Capítulo 45: Perfecto (Parte 1)

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—Tranquila, Lisa, todo estará bien —aseguré para animarla un poco y para consolarme a mí también.

—¿Por qué todo tiene que salir mal siempre? —preguntó algo cansada—. Siempre, siempre todo se estropea. Intento ser positiva, pero no sirve de nada.

La entendía. Tantas veces me cuestionaba lo mismo. Esa manera en que las cosas se iban de picada. Sin embargo tenía que ser sincera, no podía culpar a la vida de mis errores. Todas eran consecuencias, era momento de enfrentarlas.

—Bueno, hay veces que las cosas... ¿Cómo te explico?... Imagina que comes pastel todos los días, terminarías aburriéndote de hacerlo después de un tiempo, ¿no?

—Nunca me cansaría de comer pastel —rió ella limpiándose las lágrimas.

—Yo tampoco —reconocí—, pero supongamos que sucede... La vida también se cansa de estar guardándonos secretos. Todo tiene un tiempo, verás que las cosas buenas apenas vienen...

Angélica, directo a clases de filosofía, comparando su miserable vida con un pastel.

¿Puedo pedirte un favor? —dudó un poco antes de continuar, pero asentí para que entendiera que quería ayudarla—. ¿Podrías ir a buscar a papá y a Cecilia? Moriré de los nervios si no sé nada de ellos.

Sonreí y le prometí que no volvería sin ellos. Una promesa.

—Angélica, gracias por todo lo que haces por nosotros.

Aquello me conmovió. No había hecho nada que valiera la pena resaltar. Ella en cambio había cambiado mi vida de manera sorprendente. Su alegría me sacó de la monotonía, me hizo sentir valiosa, me alejó de la depresión tras mi divorcio y la muerte de mi madre. Ella era el centro de todo.

—Lisa, sé que no es un buen momento para decirlo, pero eres lo más cercano a una hija de lo que tengo, y eres mucho más de lo que soñé. Te quiero, y no lo digo porque quiera ganarme a tu padre o para fingir ser la dulce madrastra que todo hace bien... Soy un desastre, uno de esos grandes, y me equivoco mucho... Tampoco quiero a mucha gente, pero a ti sí, mucho. Gracias a ti por recibirme en tu casa, por ser mi amiga y por hacerme sentir querida.

—Sigues hablando mucho —bromeó con una sonrisa—. Eso de quererme como una hija es... Demasiado para alguien que no sabe nada de madres e hijas, pero es importante para mí. Muy importante.

También para .
La pequeña niña de los sobres de colores. Mi consuelo, mi alegría, mi motor para dar el paso del cambio.

—Será mejor que me vaya ya o terminaré soltando una lágrima —reí mientras me ponía de pie, últimamente estaba muy sentimental.

Ella me abrazó y yo tuve que hacer un esfuerzo para no ponerme a llorar. Supe lo que significaba, no importaría lo que viniera después, esto tendría un buen final.

🔹🔸🔹🔹

Después de una hora en la comisaría empecé a desesperarme. ¿Por qué tardaban tanto? Merecía que me lanzara algo la chica que atendía a mis preguntas, pero es que trataba de mantener mi mente ocupada.

¿Cómo podía ser posible que cientos de personas estuvieran libres después de cometer un delito y tuviera a Roberto aquí cuando sólo protegió a una chica?

—Cálmese, niña, los sacan rápido —me aconsejó una mujer mayor, que estaba a mi lado, al verme tan inquieta—. Sé como se siente, mi hijo está aquí por tercera vez.

Querida novia de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora