Capítulo 7: "Jugando con la tentación"

2.7K 238 9
                                        

No sé qué estoy tramando, no tengo idea, pero ya no me puedo detener. Sin previo aviso tomo su mano, hago un gesto de victoria y la acerco hacia mi cuerpo. Me observa sorprendida, agarro su rostro y más rápido que el viento, uno sus labios con los míos sin soltarla.

Ciertamente suena egoísta y de mala persona robar un beso, invadiendo el espacio personal del otro, no sé si tengo límites, pero necesito saber que lo que recordé no fue producto del alcohol que tomé anoche.

Hace fuerza, pero como no puede zafarse se agarra fuerte de mi chaqueta, noto su respiración agitada, profundizo el beso, pero no me atrevo a meter mi lengua, estoy seguro que me la mordería y ahí se terminaría todo. Besuqueo una y otra vez probando sus labios. Sin apartarme, abro los ojos y me encuentro con los suyos, visualizo sus mejillas rojas. Esto es una tentación que parece prohibida.

Una vez que la suelto, recibo lo que me merezco. Obviamente, un cachetazo. Eso me dolió.

―Maldito infeliz. ―Intenta volverme a dar otra bofetada, pero esa la detengo, no voy a dejar golpear dos veces mi hermosa cara.

Sonrío con superioridad.

―¿Qué? ¿No te gustó? Es mejor que el que nos dimos anoche, ¿no?

―Tú... maldito perdedor. ―Presiona sus dientes y se gira a caminar furiosa―. No vales la pena.

―No tienes argumentos, porque sabes que es verdad. ―La sigo a los mismos pasos que da, mientras intenta ignorarme―. Te estoy hablando.

―No me molestes.

Voy por todos los pasillos sonriendo, con aire de ganador y la continúo molestando hasta que llegamos a la salida.

―¡Ya déjame en paz! ―Se detiene y se gira a mirarme cada vez más furiosa―. ¡¿Qué quieres de mí?!

―Que admitas que nos hemos besado ―digo divertido.

―¡No nos besamos, me obligaste a besarte! ―se queja.

―Yo no hablaba de ese beso, hablaba del otro. ―Me río―. ¿Y bien? ―Me acerco a su rostro―. Admítelo y te dejo tranquila.

Sonríe.

―¿Y qué ganas con eso, estúpido? Otra chica en tu lista de pretendientes fallidas ―se burla.

―No ―continúo alegre―. Que admitas que besaste estos labios. ―Los señalo―. Al que supuestamente le dices perdedor, eso te convierte en perdedora también. ―Jaque mate, señorita becada.

Continúa altanera, pero no bajo mi postura.

―No te voy a admitir nada, porque no vales nada, eres un sinvergüenza como todos los demás. ―Se da vuelta, pero antes de que pueda detenerla se queda paralizada y ella misma se gira sola. Me observa, parece asustada o que vio un fantasma, se encuentra pálida―. Escóndeme.

No comprendo su reacción, pero se nota que son problemas, simplemente actúo por impulso y agarro su mano, volviéndonos a adentrar a la enorme entrada de la universidad. Ella sigue a un chico morocho con la vista, el cual entra también, nos ponemos detrás de una decoración y se forma un silencio incómodo mientras estamos ocultos. Quiero espiar como es el muchacho, no he visto bien sus facciones, pero Lilith me interrumpe a cada rato para que no lo haga.

¡¿Quién rayos es?!

Entonces la idea se me cruza por la cabeza, es obvio quién es.

El que la golpeó.

La rabia se apodera de mí e intento pararme. Quiero matarlo, molerlo a golpes y que no se pueda levantar en semanas del dolor. Maldito bastardo, golpeando a una mujer indefensa. Me las tiene que pagar. No hay forma que la rubia me detenga, lo voy a destruir.

¿De dónde ha salido toda esta ira?

Es un arranque de furia, esta vez voy a pararme, pero entonces Lilith me detiene, abrazándome, y mi corazón se acelera. Quedo tildado, como flotando, estoy en una nube de romanticismo o algo así.

Demasiado cursi, mátenme.

Le gritaría que me suelte, pero mi corazón no quiere ceder. Así no lo puedo dominar, ni siquiera a mi cuerpo. Dejo de insistir y ahora la miro a ella. Se da cuenta que he abandonado el forcejeo y nos quedamos observándonos en una posición algo interesante.

En pocas palabras, está casi sobre mí.

Sonrío.

―Señorita becada, no sabía que te gustaba tanto.

―Cállate ―susurra y veo esas mejillas rojas otra vez, las cuales me vuelven loco.

¿Cómo resistirse a esta tentación?

―Me callo y no me muevo, si jugamos a un juego ―exclamo pícaramente y rimando las palabras mientras me divierto con la situación.

―Hecho ―dice rápido y me intriga más sobre el desgraciado.

―Entonces ¿Qué tal una cita? ―Amplío mi sonrisa―. Tres días.

―¿Es broma? ―Enarca una ceja―. ¿Qué quieres decir con tres días?

―No. Hablo en serio, este es mi juego.

Los que me conocen, saben de esta especie de artimaña, que he creado en mi época de secundaria. Una simple táctica para jugar con las mujeres, en este caso para atraparlas y asegurarme de conseguir todo lo que quiero.

Y así mi corazón dejará de latir tan rápido.

___

En realidad ha pasado mucho, pero quizás se acuerdan de este juego de Ryan, Len lo cuenta en el principio del capítulo 2 de su novela, eso de "las chicas de los tres días". Que memoria que tengo jajaja

Atte: Vivi.

Dominando mi corazón (C.G #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora