Epílogo

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Volviendo a comenzar

Boom boom

Ni siquiera sabía si era mi corazón el que se escuchaba en toda la cafetería o lo estaba confundiendo con el sonido de la cafetera. Por alguna razón quería creer que era la cafetera aunque podía darme cuenta que era mi órgano el que hacía bastante ruido esa mañana.

Las manos arrugando la servilleta parecían hechas para ello y el cúmulo de emociones arrinconándome eran un poco exasperantes como para que pudiera prestarle atención al chico que parecía estatua en frente, cuyo propósito era atenderme y brindarme una buena mañana con un buen café en un día con clima bastante frío.

Eunwoo se llamaba, tal vez me habría mentido para que pudiera ordenar, o puede que esa sonrisa flameándose en ese rostro fuera pura y cordialmente sincera sin detallar algunas dobles intenciones. No le había preguntado su nombre, pero al parecer el chico quería calmar mis nervios que parecían desesperar a todos en esa cafetería.

Traté de calmar mis arranques neuróticos y le pedí amablemente a Eunwoo un café bien caliente, a lo que éste me ofreció un especial de alfajores para acompañar. Cuando él se retiró miré la hora de mi celular y sentí que el pánico me secaba hasta la última gota de sangre.

Él estaba regresando.

Jongin había llamado hace una semana para decirme que ya había acabado y que me quería ver en la cafetería que quedaba en la esquina del aeropuerto.

Y ahora estaba demasiado nervioso; emociones que me tenían un poco desesperado y ansioso. Luego de dos años, y de pasar fuertes emociones familiares que me llevaron a embargarme en una soledad ajena a la que frecuenté en ese pasado, volvería a ver a Jongin.

Aun estando lejos me dio los ánimos necesarios para afrontar la muerte de mi padre, y fue difícil teniendo en cuenta que no era el único en estado de extremo vacío.

Madre ha estado demasiada distanciada desde que no tenía la presencia de su esposo en casa y tanto ella como yo tratábamos de ayudarnos mutuamente. Seulgi tuvo que ir a terapia por recomendación del médico Siwon, a lo que aceptó sin negarse a la posibilidad de desahogarse con un especialista. Por otro lado, en mi posición, tuve que encargarme de los deberes de la casa hasta que ella pudiera salir de esa depresión.

No fue fácil. Perder a un ser querido llevaba tiempo asimilarlo. A ella le tomó un año poder volver a ser como antes, tal vez no de la misma manera, pero ya estaba comenzando a ser ella misma. Nos tuvimos que mudar de casa cuando me gradué de la carrera de Psicología, y rentamos un departamento para dos personas a la cual pudiéramos adherirnos bien.

—Aquí tiene su desayuno —Eunwoo chasqueó los dedos y dejó el café, con dos aflojares, sobre la mesa—. ¿Desea algo más?

Alcé la mirada y le sonreí, negando.

—Esto es suficiente. Gracias.

Eunwoo asintió.

—En ese caso ¿Desearía probar la próxima vez los pasteles de miel? —Lo escuché mientras miraba el color del café, así que sólo asentí lentamente—. ¿Puedo hacerle una pregunta? Disculpe mi atrevimiento.

Ladeo la cabeza para mirar alrededor para saber por qué el chico no estaba molestando a otra persona ¡Ah, cierto! Yo era el único cliente de esa mañana; quizás por haber llegado cuando recién estaba abriendo el lugar.

—Por supuesto, con que me distraigas, haz las preguntas que quieras.

De verdad necesitaba algo o alguien que sea una distracción para que los nervios se me pudieran calmar de algún modo.

Heaven «KaiSoo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora