Narra Lisa
Llegué del colegio, saludé a Matilda y me puse a perder el tiempo antes de hacer la tarea. Traía unas ganas enormes de pasar todo el día en la cama.
Hubiera estado así hasta que llegara papá, pero alguien tocó a la puerta.
Matilda estaba ocupada así que yo me adelanté.
¿Quién podría ser?
Pensé en el cartero, él siempre nos visitaba a esa hora, pero no, era Fabiana.—Hola —saludé cuando entró, no la esperaba tan temprano. Es decir, nunca nos visitaba antes de las siete.
—Hola, cariño.
—Le avisaré a Matilda que estás aquí —dije para poder desaparecer de ahí.
Siempre inventaba eso para huir.—No, no. Quiero hablar contigo antes —soltó mientras se paseaba por la sala—. Ya sabes, una plática de amigas.
Como me aterraba eso de "plática de amigas". Me regaló una sonrisa perfecta y acomodó su cabello castaño para observarme mejor.
Traté de iniciar la conversación, pero no me dio tiempo, Fabiana ya sabía a lo que venía.
—Oye, una pequeña duda... ¿Todas las amigas de tu padre son tan guapas o es por eso que a Angélica le tienen tanto afecto? —preguntó de repente y yo tuve que hacer un esfuerzo para comprender—.Nos acabamos de topar en el elevador del trabajo de tu papá, fue a visitarlo.
¿Angélica visitó a papá? ¡Que genial! Me emocionó pensar que ambos eran amigos de nuevo. Tampoco esperaba que tomaran el té a diario, pero no estaba nada mal que volviera a conversar.
—¿Sabes para qué fue? —pregunté entre emocionada y curiosa, por un momento me olvidé de con quién estaba hablando.
Fabiana hizo un gesto extraño con la boca y negó con la cabeza pensativa.
—No, no quiso decirme... ¿Por algo será, no? —La miré extrañada, pero no pude replicar porque se adelantó—. ¿Por qué no se lo preguntas tú en alguna de sus fiestas?
Sentí que me ahogaba al escuchar eso. Ya habían pasado unas semanas de la fiesta... Pensé que ya no era importante. Sólo era una fiesta. Ella ni siquiera la conocía. De igual me sentí fatal, era terrible cuando me descubrían.
—¿Pensaste que no me enteraría? —sonrío ante mi silencio—. Lisa, preciosa, eres aún muy inocente.
—No soy inocente —l interrumpí porque odiaba que usara ese tono de sabelotodo conmigo—. Papá no tuvo la culpa, yo le pedí guardar el secreto...
No quería que se molestara con él. Bueno, quizás una parte de mí si quería, pero no si eso significaba problemas.
—¿Ahora nos guardamos secretos? Pensé que habíamos avanzado, pero parece que no. No entiendo...—guardó silencio extrañada y luego me dedicó una mirada confusa—. Espera, espera un segundo...
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Querida novia de papá
Storie d'amoreTener diez años no es fácil. Compartir a tu padre todas las semanas con un remplazo del recuerdo de mamá, tampoco lo es. He visto cientos de caras pasar por la puerta, pero puedo contar con los dedos de las manos las que lograron hacerlo más de dos...