Aviso: El viernes publiqué la primera parte. Wattpad está fallando y no está notificando a algunas personas :) . Les agradecería muchísimo si revisaran si les llegó el anterior para que no se revelen spoiler.
Angélica
Fabiana se quedó dormida después de un rato. Por un momento olvidé lo mucho que me desagradaba y sentí pena por ella. Mañana se arrepentiría de todo esto.
Observé a Lisa resoplar en el sofá cansada. No fue un buen día. Entendía lo enojada que podía sentirse.
—Creo que iremos a ver una película para acabar con esto —dijo mientras se ponía de pie y jalaba del brazo a Cecilia.
La chica no había parado de reír desde lo sucedido. Para eso están las amigas para que se rían de tus desgracias antes que nadie y con total sinceridad. Al final hasta yo lo estaba tomando de buen humor.
—Prometo que mañana pagaré lo de hoy —aseguró él mientras la abrazaba.
—Me gustan las sorpresas —sonrió tratando de mostrarse más animada—. Te quiero, Angélica.
Me despedí de ella y les deseé que se divirtieran. Una buena película a veces lo lograba.
—Un total desastre —soltó Matilda que era transparente con su hartazgo. Ella más que nadie parecía irritada por la situación.
Nadie contestó, no había nada que decir. Yo volví a rodear el sofá donde descansaba Fabiana, admirándola, tratando de analizar que la llevó a hacer eso.
—Voy a prepararnos un té para tranquilizarnos, con tanto coraje se me va a derramar la bilis —se quejó encaminándose a la cocina.
Asentí y comencé a jugar con mis manos tratando de matar el tiempo para su llegada. Escuché la voz de Roberto que me pidió amablemente que tomara asiento.
Seguí su consejo porque eso de estar de pie ya me estaba cansando. Me senté en el extremo del sofá, casi abrazando el brazo del sillón.
Roberto hizo lo mismo, pero dándome mi espacio. Ese tipo de cosas incrementaron mi confianza hacia él.
—Fabiana debe amarte mucho para llegar a esto —dije rompiendo el silencio.
No estaba segura si el amor justificaba esa clase de actos, pero no encontraba muchos argumentos para que alguien como Fabiana llegara a ese punto.
—¿Amar? Angélica, ella no me ama —expuso dedicándole una mirada desde donde estaba. No con molestia, más bien era una comprensiva—. Sólo... Se siente sola. La soledad es muy poderosa.
—¿Sola? —pregunté sin creerlo del todo.
Quizás él tenía razón, pero me era difícil imaginarla así después de verla en entrevistas y eventos sociales donde acudían cientos de personas.
—El dinero no puede comprar lo que realmente importa.
Y tenía razón. Para mi desgracia era espectadora en primera fila de aquello.
—Gracias por quedarte —mencionó con sinceridad.
¿Por qué lo hice? Lo miré tratando de encontrar respuesta, pero no había una razón lógica para hacerlo. Simplemente quise. Quizás era momento de dejar de tratar de hallar explicaciones para todo.
—Pensé que era un buen momento para dejar de huir —confesé en voz alta—. Tanto tiempo le tuve miedo al mañana que lo único que logré fue arruinar mi presente.
Hace años me había dejado llevar por el miedo a perder la estabilidad, por un recuerdo seguro y por el temor de ser sólo un momento. Necesitaba vivir el hoy.
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Querida novia de papá
RomanceTener diez años no es fácil. Compartir a tu padre todas las semanas con un remplazo del recuerdo de mamá, tampoco lo es. He visto cientos de caras pasar por la puerta, pero puedo contar con los dedos de las manos las que lograron hacerlo más de dos...