Nochebuena.
No era muy fanática de la celebración porque no acostumbraba festejarlo. Cuando vivió mamá me dedicaba a ser espectadora, de ella, de sus amigas, de la televisión. Quizás debía tratar de involucrarme más, lo pensé un par de veces esa noche, pero mi falta de organización me habían dejado en casa.No me desanimé, ese ambiente tranquilo que pocas veces había en ese lugar me motivó a avanzar más rápido.
Estaba segura que casi todo el edificio se marchó a celebrar en un lugar más cómodo y amplio, y no los culpaba el departamento apenas daba espacio para lo necesario.
Me fijé el propósito de acabar todo para estar libre para el día siguiente. Vi una película entre revisiones y terminé cenando temprano algo que observé en un comercial. Seguí haciendo operaciones por un par de horas hasta que comencé a aburrirme. Tantos números me harían explotar la cabeza.
Para despejar un poco mi mente decidí adelantarle a los regalos que prepararía para navidad. Amaba los trabajos manuales aunque no fuera buena del todo en ellos.
A Lisa le había preparado un frasco de chocolates que sabía que amaba. Se suponía que era una réplica a Oreo, pero más bien parecía un reno, le diría que era uno sino lo identificaba al momento. También un libro, creí que le gustaría porque no había perdido su amor por la lectura.
A Matilda le compré un bonito abrigo y lo envolví con un papel color vino que me enamoró.
Rodrigo recibiría una taza de café con forma de pastillero que me había parecido muy original. A Oreo en cambio le daría un plato con la frase Mis galletas van aquí, junto con una huella que traté de dibujar.Y a Roberto le había fabricado una cartera con notas de una idea que tomé de internet. Me había encantado el resultado porque podía anotar sus pendientes antes de olvidarlos. Además existía un espacio al costado para colgar una fotografía de Lisa.
Las cosas no salieron tal cual las imaginaba, pero ya era un milagro que no me hubiera llevado un dedo en el proceso con semejantes tijeras que había comprado. Fue una pésima elección elegir unas tan filosas sabiendo lo mala que era para cortar. Ni idea de cómo pasé el preescolar.
Seguí trabajando en ellos durante un raro hasta que escuché el sonido de un mensaje en mi celular. Me tensé un poco pensando que podía ser una de esas bromas que me jugaron en el último mes. Al principio no les presté atención, pero después me parecieron un poco inquietantes. Ninguna parecía ser más que un error o chiste, pero no bajaba la guardia por si las dudas.
Para mi tranquilidad era Roberto. Sonreí inconscientemente al leer su nombre.
Roberto:
¡Casi feliz navidad!
¿Cómo van las cosas por allá? Deberías descansar un momento. Puedo pasar por ti. Apenas vamos a cenar.Revisé el reloj. Faltaba menos de media hora para las doce, y aún no terminaba los regalos y pendientes. Soy una tortuga.
Angélica:
No te preocupes por mí. Estoy trabajando como loca, sino fuera por tu mensaje ni me entero que es Nochebuena.
No te angusties.
Te quiero :)
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Querida novia de papá
RomanceTener diez años no es fácil. Compartir a tu padre todas las semanas con un remplazo del recuerdo de mamá, tampoco lo es. He visto cientos de caras pasar por la puerta, pero puedo contar con los dedos de las manos las que lograron hacerlo más de dos...