Capítulo 18: Beso de cumpleaños (Parte 2)

8.6K 1.1K 143
                                    

Narra Roberto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Roberto

Cuando nos separamos pensé que decir. Primero me disculparía por haberla besado sin su autorización. No  mentiría, no la engañaría, no le diría que lo lamentaba. En verdad aquello me había regalado una oportunidad y quería explicárselo. Ya no eramos niños, era momento para preguntarle a ella qué quería.

Pero no pude pronunciar palabra alguna, el sonido del timbre retumbó en las paredes.

¿Podía tener peor suerte?
Sí, claro que se podía, y yo no aprendía que retar al destino era un pésimo hecho.

—Angélica...

—La puerta, están llamando —dijo a la par del sonido—. Deberías ir a abrir, hablaremos luego. ¿Sí?

Bien.
No pasaría nada malo en unos metros.

Abrí la puerta esperando encontrarme con Rodrigo, pero él no apareció. De hecho fue una sorpresa.

—¡Hola! ¿Te acuerdas de mí? —saludó una mujer alegremente mientras entraba a la casa.

¿Quién la había invitado?
Bien, eso no sonó muy bien, pero no era un buen momento. ERA UN PÉSIMO MOMENTO SI LO PENSÁBAMOS BIEN.

—Quita esa cara —rió—, pareciera que no quieres verme.

¿Cómo respondía a eso sin ser grosero?

—¿Qué haces aquí? —pregunté tratando de no parecer demasiado evidente.

No había razones para que estuviera en casa. La había visto un par de veces en mi vida, hace unos meses, pero sólo fue una cena. Erika no estaba en la lista de invitados.

—Fui al nutriólogo, encontré a Rodrigo en el hospital. Al verlo me acordé de ti y me dije, ¿por qué no visitas al pobre hombre? Pensé que sería una buena idea, tú y Jessi siempre están tan solos...

—Se llama Lisa —interrumpí—. ¿Cómo encontraste la dirección?

—No es difícil sacarle información a tu amigo —sonrió mientras se asomaba a la ventana—. ¿Están de fiesta?

—Sí... Eso no importa. No quiero sonar muy directo, pero...

—Roberto, tú no cambias, sé lo quieres decirme.

—¿En serio?

Para haberlo adivinado estaba muy tranquila.

—Sí, quieres decirme que me quede, ¿cierto? —festejó.

¿QUÉ?
No tuve tiempo de decirle que era todo lo contrario porque cuando me di cuenta ya estaba camino al patio.

Respira, Roberto, esto es una fiesta infantil no puedes hacer una tontería.

Al ver el pastel correría de aquí estaba seguro...

Pero no, Erika no estaba corriendo a la entrada, la persona que caminaba hacia ella era Angélica.

¡Maldición!

Angélica fue a despedirse de Lisa como si no pasara nada, parecía feliz y serena, pero yo sabía que no estaba así. Lisa no pareció molestarle la situación, si se sorprendió, pero estaba tan entretenida jugando que no le prestó importancia. Cuando entró de nuevo a la casa pasó a mi lado sin hablarme.

—Angélica, puedo explicarte...

Pero ella no me escuchó, salió de la casa con la cabeza alta y sin decir nada.

—Sé que piensas que... Prometo que no la invité —aseguré detrás de ella—. Llevaba meses sin verla, ni siquiera sé cómo llegó... Sé que no vas a creerme, pero...

—¿Puedes callarte? —me preguntó tratando de verse cortés, pero estaba molesta. Muy molesta.

—Si me dejaras explicarte...

—¿Es que no lo entiendes? —Estaba frustrada, yo también lo estaba. No quería que este avance se fuera por la borda—. No es que viniera, somos tú y yo. Sólo fue un recordatorio. Mi cabeza volvió a a funcionar después de eso, esto no funciona así. Tú no vas a cambiar nunca, y yo no quiero estar con alguien que olvide todo en un minuto... No tengo tiempo para estar jugando, Roberto.

Tenía derecho de pensar así, nunca fui un gran tipo, si lo fuera las cosas hubieran sido más fáciles.

—Es difícil de creer, pero yo...

—Yo sólo quiero irme de aquí, ¿es muy difícil que entiendas eso? —dijo molesta mientras esperaba un taxi—. Quiero pensar, estar sola... Mañana hablamos. Ahora no.

—¿Puedo llevarte?

—¡No! —estaba desesperada.

Quizás debía darle su espacio, era su derecho. No quería contentarla haciéndole falsas promesas y cumplidos, no, quería ser sincero. Quería que habláramos de verdad, sin mentiras y presiones, pero este no era el momento.

En pocas palabras las cosas se estaban arruinando cuando ni siquiera habían comenzado.

Un taxi pasó casi al instante, le ayudé a subir, pero en pocas palabras Angélica quería mandarme al demonio.

Y estaba bien, lo merecía.

Suspiré cansando, me encaminé adentro de la casa y encontré a Matilda con la cara que hace cuando quiere reprenderme.

—¡Papá, es hora de partir el pastel! —Me llamó Lisa desde afuera.

Sonreí aunque no traía ganas de hacerlo, ella siempre sabía como conseguirlo.

Mañana las cosas se solucionarán, pensé.

¿Lo harían?
Sí, sólo necesitaba sincerarme, el problema es que no sabía cuál era mi verdad.

¿Qué le decía, qué sentía miedo?
Me era difícil reconocer eso, quizás porque había algo más. Sentía culpa, culpa porque Angélica era la clase de persona que no merece que sólo la quieras, a ella tenías que amarla, se lo merece.
¿Yo podría hacerlo? La respuesta suponía el gran debate. No había amado a nadie nunca, sólo a Azul, y lo sentía como una traición. No era lo mismo salir con alguien, a amarla, y me había planteado nunca hacerlo de nuevo. Azul no se lo merecía.

Nota de autor:

¡Gracias por leer! Es un capítulo cortito :) ❤ Estoy pensando hacer un maratón :) Gracias a los que iniciaron la idea :)
También a todos los que votan :)
No olviden votar y comentar :) me motiva mucho y se lo agradecería infinitamente.
Un beso a todos.

Querida novia de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora