Capitulo 5: El día que terminé en su cama

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~L~

Me siento bastante cómoda, toco las sábanas ¿Por qué son tan suaves? Mi cama no es así de agradable. Esto es sedoso al extremo. Debo recapacitar, este no debe ser mi colchón. Abro los ojos de repente y me encuentro con los suyos, que me están mirando con esa sonrisa socarrona que me molesta.

―Hola, Señorita Becada. ―Continúa contento mientras yo analizo la situación.

Veo su torso desnudo, me miro y tengo un camisón ¡¿Pero qué paso aquí?!

Recapitulemos...

~~~

Regreso de la universidad a eso de la tarde, entro a mi pequeña casa y me acerco a mi madre, que duerme, pero se despierta e intenta levantarse, la detengo.

―No hagas esfuerzos, recuerda que tu salud es delicada. ―Me siento al lado.

Sonríe.

―¿Y cómo van tus estudios?

―Soy la mejor ―exclamo con orgullo, pero es la verdad, lo soy, nadie me supera.

Ella se ríe.

―Me alegra, es lo que más deseo. ―Agarra mi mano―. Sé que serás una gran empresaria algún día.

Miro a un lado y otro.

―¿Papá está trabajando?

―Sí.

Frunzo el ceño.

―Lo explotan esos desgraciados.

Suspira.

―Es lo que tenemos. ―Luego vuelve a sonreír―. Pero sé que mi hija tendrá una gran y fabulosa vida. Aún recuerdo, cuando te llegó la carta de invitación de la beca. Tu padre saltó de felicidad... ―Tose―. Estamos muy orgullosos de ti.

El timbre suena y me levanto, al abrir la puerta frunzo el ceño.

―¿Y tú qué quieres, Agustín?

―Mi padre quiere que le paguen el alquiler ―dice el irritante hijo del casero.

―Mañana es la fecha. ―Intento cerrarle la puerta, pero él pone el pie.

―Era broma. ―Se ríe―. ¿Podemos hablar? ―Le hago una mueca de desagrado, así que agrega algo más―. Es sobre Héctor.

Maldición.

Me giro y le aviso a mi madre que me iré con Agustín. Caminamos por la vereda, tranquilos, hasta que nos detenemos en una esquina.

Me cruzo de brazos.

―¿Qué pasa con Héctor?

―Nada. ―Mueve sus hombros, divertido.

―¡¿Te burlas de mí?! ―Me enfurezco y le pego un cachetazo.

―Auch. ―Se soba la mejilla―. Tampoco para tanto.

―La última vez que hiciste una de tus bromas, terminé apaleada por él, no me parece gracioso ¡Le dijiste que yo había coqueteado contigo! ―Lo señalo―. Cuando ambos sabemos, que tú fuiste quién me acorraló en el callejón.

―Detalles, detalles. ―Mueve las manos, demostrando que no le importa.

―No sirve de nada hablar contigo. ―Me giro para irme, pero me agarra de la muñeca y me detiene―. ¡Suéltame! ―exijo.

Dominando mi corazón (C.G #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora