, ni siquiera esperé a que llegaran los demás. Había esperado 364 días por ese momento.

Querida novia de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora