Roberto
Si las cosas salían tal como las había imaginado, algo difícil tomando en cuenta que era improvisado, me ganaría de nuevo la sonrisa de Lisa.
Y la verdad era que esperaba no tardara mucho para eso porque me sentía algo egoísta estando tan feliz en ese momento.
Observé a Fabiana camino al comedor. No quería pensar mucho en ella porque era muy temprano para molestarme. No me importaría demasiado si me afectara sólo a mí, pero las cosas cambiaban cuando Lisa y Angélica entraban en el mapa.
Encontré a Lisa charlando con Matilda y Cecilia en la mesa. Parecía más alegre que ayer así que las cosas iban mejorando. Que alivio.
—¡Papá! Matilda tuvo una gran idea —contó feliz dedicándole una mirada extraña—. ¿Podemos ir al centro comercial a comprar helado?
—Claro, claro. Después de desayunar puedo llevarlas —propuse mientras servía el café.
—No es necesario. Matilda nos llevará.
¿En serio?
A Matilda no le gustaba mucho acompañarla al centro comercial, decía que Lisa se acababa todo el dinero en cosas sin importancia y a veces tenía razón, pero estaba bien hay gente que creé que el chocolate es vital.¿Qué les pasaba?
—Quizás llegue visita —sonrió con una mirada divertida—, y no podemos dejarla esperando.
¿Visita?
Oh, ya.
Tal parecía que las cosas no se podían mantener entre nosotros por unos días. Tenía planeado hablar de eso cuando Angélica estuviera presente, y respeté aquel plan.—Hoy en la tarde charlaremos sobre eso, Lisa —le expliqué tratando de no dar a entender nada.
No era que Cecilia no me diera confianza, no, de hecho era lo más semejante a una hermana para Lisa y le tenía aprecio, pero cuando se trataba de hablar de cosas que no me correspondían por completo prefería aguardar al momento indicado.
Lisa parecía bastante alegre antes de marcharse a pesar de mi respuesta y eso no me sorprendió. Ella había sido el lazo de todo esto. Jugó de cupido sin que me diera cuenta. Ahora que lo pienso las cosas habían empezado desde antes y fueron esas cartas los que me hicieron darme cuenta.
Y no quiero que se piense que fue eso lo que me hizo fijarme en ella, eso sería quitarle mérito a todo lo demás que la convierte en una gran mujer. Una que contagia su naturalidad, su valentía y sinceridad. Admiraba lo fácil que le era robar mi atención sin proponérselo. Encontraba entretenido la manera de quejarse con el computador como si pudiera escucharla, su amor por los folders de colores y su costumbre de perder sus bolígrafos por dejarlos en los cajones.
Sin embargo quería saber más, no sólo lo que deduje a distancia, detalles que incluso ella ignorara. No me bastaba saber la superficie de alguien que podría dar tantas sorpresas.
🔹🔸🔹
Para matar el tiempo me puse a adelantar al trabajo. Desde que el señor Rodríguez renunció las cosas requerían más tiempo, pero prefería esforzarme un poco más que tenerlo en la oficina.
Me sorprendió que él mismo se marchara, pero después comprendí que le parecía mejor eso que manchar su imagen. Estaba bien, cada quien cuidaba lo que le parecía importante. Yo a mi hija, él a su apariencia.—Demonios, la cabeza me va a estallar.
Fabiana al fin se había puesto de pie. Se veía cansada e irritable. Una perfecta combinación para iniciar el domingo.

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Querida novia de papá
RomanceTener diez años no es fácil. Compartir a tu padre todas las semanas con un remplazo del recuerdo de mamá, tampoco lo es. He visto cientos de caras pasar por la puerta, pero puedo contar con los dedos de las manos las que lograron hacerlo más de dos...