DO KYUNGSOO
Finalmente estaba en casa. Aunque fue uno largo y bastante incómodo, pues Jong-in me taladró la nuca en todo el viaje.
Le asentí a Kris, que continuaba dentro del auto, y entré a casa. Encontré curioso cómo mis padres buscaban algún cambio en la casa. Todo seguía igual para mí. Subí por las escaleras mientras ignoraba la forma en que los señores Kim me miraban.
«Más lejos, mejor», me decía internamente y termino de subir las escaleras, sacudo la cabeza eliminando cualquier rastro de lo que viví en Londres. Desesperadamente caminé a grandes zancadas con la mirada fija en la puerta de mi habitación, al llegar abrí la cremallera de mi mochila y hurgué dentro buscando la llave del candado. La alcé en mis manos y la introduje con cierto impacto, colocando ambas manos en el pomo de la puerta.
Sentí un escalofrío en todo la mi columna que me ha hecho pegar un brinco por el susto. Su respiración golpeaba mi oído como queriendo meterse de lleno en mí y su cuerpo estaba muy cerca de comparación de otras veces.
Esta vez no me exalté bastante como solía hacerlo cuando alguien tocaba de más. Kris me ha ayudado afrontar un poco el miedo a ser tocado, sin embargo eso no quiere decir que esté acostumbrado. Todavía siento muchas ganas de arrancarme la piel por el temor de ser dañado una vez más y por si fuera poco los temblores se volvían más irritables, hasta llegué al punto de hacerme lastimaduras para detener todo las emociones en mi cuerpo.
Kris, durante mi encierro en el dormitorio del hotel después de que casi volví a tocar los labios de Jongin, me ha estado haciendo compañía mientras actuaba una ridícula obra donde se percibía el afecto. Según dice él, es una ayuda psicológica para mí.
―Kyungsoo, ¿podemos hablar? ― Una orden, así sonó.
Me volteé con la mirada plantada sobre el fino suelo, jugué con mis dedos y con gran parte de mi flequillo al resoplar.
― ¿Qué quieres? ― cuestiono aburrido o mejor dicho, fingiendo aburrimiento.
―Mírame.
«Afronta sus problemas» me diría el profesor de Psicología si descubría que su mejor alumno era un insolente.
Con valentía levanté la mirada, fingiendo una seriedad indescriptible. Acentué mi entrecejo y fruncí los labios al ver una pequeña sonrisa surcar en los labios de Jongin. Antes solía disfrutar de cada sonrisa que él me regalara como un indicio de una linda amistad, ahora no estoy seguro de lo que esa sonrisa hace en mí. Juré no sentir nada, pero aún sigo siendo humado y por más que lo intente solo lograba ocultarlo tras el genio horrendo.
―Quería disculparme... ya sabes por lo de hace unas horas ― apenado llevó las manos a su cabellera para así sacudirla.
Agrandé los ojos pero traté de ser lo menos expresivo, y sobre todo aburrido. No pedí una disculpa. Sólo quería mantener el tema olvidado, en Londres se queda ese recuerdo. Ahí pertenece. No quería llevarme un 'error' a casa sólo por mi terca debilidad. Jongin no lo está haciendo fácil.
Fingí bostezar frente a sus vivos ojos para darle la señal de que ese tema me era totalmente indiferente, entonces al ver su rostro delirando en un suplicio de verdad, asentí girando sobre mis zapatos. Su mano se deslizó por mi brazo hasta agarrar mis dedos, para así unir nuestras manos en un fuerte agarre que ha hecho que mi corazón comenzara a mostrarse impaciente e incontrolable.
―Suéltame ― ordeno, rígido. Pude sentir la sangre acumulándose en mis muertas mejillas, tenía la certeza de que pronto estarían vivas como si fueran dos manzanas maduras.
Movió su dedo pulgar sobre el dorso de mi mano y soltó varios suspiros. Palidecí cuando su aliento terminó por darme un escalofrío, y cuando afianzó su agarre, deslicé muy dentro de mi corazón aquella imagen de Junmyeon. No quería volver a pensar.
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Heaven «KaiSoo»
FanficAmar de nuevo es complicado, incluso si es de alguien que lo ha dado todo por ti. Sin embargo, por algo están las oportunidades, para ser dadas. KyungSoo tiene un pasado trágico del cual no puede salir, en donde todavía yace consciente, y por eso es...