Día 4

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*siento las faltas de ortografía*

Vicoria's POV. 

Me despierto con los ojos hinchados y rojos, y con un dolor de cabeza lejos de ser soportable. Los recuerdos de la noche pasada no tardan en venir a mi mente. La carta. ¿Qué quiere decir Cole con eso? Claro que es mi padre, ¿por qué me mentiría sobre eso?

-¿Victoria? -escucho una voz frágil llamarme. 

Mi corazón me da un tirón doloroso en el pecho cada vez que escucho su voz. Es mi madre, pero dejó de ser mi mamá en el momento en el que dejó que él me pusiera una mano encima. 

-Ya voy -respondo, y me levanto de la cama. 

Me dirigo a la puerta y lo que veo al abrirla son las oscuras sombras negras bajo sus ojos como prueba de las muchas noches sin descanso que ha padecido. Su pequeño cuerpo de mira desde el pasillo. Nunca la he visto tan frágil como ahora. 

-Te he preparado el desayuno -me anuncia. 

Incluso después de tantos años sigue sin ser capaz de mirarme a los ojos. Desearía que le importara por una vez, y que viera lo destrozada que estoy. 

-Bajo enseguida. Deja que me vista. 

-Vale -susurra inaudiblemente. 

***

Entro en el comedor, esperando encontrarme con un enfadado y resacoso padre. Sorprendentemente, está sonriendo cuando me siento. El ambiente es incómodo; mi padre irradia felicidad por toda la habitación. No puedo evitar sentirme cohibida. 

-Victoria, te estarás preguntando por qué estás de tan buen humor, ¿verdad? 

Wow, qué bien visto, Sherlock -pienso rápidamente, pero no me atrevo a vaciar mi mente, por lo que digo: 

-Sí, padre. Estoy curiosa por saber por qué estás de tan buen humor. 

-Bueno, tu encantador prometido ha dejado aquí tu regalo de boda. Ah, sabía que he tomado la decisión correcta -dice sonriendo, mordiendo su tostada. 

-¿Mi regalo de boda? -pregunto confusa. 

-Sí. Charlot, lleva a Victoria fuera para que pueda ver su regalo. 

-Sí, John -responde mi madre débilmente. 

Mi madre me invita a seguirla hasta el patio de mi casa. Mientras camino detrás suya, no puedo evitar sentirme perdida en mi propia vida. Siento que otra persona está andando por mí. Soy como una marioneta.

Me quedo en mi sitio completamente paralizada. Mis ojos tienen que estar jugándome una mala pasada, ésto no es real. El patio está lleno de pétalos de rosa y de velas en cada esquina. Justo en medio de todo, puedo ver un Lamborghini completamente nuevo de un negro resplandeciente, con un enorme floripondio rojo encima. Mis ojos vacilan por todos los lados, sin saber a dónde mirar. 

La puerta del conductor se abre y Sebastian sale del coche. Sonríe ampliamente, que me pone la piel de gallina. No puedo evitar pensar lo bien que le queda el traje, y lo guapo que está. Se queda parado, lanzándome sonrisas y miradas, sujetando un ramo de flores blancas. 

Me acerco a él, incluso después de todas las cosas que me han pasado los últimos días. No puedo evitar sonreír. Cuando estoy enfrente suya, me tiende las flores, sonrío y me da un beso en la mejilla. Me sonrojo. 

-Estás guapísima cuando te sonrojas -me susurra al oído. 

-¿Qué es todo ésto? 

-Un regalo. Los amigos se dan regalos, ¿o no? 

The Letter {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora